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domingo, 7 de octubre de 2012

epilogo



Nueve meses después.
Bienvenidos al Aeropuerto Internacional O'Hare de Chicago. Por favor, esperen hasta que el avión haya parado por completo antes de descender del avión.
Mi corazón late con tanta furia en el pecho que me sorprende que los otros pasajeros no pueden oírlo. Recojo mi mochila cuando se detiene el avión y rápidamente cojeo hacia el reclamo de equipaje, ignorando el dolor en mi rígida pierna.
Peter no está aquí. Mi mamá si lo está, sin embargo. Ella corre hacia mí y me abraza firmemente. Lou está con ella, así que espero que sea una buena señal. Ella no lleva su anillo, pero la última vez que hablé con ella me preguntó qué pensaba de las bodas en invierno. Mi papá me visitó en España para Año Nuevo, e hizo un montón de preguntas. Creo que estamos en vías de recuperación, y aunque él nunca será un padre cariñoso, me alegro de que hayamos empezado a resolver las cosas.
—¿Tuviste un buen vuelo? —Lou pregunta—. Apuesto a que tienes hambre de una buena comida americana.
—Definitivamente estoy hambrienta de uno de los pasteles que prepara Irina en el comedor —le digo, y recibe una sonrisa como respuesta. Todo el mundo ama los pasteles de Irina, y he sido su degustadora desde que mi madre empezó a trabajar allí.
Cuando tenemos el equipaje y nos conducimos de camino a Paradise, mi mamá me pregunta si quiero levantar mi pierna. Yo le respondo, pero todo el tiempo en lo único en lo que puedo pensar es, ¿en dónde está Peter?
El último correo electrónico que recibí de él, decía que se reuniría conmigo cuando volviera a casa. Eso fue hace casi tres semanas, sin embargo.
Es mucho lo que puede haber cambiado en tres semanas.
Me digo que estoy sobre pensando en las cosas. Uf, no puedo soportar el suspenso.
—¿Has oído hablar de Peter? —pregunto, tratando de no sonar como que estoy desesperada por escuchar la respuesta.
—Él vino por la tarde y te dejó una nota en tu habitación —mi mamá dice.
Una nota. Las notas son malas. Las notas no pueden ser buenas.
—¿Te dijo algo cuando dejo la nota?
Mi madre niega con la cabeza. —No, sólo me preguntó si podía dejar una nota y me dijo que estaba bien. Estuvo en la casa menos de dos minutos.
Deseo que el viaje a casa no durara más de una hora. En el viaje de avión pensé en cientos de diferentes escenarios para nuestra reunión. Ninguno de ellos incluye una nota.
En mi casa, salgo del coche y entro en la casa después de que Lou insiste en llevar el equipaje arriba.
Arriba, mi habitación es la misma que dejé. Mi cama está hecha y en la parte superior de mi enorme edredón hay un sobre. En el frente, una palabra está escrita con el puño y letra de Peter: Mariana.
Tomo el sobre con dedos temblorosos y lo abro rasgando el sello. Yo despliego la nota lentamente. Cierro los ojos y respiro profundamente, y luego vuelvo a abrirlos y leo lo que dice:
¿Recuerdas el viejo roble? Ve allí, y espérame.
¿Eh? ¿El viejo roble en el parque de Paradise?
Le digo a mi mamá que volveré más tarde. Ella no discute, probablemente porque estoy prácticamente fuera de la puerta antes de que yo termine mi oración.
Es de noche ahora, pero el parque no está muy lejos. Me dirijo al roble. Nadie está aquí, a excepción de una ardilla corriendo por la hierba.
Espero diez minutos, mirando el árbol y me pregunto por qué quería que esperara aquí y cuánto tiempo quiere que yo espere. Justo cuando estoy empezando a sentirme insegura, veo una silueta que corre hacia mí.
Reconocería a Peter en cualquier lugar. Mi corazón se dispara.
—¡Mariana!
Se pone de pie frente a mí, dedo del pie-a-dedo del pie, totalmente fuera de la respiración. Lleva pantalones vaqueros rasgados y una camiseta blanca manchada. Parece que no se ha afeitado en una semana, y su pelo está desaliñado.
—Lo siento mucho pero se me hizo tarde —él extiende la mano y pone los dedos en mi cabello, que es largo ahora yo no lo he cortado en casi un año.
—Te ves genial, Mariana. Diferente.
—Gracias —le digo—. Tú, también.
Volteo hacía arriba y pongo mis brazos alrededor de su cuello, sin importar que no me abrace. No quiero retenerlo. —Te extrañé —le digo.
Sus manos van alrededor de mi cintura y me aprieta junto a él. —Tengo tantas preguntas que hacerte. Pero primero...
Creo que vamos a besarnos, pero en cambio se saca algo del bolsillo y lo alza. Es un pañuelo.
—¿Qué es eso? —pregunto.
—Date la vuelta.
Frunzo una ceja.
—Confía en mí, Mariana.
Hago lo que dice. —Yo iba a darte un beso —le digo.
Suavemente posiciona el pañuelo sobre mis ojos y lo ata por atrás. —Lo harás. Te lo prometo... sólo espera.
No soy paciente.
Mientras estaba en España, mis sentimientos por Peter crecieron infinitamente haciéndose más fuertes. Yo tenía amigos mi compañera de habitación y yo salíamos con ellos, pero ninguno de ellos me hizo temblar de emoción. Me emociono sólo de pensar en estar en brazos de Peter nuevo.
—No puedo ver nada —le digo mientras atravesamos el parque y entro en un coche.
—Eso es más o menos el punto, corazón.
Avanzamos a través de calles sinuosas hasta llegar a una parada. Él abre la puerta y me lleva fuera del coche. Él se ríe entre dientes mientras pone sus manos en mi cintura y me empuja hacia adelante a quién sabe dónde.
—¿Dónde estamos? —pregunto, preguntándome cuánto tiempo pasará antes de que el suspenso se acabe.
—Lo sabrás muy pronto. Bueno, basta.
—¿Puedo quitarme la venda de los ojos?
—No. Todavía no —en un rápido movimiento, Peter me recoge y me acuna en sus brazos.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello por ayuda. —La última vez que me tenías así me sumergiste en el agua.
Camina hacia adelante. —Confía en mí, Mariana.
—Sí. Pero tengo que ser honesta y decir que hueles a un hombre sudoroso después de estar en el gimnasio.
—He estado trabajando. Te prometo tomar una ducha después de mostrarte algo.
Camina un poco más, y de pronto se detiene. —Muy bien, quita la venda de tus ojos.
Cuando lo hago, me doy cuenta inmediatamente de dónde estamos. En el mirador de la Sra. Reynolds. Todo el piso está cubierto de cojines y lucecitas parpadeantes contornean el perímetro. En la parte superior de los cojines hay miles de pequeños pétalos de rosa blancos y rojos.
—Es perfecta —le digo sin aliento mientras deslizo mis pies fuera de mis sandalias y camino sobre los cojines—. ¿Dónde están Lenny y Julio? —pregunto. Sé que Lou sacó la casa del mercado y casi lo considera un refugio para Peter y sus amigos. Siempre y cuando sean útiles y no se metan en problemas, tienen un techo sobre su cabeza.
—Los mande a dormir fuera. Esta noche yo quería estar a solas contigo.
Trago, con fuerza. —¿Solos? —tengo pensamientos subidos de tono, que una chica no debería tener. Sonrío—. ¿En serio?
—Sí. Ha pasado tanto maldito tiempo que me temía que ibas a volver a Paradise y me dirías que no querías volver a verme.
—Tenía miedo de lo mismo de ti —lo reconozco.
Los dos nos reímos, y por alguna razón me hace sentir mejor que los dos seamos cautos y estemos nerviosos.
—¿Has visto a Luna, Jaime y su nuevo bebé recientemente? —le pregunto. Me dijo que ha estado saliendo con Jaime y sus compañeros de secundaria en ocasiones.
—Sí. Es adorable, aunque yo tengo un sentimiento de que Luna va a criarla como una pequeña diva.
—¿Cómo es su relación? —le pregunto.
—Inestable, pero están intentándolo. La última vez que vi a Luna, casi no me hablaba. Sospecho que se dio cuenta de que no la miro como la diosa que quiere que todos piensen que es.
—Bien.
—Mariana, quiero decirte algo —dice en tono serio, mientras se acomoda en los cojines de felpa.
Sacudo la cabeza. —No. Quiero decir lo que tengo que decir en primer lugar —esto no va a ser fácil. Puedo tomar una respiración profunda, recogiendo el valor de poner todo en la línea. Hay cosas que he frenado porque tenía miedo, pero aprendí algo en España este año. Uno de mis profesores decía que si te metes de puntillas en agua fría, estás perdiendo en la carrera de sumergirte de cabeza.
Me voy a hundir, sin preocuparme de las consecuencias. Miro a Peter, a las luces brillantes, y los hermosos pétalos que nos rodean.
—He estado retrasándolo porque he tenido miedo. Puedes aplastar mi corazón como mi padre hizo con mi mamá. Tienes poder sobre mí —una lágrima se escapa de mi ojo—. Todavía te amo, Peter. Caí enamorada de ti aquí en este patio trasero, y nunca deje de estarlo Además lo que siento no ha cambiado en nada en este año.
Peter mira a su alrededor, como si estuviera pensando en algo que decir, pero no sabe cómo ponerlo en palabras. —Desde que nos quedamos encerrados en el ático de la Señora Reynolds, yo sabía que había estado perdiéndome de una chica que realmente se preocupaba por mí y no estaba absorta en sí misma. Yo estuve tan ciego durante tanto tiempo.
—¿Qué pasara cuando me vaya para la universidad en el otoño?
—Iré a visitarte cada vez que pueda. La U de I no está lejos —se toca la nariz—. Quiero besarte, pero tengo que tomar una ducha rápida primero —salta para arriba de los cojines, Peter empieza a caminar hacia la casa—. Sólo espera aquí... y no te muevas hasta que yo vuelva. Tengo una sorpresa para ti —dice con un toque nervioso a su voz.
Estoy confundida, pero prometo no moverme hasta que él regrese. Me recuesto sobre los cojines. Estoy de vuelta en Paradise con Peter nuevo. Sé que está trabajando en la construcción y tratando de ahorrar para la universidad. Él puede hacerlo. Estoy segura de ello.
Él viene de nuevo diez minutos más tarde, completamente limpio. Su camisa expone sus músculos de los brazos, que son más grandes desde la última vez que lo vi. Estoy segura de que es por trabajar en la construcción todo el día.
Me mira con una expresión intensa. En el pasado, cada vez que lo sorprendía mirándome de esa manera, quería pellizcarme. Pensé que la única manera de que
Peter Lanzani me mirara así, fuera porque estuviera soñando o se hubiera alterado el día.
No sé cuando ocurrió el cambio. Creo que fue después de que Luna se quedara hasta tarde en su casa, hablando. Después, él me dijo que confiara en él y me pidió que fuera su novia.
Ese fue el momento.
La esquina de su boca se movió hacia arriba cuando me preguntó—. ¿En qué estás pensando?
—En ti.
—Espero que sea algo bueno.
Sonrío. —Lo es —doy una palmadita en los cojines. Todavía no nos hemos besado, y yo no estoy interesada en ser paciente ahora. De hecho, en este momento yo no tengo ningún problema en besar a un sudoroso, robusto y maloliente Peter—. Ven y siéntate conmigo.
En vez de sentarse conmigo, él tiende la mano. —Tengo una sorpresa para ti.
Él me ayuda y me da lo que parece un control remoto.
—No me vas a volver a vendar los ojos, ¿verdad? —pregunto.
—No —él me lleva detrás del garaje. Apenas puedo ver la silueta de algún tipo de estructura grande. No puedo entender lo que es. De pie detrás de mí, me abraza, Peter susurra: —Presiona el botón.
Cuando lo hago, las luces de toda la estructura parpadean... es el esquema de... —¿Un castillo?
Un castillo. Una versión más grande de aquel castillo en el parque.
—Yo estaba terminando los toques de última hora cuando tu avión aterrizó y perdí la noción del tiempo —dice Peter.
No puedo creer que no lo había notado antes. No sé qué decir... —Es un castillo. No puedo creer que me hayas hecho un castillo.
Toma mi mano y me lleva dentro de la estructura. Hay más pétalos esparcidos por todo el piso de madera, que rodean un montón de almohadas y mantas en el centro.
—Esto es como el cielo —me quejo cuando miro hacia el cielo abierto por encima de nosotros. Es como cuando estábamos en el parque, pero esto es mejor. Esta vez no estamos huyendo de algo o alguien.
Peter se sienta en las almohadas. —El cielo, ¿eh?
—Definitivamente —estoy en shock cuando me hundo junto a él—. Esto es increíble, Peter. ¿Lo has construido tu mismo?
—Lenny y Julio ayudaron, pero yo lo diseñe.
Miro al chico convertido en el hombre que es el amor de mi vida. Yo tomo una pequeña caja de mi bolso y se la doy. —Aquí. Es un regalo que traje para ti.
Cuando él quita la parte superior y saca el contenido del interior, agrego, —Yo tomé una clase de joyería —saca la cadena de cuero y el colgante adjunto—. Es una espada —le digo.
Se ríe. —Puedo decir lo que es. Es realmente genial. Me gusta —él se la cuelga alrededor del cuello. Me gusta que él esté usando algo que hice para él.
—Simboliza la fuerza —le digo—. Me recuerda a ti.
En una decisión sorpresiva, Peter se arrodilla delante de mí. Mi corazón casi salta de mi pecho.
Se aclara la garganta.
Toma una respiración profunda y endereza los hombros. —Muy bien, aquí está el trato. Fue un infierno apartarme de ti el año pasado. Todos los días había algo que me hacía acordarme de ti.
Tengo la cara entre las manos. Cuando de mis labios sale un susurro hacía él, le pregunto: —¿Crees que lo lograremos, Peter? ¿Crees que va a durar?
—Hemos estado en el infierno y hemos vuelto. Lo vamos a hacer. Te quiero, Mariana Esposito, y siempre será así.
—¿Me lo prometes?
Nos tumbamos sobre las almohadas, y él da pequeños besos suaves y lentos a través de mi cuello. —Confía en mí —susurra contra mis labios—. Mariana, tú eres mi paraíso.

IMPORTANTE
LA NOVELA QUE CONTINUARIA SERIA NO ME OLVIDES PERO POR MOTIVOS DE TIEMPO CONTINUARE LA DE FUEGO EN DOS CORAZONES SI PIDO FIRMAS ES PORQUE CUESTA Y LLEVA TIEMPO ADAPTAR UNA NOVELA PARA QUE DESPUES VEAS QUE HAY MAS VISITAS QUE FIRMAS BUENO ESO ERA EL AVISO 
ACA LES DEJO EL EPILOGO ESPERO QUE LES AYA GUSTADO TANTO COMO ME GUSTO A MI BESOS ENORMES 

5 comentarios:

  1. ME ENCANTOOO LA NOVELAA!!

    Una pregunta...Lei toda la nove hace poco la primera y segunda temporada pero en el blog los capitulos inician en el 12, quisiera saber en donde puedo leer desde el capitulo 1?

    GRACIAS, ERES UNA GENIA ESCRIBIENDO

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    Respuestas
    1. los primeros capitulos los encontras aca:

      http://funnyangels-flog.blogspot.com.ar/2012/02/novela-salir-del-paraiso.html

      http://funnyangels-flog.blogspot.com.ar/2012/02/novela-salir-del-paraiso.html

      estos son de la primera temporada besoss y gracias por pasar

      Eliminar
  2. A pesar del tiempo ,la distancia ,y d todas las dificultades k pasaron ,están llenos d amor ,el uno x el otro.

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  3. Perdón ,x no pasar antes,un buen motivo,jajaja,ya soy abuela ,nació Pedro 4´220kg ,el día 8,y estoy FELIZ.

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