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viernes, 20 de diciembre de 2013

Novela: Fuego en dos corazones capitulo 1 cuarta parte




-Con ese traje das la impresión de ir pidiendo guerra -dijo
Majo Esposito con su franqueza habitual.
Mariana se miró en el espejo.
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
Llevaba un traje marrón, con la chaqueta abotonada hasta el
cuello y una falda larga que le cubría por completo las
rodillas. Debajo, una respetable blusa de color crema. Se había
recogido el cabello en la nuca con un prendedor de concha y el
ligero toque de maquillaje pasaba prácticamente desapercibido.
-Lo que pasa es que ese traje te sienta tan bien que ningún
hombre podrá evitar los deseos de ponerte las manos encima, y
menos que nadie, tu apasionado esposo.
-No puedo evitar tener buen tipo. Lo he heredado de ti, al
igual que los ojos verdes y el cabello rojo.
-Y un temperamento endiablado -añadió Majo-. Das la
impresión de querer demostrarle lo mucho que va a perder
divorciándose de ti.
-iQué dices! ¿Tengo que recordarte que fui yo la que lo
abandoné hace ya tres años? -contestó ella con disgusto-. No
tengo tiempo para seguir discutiendo, no quiero llegar tarde a
la reunión.
-Sería mejor que no volvieras a verlo cara a cara -insistió
Majo.
-iNo empecemos de nuevo, por favor! -suplicó Mariana,
observando cómo su madre se desplazaba muy despacio por la
habitación con la ayuda de un andador.
-Siempre he creído que tendrías que haber dejado todo el
tema en manos de los abogados, ya lo sabes. Y ahora, al verte
así vestida, estoy más convencida aún de que ponerte delante de
sus ojos va a ser la mayor equivocación de tu vida.
-Siéntate, por favor -rogó Mariana-. Te tiemblan los brazos
y los médicos te han advertido que no te esfuerces demasiado.
Majo había sido una mujer impresionante, al igual que su
hija, hasta que un desgraciado accidente automovilístico la
había reducido a una silla de ruedas. Sin embargo, era tozuda y,
con la ayuda de un fisioterapeuta, estaba recuperando poco a
poco la movilidad de las piernas. Afortunadamente, su mente
seguía tan lúcida como siempre.
Mariana chasqueó la lengua con impaciencia mientras acercaba
una silla y la colocaba detrás de su madre. Majo se inclinó
con cuidado y se sentó sin emitir protesta alguna, lo cual
indicaba claramente lo cansada que estaba de estar de pie.
Mariana la besó en la tersa mejilla como despedida-: De acuerdo
-admitió-, me he vestido así por algo, pero no tiene nada que
ver con el deseo de que Peter se arrepienta de su propuesta
de divorcio. Durante el año que estuvimos juntos, no paró de
criticar mi forma de vestir, y yo fui lo suficientemente
testaruda como para no aceptar ni una sola sugerencia por su
parte. Ahora quiero demostrarle que sigo siendo igual de
cabezota, pero que he madurado y soy capaz de vestirme de una
forma totalmente convencional si me da la gana.
-Eres pretenciosa -comentó su madre con preocupación.
-Quiero demostrarle que soy capaz de cualquIer cosa.

4 comentarios:

  1. Holaa,nueva lectora!
    Me encanta la nove,quierobq se encuentren yaaa jaj
    Si avisas por twitter,podrias avisarme a mi tambn?
    @lalitter08
    Besos

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  2. Cabezota !!!!!!,al igual k el.

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  3. +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

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