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domingo, 22 de diciembre de 2013

novela: fuego en dos corazones capitulo 2 primera parte


AVISO CONTIENE LENGUAJE PROHIBIDO PARA MENORES YO NO ME HAGO RESPONSABLE SI LO LEEN

VETE al infierno, Peter», se repitió de nuevo quince minutos más tarde cuando sus ojos se cruzaron, por primera vez en mucho tiempo, al llegar a la imponente sala de reuniones.
Peter Lanzani reinaba en el mejor despacho del edificio del grupo empresarial que había pertenecido a su familia durante generaciones. Alto, musculoso, moreno y tan arrogante corno siempre. Un hombre hecho para romper corazones, pensó Mariana.
Llevaba un traje gris marengo, cortado a medida, con una inmaculada camisa blanca y una corbata gris perla. No había cambiado en absoluto; su apostura, su encanto y su dominio seguían allí, al igual que esos ojos castaños tan dulces como la melaza, y esa boca propia de un seductor nato.
Deseó acercarse a él y estamparle una bofetada en plena cara. Quería desahogarse a puñetazo limpio sobre su musculoso pecho. La furia y el dolor corrían sin freno por sus venas. Se sentía como si los tres largos años de separación no hubieran existido; en realidad parecía corno si lo hubiese abandonado el día anterior. Pensó en Sofia Christophoros, la mujer con el corazón roto que, según se decía, su familia se había tenido que llevar a los Estados Unidos para que se recuperara del golpe recibido cuando Peter llegó a Atenas recién casado con ella. ¿Pensaba Peter que ella no estaba enterada .de sus próximos planes de boda? ¿Que no sabía que durante esos tres años él había viajado varias veces a Washington para visitar a su ex novia? «Te odio», le dijo con la mirada, sin pronunciar palabra.
Se miraron durante unos instantes en un silencio tenso. Allí estaba su tío y padrino Alejandro, que se negó a saludarla. Lester Miles procuraba pasar desapercibido detrás de Mariana, hasta que pasara el primer momento de inevitable tensión. 
Peter no movió ni un solo músculo al verla y resultó evidente que no pensaba acercarse a saludarla. Al contrario, sus ojos la miraban con tanto desprecio como si se tratara de una víbora. «Bien, esa mirada lo dice todo», pensó Mariana con frialdad. «Al final se ha doblegado ante las presiones de su familia».
Peter se había quedado prácticamente paralizado al ver entrar a la mujer que llevaba cuatro años casada con él. Sus piernas seguían siendo sensacionales, admitió con amargura, recordando el alivio que había sentido al enterarse de que no era ella, sino su madre, la que estaba confinada en una silla de ruedas. Aunque también lo sentía por Majo Esposito. Su suegra había sido una mujer muy hermosa, de rasgos idénticos a los de su hija, llena de vida y sentido del humor. Estaba muy impresionado por su desgracia, pero había llegado el momento de hablar cara a cara con esa adúltera mujer de cabello rojo e intensos ojos ver- des que tenía delante. Aunque unas horas antes hubiera estado dispuesto a tratarla con amabilidad, en esos momentos su pensamiento se concentraba en cómo hacerla pedazos.
Durante cuatro años, esa mujer había continuado alojándose en su corazón como un dolor sordo, pero persistente. Se sentía culpable y triste, por eso había decidido no comentarle sus planes de volver a casarse, como signo de respeto, al menos hasta que hubieran firmado los papeles del divorcio. Pero luego había descubierto que podría ahorrarse semejante cortesía, puesto que ella misma se había traído a su alto y rubio amante a Atenas. ¿No era capaz de pasar un par de días sin él? ¿La habría llegado a conocer tan íntimamente como él? ¿La hacía gemir e implorar en la cama hasta llegar a la cima del éxtasis? La miró con una llamarada de furia acerada en los ojos. Iba vestida con un traje de cuero. ¿Por qué de cuero? ¿Quería demostrarle que podía permitirse el lujo de comprar ropa cara con su propio dinero? ¿O se habría vestido así para complacer a su amante?
-Llegas tarde -dijo finalmente con tono incisivo, recorriendo las perfectas curvas del rostro de la que todavía era su esposa, pero ya pertenecía a otro hombre. Se imaginó la posibilidad de volver a tocarla, de hacerla temblar de pasión....
-El tráfico estaba imposible -repuso Mariana, entornando sus bellos ojos verdes.
-Eso no es ninguna excusa. El tráfico en Atenas siempre es así. Me figuro que no lo habrás olvidado, aunque lleves tres años fuera. Toma asiento, por favor.
Peter se dejó caer sobre una silla con violencia, haciendo caso omiso de la mirada de reprobación de Alejandro mientras analizaba al abogado de Mariana. ¿Cómo era capaz de presentarse con un joven recién licenciado sabiendo que tendría que enfrentarse con el maduro y reputado Alejandro Konstantindou? También cabía la posibilidad de que fuera un segundo amante, pensó con irritación mientras empezaba a golpear rítmicamente la mesa con su pluma estilográfica. Alejandro estaba estrechando la mano de Lester Miles con la máxima cortesía, mientras Mariana atravesaba toda la sala para tomar asiento frente a Peter. El traje de cuero acariciaba su magnífica figura a cada paso. Allí debajo estaban los largos y sedosos muslos y los bien formados y protuberantes senos. ¿Por qué llevaba la chaqueta abotonada hasta el cuello? ¿Llevaría algo debajo? ¿Pretendía que él se hiciera todas esas preguntas?
Mariana tenía la barbilla alzada y su piel era tan blanca y suave que parecía irreal. Finalmente, tomó asiento frente a él, tan lejos como el diseño de la mesa permitía. Peter se divirtió pensando que un simple beso experto en el lóbulo de la oreja la haría perder por completo el sentido, incapaz de resistirse a la tentación de derretirse como la miel bajo el sol del verano. La conocía, conocía sus más íntimos secretos y todas sus zonas erógenas. Al fin y al cabo, él había sido su maestro en el amor. Sabía cómo obligarla a suplicar y sollozar, gritando su nombre, hasta el paroxismo del clímax. Era capaz de derrumbar esa estatua de hielo en un par de minutos. Pero volvió a recordar la existencia del amante, o los amantes, y toda su fantasía erótica desapareció como por ensalmo, dando paso de nuevo a la irritación.

1 comentario:

  1. Me parece k Peter es un necio ,al k le llenaron la cabeza en contra d LAli.

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