Ninguno de los dos decía nada al respecto. Peter estaba ejerci-tándose tanto que Lali tenía que quitarle las muletas para que descansara. Progresaba día a día y para cuando llegó el cumpleaños de Lali, ya podía salir de la cama y vagar por el cuarto y el baño con facilidad.
Cuando Lali despertó esa mañana, se quedó tendida un rato, pensando en otros cumpleaños mucho más alegres, y luego se levantó para vestirse deprisa, desechando los recuerdos. Ese año, como el anterior, no iba a celebrarlo. Pero se equivocó, porque al bajar a desayunar había una pila de tarjetas junto a su plato. El cuarto estaba vacío y Lali se quedó mirando las tarjetas preguntándose si no habría preferido que la ocasión pasara inadvertida.
—Feliz cumpleaños, querida —dijo Claudia y le dio un beso afec¬tuoso en la mejilla—. Te he preparado tu desayuno favorito: empa¬nadas y zumo de naranja natural.
—No tenías que molestarte —protestó Lali.
—No digas tonterías. Los cumpleaños son una ocasión especial. ¿No vas a abrir las tarjetas?
Las primeras eran de la familia y de los amigos de Lali, pero en seguida, había una de Agus y una de los dos perros, lo que le hizo reír. La última era de Claudia.
—Gracias —dijo Lali, sincera—. Es muy bonita —dudó y luego cogió el pequeño paquete que había al lado.
—Ése es mi regalo para tí —le dijo la señora.
Con manos firmes, Lali quitó el papel y abrió la cajita. Dentro había un broche con forma de mariposa, diamantes y lapislázuli. Lali abrió los ojos.
—¡Pero Claudia, es una de las joyas de tu abuela! Es el broche de Rene Lalique, ¿verdad?
—Sí —reconoció Claudia—. Pero quiero que sea tuyo.
—Pero no puedo aceptar. Es demasiado valioso —Lali lo metió en la caja y trató de devolverlo a Claudia. Pero la señora negó con la cabeza al decir:
—Tú me has devuelto algo mucho más valioso, algo que jamás podré pagarte.
—Si te refieres a Peter, se hubiera recuperado de todos modos. Claudia, estoy segura.
—Bueno, no estoy de acuerdo contigo. Pero por favor, acepta el broche, Lali. Como un pequeño detalle de lo mucho que aprecio lo que has hecho por mi hijo. Me hará muy feliz saber que lo usas tú.
—Gracias. Lo guardaré... como un tesoro, siempre —dijo Lali aceptando con renuencia, pero sabiendo que de lo contrario ofendería a su ex suegra—. Y me alegro de que... todo haya salido como esperabas.
—Creo que las cosas saldrán mucho mejor de lo que suponía —añadió Claudia con una sonrisa significativa.
Lali se lo agradeció de nuevo y desayunó con lentitud, pospo-niendo el momento de subir con Peter.
—¿Te importaría ir después al pueblo por unas cosas que nece-sito? —preguntó Claudia—. Le prometí a la señora Allison que la
recogería en casa de su hermana a las seis y media, pero no me dará tiempo.
—Claro, pero...
—Gracias —dijo Claudia antes de que Lali pudiera protestar y salió con la bandeja.
Lali suspiró, resignada; no le importaba recoger a la señora Allison pero ya no podría ir al cine como tenía pensado. Pero, ¿qué importaba? Podría hacerlo cualquier otro día.
Peter estaba sentado en la silla junto a la cama y tenia puesto un chándal para hacer ejercicio. Parecía tan diferente del Peter que Lali había visto postrado, tan pálido y delgado y con los ojos hundidos. Pero ya había ganado peso y parecía tan fuerte como siempre; también había recuperado su voluntad inquebrantable.
—Llegas tarde —dijo brusco—. Llevo esperándote diez minutos.
Lali se dijo que no debía preocuparse de que recordara su cumpleaños; ni siquiera lo mencionó. Por lo menos no hubo ninguna tensión entre ellos y sobrevivió como si fuera un día normal. Después Lali habló con sus amigos y familiares, para agradecerles las tarje¬tas. A las seis de la tarde se fue a recoger a la señora Allison, quien insistió en que conociera a su hermana y en que viera la bonita labor que pitaba tejiendo.
Así que a las siete y media, Lali regresó a casa. Dejó su abrigo en el recibidor y subía por la escalera cuando Claudia salió de la cocina para decirle:
—Cenaremos en media hora. Sabía que llegarías un poco tarde, así que te he dejado un vestido colgado en tu armario.
—Gracias —contestó Lali, sorprendida, pero quedó más asombrada cuando vio la prenda escogida por Claudia. Era un vestido de noche, azul y gris, con la cintura ceñida y manga larga. Lali ya no lo recordaba, pues lo había dejado allí al dejar a Peter. Tocó la suave tela y recordó la primera vez que se lo había pupito... luego se maldijo. Tenía que olvidar y enterrar el pasado. El futuro era lo que importaba. Pero tampoco era cierto; el futuro sólo ofrecía soledad y también dejó de pensar eso al meterse en la ducha.
Pensó que Claudia debía de haber invitado a alguien sin decírselo. El vestido le pitaba un poco grande, pues había adelgazado, pero todavía le quedaba estupendo. Se peinó y se maquilló con mucho esmero. Al verse en el espejo, tuvo la sensación de volver al pasado. Era como si hubiera vuelto a la época en que era la mujer de un famoso piloto de carreras. Se dio cuenta de que ponerse el vestido había sido un error y quiso desgarrarlo, despeinarse y lavarse la cara, pero ya había pasado media hora y Claudia detestaba que se enfriara la cena.
La puerta del cuarto de pitar pitaba entreabierta y la señora Lanzani dijo:
que lo disfruten ULTIMOS CAPITULOS MOMENTOS DECISIVOS un beso enorme las quiero gracias por las firmas @pupy_angelita
ayyy no nos puedes dejar asì! Quiero massssss
ResponderEliminarsubis otro hoy?? daleeeeeee
besos
@porLali_ITALIA
Aiiiiiiiiiiiii no podesssss!!!!
ResponderEliminarSubí otro por favor :)
porfavor no lo puedes dejar asi porfavor otro capi nada mas
ResponderEliminarunooooooooooooooooooo maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassss
Buenisimo,sabia k Claudia terminaria x ser la mas considerada con Lali.
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