Mariana.
La chica con la camiseta apenas agarrada en frente está esperando
por una respuesta. Obviamente no cree que una chica que luce como yo, podría
estar saliendo con un chico que luce como Peter. Mis entrañas se aprietan por
el disgusto. Peter no es mi novio y técnicamente nunca lo fue, pero todavía me
duele verlo aquí de pie en el pasillo, con su camisa y sus pantalones
desabrochados, obviamente dispuesto a seguir adelante con esta chica.
No espero a que él le diga que la última persona en la Tierra a la
que llamaría novia sería a mí. Si duele o no, le prometí a Eugenia que cuidaría
de Peter. Ella siente que está en problemas. Los sentidos de Eugenia estaban en
lo correcto. Me salté la película de esta noche después de la cena de grupo
porque estaba cansada y mi pierna empezaba a dolerme. Poco sabía que me iba a
encontrar a Peter aquí, así, con otra chica.
Mirarlos juntos es como una bofetada en la cara. La chica con la
que él obviamente ha pasado esta noche es muy bonita. Tiene grandes ojos
marrones, cabello rubio perfecto, y una cintura tan pequeña que es una
maravilla que todos sus órganos internos puedan caber dentro de su cuerpo. Tal
vez todos están metidos justo en sus enormes senos.
—No, no estoy bromeando —le digo, encontrando mi voz de nuevo—. Peter,
vuelve a nuestra suite. Él parece confundido.
—Tu camisa está todavía en mi habitación —dice la chica con una
gran sonrisa. Probablemente ella espera que él me eche, y probablemente esté en
lo cierto.
Para mi sorpresa, él desliza una mano sobre mi hombro. Huele a
cerveza.
—Me tengo que ir con ella —puedo detectar un leve arrastre en su
discurso, lo que confirma que no está completamente sobrio. La chica vuelve a
entrar en su habitación, pero aparece un segundo después. Azota la camisa
contra él.
—Eres un perdedor —dice, y luego me mira—. Puedes quedártelo
—cuando cierra la puerta, solo estamos Peter y yo en el pasillo. Me encojo de
hombros fuera de su abrazo. No se ha puesto la camisa de nuevo y la cremallera
está aún desajustada.
—¿Vienes? —pregunto con impaciencia. Me sorprendo cuando me sigue
de vuelta a nuestra suite. Abro la puerta.
—Necesito ayuda —Peter medio articula mientras cruza su brazo
sobre mis hombros otra vez. Puedo sentir el calor de su piel desnuda a través
de mi ropa. En el pasado habría hecho cualquier cosa porque Peter pusiera su
brazo a mí alrededor. Pero no ahora.
—Tienes aliento a cerveza —le digo, empujándolo lejos de mí—. Y si
quieres ayuda para cerrar tu bragueta, le has preguntado a la chica equivocada.
Entra en la habitación detrás de mí y se desploma en el sofá.
—¿Así que eres la chica equivocada para mí, pero la chica adecuada
para Matt? — pregunta.
—Cállate, Peter. Matt es sólo un amigo.
—No lo creo. Creo que estás emocionada con él.
—Mis relaciones no son de tu incumbencia. Y solo porque hable con
un chico no quiere decir que me he emocionado por él.
—Bien. Ya lo sabía —mira a su alrededor, confundido—. Espera,
¿dónde está el resto de nuestro pequeño grupo disfuncional?
—En una película.
—¿Por qué no estás con ellos? —como una señal, un dolor agudo
comienza en mi tobillo y se dispara hasta mi pantorrilla. Soltaría un suspiro,
pero no quiero que Peter sienta lástima por mí—. Tengo que descansar mi pierna.
Da palmaditas en el colchón junto a él.
—Quítale peso y siéntate a mi lado. El cabello de Peter sobresale
en todas las diferentes direcciones y la maldita cremallera aún está abierta
como un recordatorio de lo que estaba haciendo esta noche con esa chica. El
problema es que él todavía luce bien. Mi labio superior se frunce, pensando en
él y la otra chica.
—No.
—Vamos, solo por un asegundo —sus ojos están a media asta y está
tratando de actuar vulnerable e inocente pero sé más que eso.
—Probablemente deberías ir a la cama antes de que Damon te atrape
borracho o drogado o lo quesea que ingeriste esta noche —le digo.
—Siéntate conmigo por un minuto, entonces voy a desaparecer en mi
habitación y no tendrás que verme por el resto de la noche. Te lo prometo
—revolotea sus manos sobre su bragueta y finalmente la cierra y abotona sus
pantalones, luego inclina su cabeza contra la parte posterior del sofá.
—Y para que lo sepas, no me drogué. Podría hacerlo, pero no lo
hice. No quiero terminar como mi mamá —murmura. Esa es la primera vez que lo he
oído hablar de su familia desde que comenzó este viaje. Oigo una tristeza clara
en su voz cuando menciona a su mamá, lo que lo hace parecer aún más vulnerable.
Estoy justo en frente de él, decidida a ser la racional.
—Estabas bebiendo esta noche. No lo niegues. Sus labios se curvan
en una pequeña sonrisa.
—Sí, bebí. Sienta bien no tener que pensar en… todo.
Vacilo. Estar cerca de Peter no es una buena idea. —Debo informar
a Damon.
—Sí, deberías hacerlo.
Suspiro. —Pero no lo haré.
—¿Por qué no, Mariana? ¿Podría ser que en el fondo de ese helado
corazón que tienes todavía te guste? —extiende la mano y tira de mí hacia él.
Al no estar muy estable, me tropiezo hacia adelante, pero él acuna mi cuerpo
con su brazo y suavemente me baja hasta el sofá hasta que estoy acostada. Bajo
él.
—No respondiste a mi pregunta —dice. Mi cerebro me dice que me
aleje y mantenga la distancia, pero mi cuerpo no está escuchando a mi cerebro.
Mi cuerpo tiene mente propia. Miro hacia los intensos ojos azules de Peter.
Esas profundidades están totalmente centradas en mis labios, recordándome la
primera vez que nos besamos en Paradise. Fue en el parque, justo después de que
él me abrazara mientras yo lloraba en sus brazos.
Juro que el aire se ha vuelto más pesado a nuestro alrededor,
acercándose como una nube oscura. Todo lo que oigo es el sonido de nuestra
respiración. Me olvido de todo lo demás y me permito disfrutar de estar tan
cerca de él otra vez. Aleja mi cabello de mi rostro con una dulzura inesperada,
las yemas de sus dedos son una suave caricia en mi mejilla. Junto mis manos a mis
lados, asustada de que si me muevo volveré a la realidad. Peter se desplaza y
se mueve más cerca.
—Mariana, ¿quieres esto tanto como yo? —pregunta. Su rostro justo
encima del mío.
—Yo… no puedo responder eso —se inclina hacia atrás solo un poco,
pero sigue siendo lo suficientemente cerca que puedo oler el alcohol que bebió
esta noche.
—¿Por qué no? —pregunta. Muevo mi mano a su pecho desnudo para
detenerlo antes de que pierda todo sentido común. Tenerlo tan cerca me hace
respirar más fuerte y mi pulso corre, algo que me hace sentir más enojada
conmigo misma que con él.
—¿Realmente tienes que preguntar? Obviamente estabas con esa chica
esta noche, Peter. No voy a degradarme a ser una segundona.
—No la besé. Lo juro —cuando le doy una mirada de no-te-creo, su
expresión se vuelve gravemente seria.
—No voy a decir que no estuvimos tonteando, pero no pude ir más
allá con eso porque yo estaba… —aprieta sus ojos cerrándolos. Después de un
segundo abre los ojos y mira directo a mí con esa mirada seria de nuevo—. Olvídalo.
—Solo ve a la cama —le digo, tratando de alejarlo de mí—. Es obvio
que estás borracho y no estás pensando con claridad.
—Bésame, luego me iré a la cama.
—Estás loco —digo sofocada.
—Sí, lo sé —sus labios se curvan en una media sonrisa—. Pero eso
me complace esta vez —su cabeza cae lentamente sobre la mía. Miro y mantengo mi
respiración mientras sus hermosos labios carnosos se acercan más y más.
—Oh, Mariana —murmura en voz baja cuando instintivamente enredo
mis manos alrededor de su cuello—. Necesito esto.
No debo estar pensando claramente, porque digo contra sus labios:
—Yo también.
Sus manos están apoyadas a ambos lados de mi cabeza mientras junta
sus labios con los míos. Nos besamos tentativamente, como si ninguno estuviera
seguro de que esto está bien. Mi corazón está derritiéndose lentamente. Mi
cuerpo se estremece por la emoción y la anticipación mientras una de sus manos
agarra mi cintura y me acerca aún más.
Cierro los ojos y finjo que estamos de vuelta en el mirador de la
Sra. Reynolds cuando éramos solo los dos. Se sentía tan bien, que no podría
haber sido un error. En ese entonces él me abrazó y me hizo creer que por el
tiempo que estuviéramos juntos, todo lo demás se mantendría en su lugar.
Suspiro en la boca abierta de Peter, sale un poco como un gemido. Se inclina
lejos de mí. Abro los ojos y lo encuentro sonriendo con una enorme sonrisa
masculina cien por ciento satisfecha.
Como si mi respuesta es la señal que tiene para ir más lejos, Peter
da un gruñido gutural justo antes de bajar de nuevo su cabeza. Tiene la boca
sobre la mía, abierta, su lengua buscando. Creo que mi cerebro está tratando de
enviarme señales de alarma, pero mi cuerpo y mi propia lengua están disfrutando
demasiado de la atención para escuchar. Los sonidos de nuestras lenguas y
labios y gemidos me encienden, y me encuentro pasando mis manos a través de su
cabello, acercándolo más.
—Tócame —pide Peter mientras extiende sus manos y delinea mis
labios con la suave punta de su dedo y lo mete en mi boca. Me convenzo a mi
misma de pensar en el mirador. Todo el tiempo que mantengo mis ojos cerrados,
estamos allí, estamos en el pasado y no en el presente. Él va a decirme lo
mucho que se preocupa por mí en cualquier momento. Va a decir que soy la única
chica que quiere y necesita.
Traza un camino mojado por mi cuello y mete su dedo en la V de mi
camiseta. Su boca sigue con pequeños besos antes de que se mueva y vuelva a
besarme. Empiezo a sudar de pasión. Estoy ardiendo.
Todo es lento y erótico, nuestras lenguas llegan y se deslizan y
se buscan como si estuviéramos saboreando al otro. El sabor amargo de la
cerveza ha sido reemplazado por el dulce aroma que me recuerda exclusivamente a
Peter. Estoy perdida en el presente, pero mi mente y cuerpo están atrapados en
el pasado. Se siente bien y oh, tan correcto estar finalmente besándolo así. Y
tocándolo.
Él dijo que lo necesita.
No estaba mintiendo cuando admití que también lo necesitaba.
Cuando llega bajo mi camisa y frota su pulgar sobre la parte
superior de mi sujetador, el resto de su mano sosteniendo mi pecho, me siento
como si el mundo se hubiera detenido y solo existiéramos los dos. Siento una
sensación de calor que va desde el pecho hasta las puntas de los dedos de mis
pies y viceversa. Mis entrañas se derriten lentamente en pequeños charcos.
Hasta que suena mi móvil. Está en mi bolso, sonando alto e interrumpiendo mi
fantasía.
—No contestes —dice Peter en tono áspero—. Ignóralo —me besa otra
vez, pero el mirador se ha ido. El momento está perdido. Mi móvil no para de
sonar. Vuelvo la cabeza, rompiendo el beso, y parpadeo para alejar una
repentina lágrima de frustración mientras llevo mi brazo agitado hasta mi
bolso.
—No puedo —mi mano encuentra el bolsillo y agarro el móvil. El
número brillando intensamente en el identificador de llamadas me hace aspirar
una bocanada.
—Es mi papá —digo lentamente mientras alejo la mano de Peter de
debajo de mi camisa. Dejo que el teléfono suene y suene hasta que la llamada es
transferida al
buzón de voz. Mi papá, el hombre que me llama una vez o dos veces
al año. Mi papá, que me dejó apenas sin mirar atrás.
Levanto la vista hacia Peter, que todavía permanece estático sobre
mí. Él es el chico que me dejó y no miró atrás hasta que fuimos forzados a
juntarnos en este viaje. Él me traicionó al igual que lo hizo mi papá. Él me
mintió igual que lo hizo mi papá. Estaba tonteando con otra chica esta noche,
luego pasó a mí como si eso no importara. Diferente cara, diferente cuerpo, el
mismo buen tiempo intercambiable. Soy patética y la única culpable soy yo. Yo
podría haber dicho no. Podría haber actuado como si no quisiera esto. Podría
haber caminado hacia mi habitación y cerrar la puerta.
Pero no lo hice.
En su lugar, me acerqué más a él… casi probándolo para ver si él
hacía un movimiento. Efectivamente, mordió el anzuelo. Yo no soy mejor que esa
chica que estuvo con él esta noche.
—Peter, ¿qué estamos haciendo? —le pregunto. Se aleja de mí para
sentarse de nuevo y suspira.
—Oh, no, aquí viene. Tu introspectivo, emocional y filosófico yo
interior está saliendo.
—¿Por qué no debería ser introspectiva? No tiene sentido.
—Ni el chocolate y la mantequilla de maní, pero de alguna manera
funciona —dice—. De alguna manera la mezcla de esas dos cosas es genial.
—Estás borracho. No estoy hablando de comida. Estoy hablando de
dos personas con un pasado realmente jodido.
—Deja de pensar tanto —dice, terminando mi oración—. No importa
cuánto tiempo ha pasado, eso no parece lo importante —frota mi brazo con
suavidad, haciendo cosquillas sobre mi piel sensible.
—No sé por qué estamos luchando tanto con esto. Demonios, no podía
hacerlo con Brandi esta noche porque en todo lo que podía pensar era en ti. Incluso
la llamé por tu nombre —dice, divagando—. Sí, estoy jodido, estamos jodidos,
¿si no, por qué ocultar el hecho de que aún nos queremos?
Lo aparto.
—Tú, Peter Lanzani, eres un gran imbécil.
—No te entiendo —dice, con las manos en el aire y frunciendo sus
cejas por la confusión—- Admití que no podía estar con otra chica porque estaba
pensando en ti. Te quiero, Mariana. ¿Es eso tan malo?
—Sí.
—¿Qué, admitir que me enciendes? ¿Por qué lo tratas como si fuera
un insulto?
—No quiero que nosotros solo nos ―queramos‖ el uno al otro —tomo un respiro profundo.
—Quiero tener una relación real con un chico. Amor. Y tú, ni
siquiera sabes qué es el amor. El amor es honestidad. El amor es respeto mutuo
por el otro, algo que tú y yo no tenemos.
—¿En serio? —mis palabras obviamente lo molestan, porque se
levanta y dispara de nuevo—. ¿Así que estás diciendo que no tienes respeto por
mí?
—Sí, eso es lo que estoy diciendo.
—Bien —dice él.
—Bien —le digo.
—Entonces, creo que categoricé todo este asunto que sucede entre
nosotros muy mal.
Esta vez el dolor agudo golpea mi corazón, pero permanezco fuerte.
—Es todo acerca de honestidad, Peter.
—Sí, bueno, honestamente estás siendo ridícula.
DISFRUTEN DEL CAP BESOSS
Como quiere k lo entienda cuando lo vio ,y al rato queria estar con ella.Honestidad ,y me parece k confianza también es lo k pide Lali.
ResponderEliminarYo no entiendo a Peter, espero que la excusa sea que este borracho orque sino...
ResponderEliminarMas!
@sarapinyana