Peter.
Eres un gran bailarín —dice Brandi mientras caminamos afuera
después de haber descargado un bong de cerveza en la cocina. A esta chica no le
son extraños los bongs de cerveza, eso es todo lo que les diré. Es una maldita
pro.
Yo mascullo entre dientes: —Gracias.
Ella se sostiene en mi codo para estabilizarse y levanta la mirada
con grandes ojos marrones. —¿Sabes lo que dicen sobre los buenos bailarines,
cierto?
Claro que lo sé, pero quiero escuchar la explicación que va a
salir de los pequeños labios de Brandi… así que tengo que preguntar. —¿Qué es
lo que dicen?
Ella me da una traviesa sonrisa y se ríe tontamente. —Los buenos
bailarines son buenos en la cama.
Las palabras de Brandi me hacen sentir como una estrella de rock.
Ella definitivamente alimenta a mi malherido ego.
—¿Quieres probar esa teoría? —pregunto. Muy bien, estoy
oficialmente borracho.
Ella muerde su labio inferior, evaluándome como a un coche. Me
pregunto si ella piensa que soy un Chevy o un Rolls Royce. Se inclina y susurra
en mi oído: —Yo también soy una buena bailarina.
Yo acerco a esta sexy chica. Sus brazos envueltos alrededor de mi
cuello mientras ella se presiona contra mí. Es una insinuación de lo que está
por venir.
Me voy a permitir disfrutar a Brandi. Ella es una solución de
éxito asegurado para esta fiesta de autocompasión en la que me he estado
arrojando por tanto tiempo. No hay ninguna duda en que ella hará que me olvide
de Mariana y de todo lo demás.
No sé cuento alcohol tengo en mi sistema, pero es suficiente para
hacer que mi cabeza nade con la corrientes y me haga creer que la única chica
en la que estoy interesado es la que está presionando su candente cuerpo contra
mí, el cual está bien. Muy bien.
—Vamos a tu casa —le digo. No creo que Mariana o Damon apreciarían
mucho si ellos volvieran y me atraparan ligando con una chica. Y de
encontrarnos Lenny… demonios, el chico podría estar tan demente como para pedir
unirse a la diversión.
Ella me guía hacia abajo por el patio interior del campus,
tropezándose un par de veces. Yo la estabilizó y ella me llama su héroe. Sí,
claro. Nos tambaleamos pasando el lugar donde jugué futbol más temprano, pero
ella se detiene en cuanto llegamos al Dixon Hall.
—¿Vives aquí? —le preguntó mientras lucho contra el pensamiento
que me pone sobrio, de que podríamos ser atrapados por los de la pandilla de
Re-COMENZAR.
—Sí. Pero no te preocupes. Mi compañera de cuarto ha salido por
esta noche.
Me guía subiendo las escaleras hasta el segundo piso. Diablos. Su
cuarto solo está bajando por el mismo pasillo que el nuestro. Brandi no tiene
una suite como en la que me estoy quedando yo, la suya es solo un dormitorio
pequeño con dos camas sencillas.
Observo con ojos perezosos cuando ella se tambalea sobre la cama y
se desabotona su camisa. Ella me mira con las cejas levantadas mientras abre el
material como si fueran cortinas que estuviera abriendo para dejar entrar la
luz del sol, revelando un sujetador de encaje negro que no esconde mucho. Me
gustan las chicas fáciles que no esperan que yo sea uno de los tipos buenos.
Mejor aún si ellas usan sujetadores de encaje negro. Yo me quito la camisa y
camino hacia ella.
—Tu tatuaje es tan sexy —ella ronronea cuando estamos recostados
juntos sobre la cama—. Es como fuego negro —yo obtuve mi tatuaje en Chicago
como un símbolo de mi rebelión.
Estar aquí con Brandi también es un símbolo de mi rebelión.
Aun no nos hemos besado. No estoy siquiera seguro de querer
besarla. Y mientras ese pensamiento debería estar alarmándome, no pienso mucho
en ello porque es malditamente difícil pensar con claridad cuando estas
borracho, y ella está maniobrando alrededor para montarse sobre mí a horcajadas
y mi mente se pone en blanco.
Ella traza con sus dedos el tatuaje en mis bíceps. —¿Quieres ver
el mío?
—Claro —se arrodilla sobre mí, se gira, y baja la parte de atrás
de sus pantalones. En efecto, ella tiene un tatuaje de un unicornio rojo con
alas de arcoíris justo encima de la raja de su trasero.
—Bonito —pero me estoy empezando a sentir ansioso así que añado—,
muéstrame que más tienes —mejor que empecemos esta fiesta porque debo volver
pronto a mi propio cuarto. Mejor que no esté desaparecido cuando Damon y el
resto del grupo regrese.
Brandi lame sus labios en forma de corazón mientras se gira de
vuelta y desabotona sus pantalones de talle bajo. —Me gusta un tipo que sabe lo
que quiere. ¿Tú sabes lo que quieres, Peter?
—Voy por todo lo que venga.
—Yo también —dice ella, rastrillando sus uñas por mi pecho y
descendiendo. Más abajo. Duele, y creo que me está sacando una o dos capas de
piel. Se desliza por mi cuerpo, y yo decido que no me importa.
Yo me recuesto, dándole la bienvenida a lo que sé que está por
venir. Mientras sus manos expertas desabrochan y bajan el cierre de mis jeans,
luego me liberan del confinamiento, yo observo, con la cabeza dándome vueltas.
Ella no está teniendo problemas en enfocarse, a pesar de estar tan
borracha como yo. Todo lo que hace está tan bien orquestado; esta chica es una
completa pro en más que solo bongs de cerveza. Yo cierro mis ojos y le digo a
mi región baja que disfrute de la atención.
Estoy definitivamente en esto.
Completamente en esto.
Decir que ahora estoy excitado es quedarse corto en grandes
proporciones. No estoy seguro si es un problema que detrás de mis parpados me
esté imaginando a una chica que cojea y me odia…
Mariana.
—¿Qué acabas de decir? ¿Eh?
—¿Qué? —abro mi ojos y miro a Brandi, preparada sobre mis
pantalones desabrochados.
—¿Acabas de llamarme Mariana? —ella pregunta de manera acusadora.
—No —lo haya hecho o no, Brandi definitivamente no es Mariana—. Lo
siento —añado sin convicción.
Ella se encoje de hombros. —Está bien.
Sin vacilación, ella busca al interior de su mesa de noche y saca
una bolsa plástica pequeña. Escoge una píldora amarilla con una cara sonriente
en ella, la deposita en
su boca, y respira lentamente mientras degusta el sabor. —Ten,
toma un Adam —dice, sosteniendo uno en mi dirección.
Yo miro la píldora. —¿Que es un Adam?
—Ya sabes, Éxtasis. Tómalo y ponlo debajo de tu lengua. Te prometo
que no pensaras en otra cosa que en pasarte un buen rato conmigo.
Suena genial. Me siento y tomo la píldora de su mano. Si tomar
esta pequeña cosa puede hacerme olvidar todo excepto de pasar un buen rato, voy
por ello.
Pero en el momento que estoy a punto de ponerlo en mi boca, pienso
sobre mi mamá. Mi mamá es una adicta a las drogas por prescripción. Volverme
una mierda de borracho es lo suficientemente malo, pero tomar píldoras…
Mierda.
Ingerir píldoras lleva esto a un nivel completamente diferente. Le
devuelvo la píldora a ella.
—No puedo hacer esto.
—¿Hacer qué? —ella pregunta insegura.
Yo me muevo desde debajo de ella y me subo los jeans. —No lo sé.
Necesito un minuto.
—¿Para qué? —ella pregunta, ahora completamente confundida.
Buena pregunta. Yo miro a Brandi de arriba abajo. Ella está muy
buena. Es bonita y tiene un cuerpo ardiente… pero no es Mariana. Y mientras yo
no quiera a Mariana, o no pueda tener a Mariana, o la mierda que sea que no
puedo poner en un pensamiento coherente porque estoy borracho, esto no va a
funcionar a menos que yo logre recomponerme.
—¿Dónde está el baño? —pregunto yo.
—Abajo por el corredor. ¿Estás bien? Si estás pensando en comprar
protección en los dispensadores del baño, no tienes que preocuparte por eso. Yo
tengo algunos.
Me encamino hacía la puerta y mascullo: —Regreso enseguida.
Me tambaleo hacia el baño de los hombres y me inclino sobre uno de
los lavabos. Esto apesta. Debería estar disfrutando mi noche libre. En vez de
eso, soy un borracho deprimido. Miro al espejo enfrente de mí, y eso me hace
sentir peor. Corro mi mano por el desordenado cabello y me pregunto si debo
rasurarlo por completo como lo hacían en la correccional, porque ahora no soy
solo un borracho deprimido… soy un borracho deprimido que se ve como una
mierda.
Lo peor es que me siento tan mal como me veo.
Salpico agua en mi rostro para ayudar a traerme de vuelta de este
humor, pero no sirve de nada. Brandi me estaba excitando, pero no era Brandi lo
que me estaba poniendo duro. Era pensar en Mariana. Retorcido, lo sé. No hay forma en que pueda pasar por esto con una
chica que es solo un reemplazo.
Me dirijo hacia el dormitorio. Ella probablemente este volando
ahora y lista para algo de verdadera acción. Espero que no se moleste mucho
porque yo me esté saliendo temprano de su fiesta de éxtasis.
En el pasillo, justo cuando tengo mi mano en el pomo de la puerta
de Brandi, escucho la voz de Mariana decir detrás de mí: —Peter, esa no es
nuestra Suite.
Me giro hacia la chica que ha estado atormentando mis noches desde
que estuve encerrado en la cárcel. La chica que acaba de arruinar mi escapada
sexual con Brandi sin siquiera saberlo. Ella tiene ojos color avellana que
cambian según su humor, tan diferentes de los de la chica con la que estaba en
la cama hace algunos minutos. Y mientras Mariana luce malditamente ardiente
para mí, dudo que ella tenga algún tatuaje de unicornio sobre su trasero o use
sujetadores de encaje negro. Aunque me gustaría averiguarlo.
—Lo sé —digo yo.
Mariana cojea hacia mí, su entrecejo fruncido por la confusión.
—¿Entonces qué estás haciendo sin camisa en el corredor? —ella me mira de
arriba abajo.
—¿Y porque están tus, eh, pantalones desabotonados… y con el
cierre abajo?
La puerta del dormitorio de Brandi se abre y Brandi aparece. Su
cabello despeinado, sus pantalones están abiertos y cuelgan cayéndose de sus
caderas, y tiene su camiseta apretada contra el frente de su sujetador. Estoy jodido.
—Oh —Mariana masculla, obviamente obteniendo su respuesta sin yo
tener que decir una sola palabra.
—Aquí estas —Brandi dice con una sonrisa, luego mira a Mariana.
—¿Quién eres tú?
—Su novia —Mariana responde con una severa cara de poker.
Brandi aparta la Mirada de Mariana y la dirige hacia mí, luego de
vuelta a Mariana. —Estas de broma, ¿Cierto?
disfruten mañana depende de como me va en el examen subo besos
Esta celosa!! jaja Me encanta!(:
ResponderEliminarSuerte en el examen:3
Mas Noveee
@sarapinyana
¡¡¡Pillado!!!,veremos como sale d esta.
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