Peter.
Mi mi vida no fuera una completa mierda antes, lo es
definitivamente ahora. Acabo de revelar el secreto que prometí llevarme a la
tumba. Traicioné a mi hermana melliza, y a mí mismo, porque no podía soportar
la forma en la que Mariana me miraba conforme bajaba de la maldita plataforma.
Sus ojos eran como el cristal, y el surco decepcionado de sus cejas me hacía
querer recogerla y llevarla a un lugar donde nadie pudiera engañarla o herirla.
Un lugar donde ni siquiera yo pudiera herirla.
Lo he jodido. Con Mariana,
con Eugenia, con mis padres… con todo.
En este momento no podía ni confiar en mí para no joderlo. ¿De qué sirve intentar
estar fuera de la cárcel cuando, quizás, es el mejor lugar para mí? Al menos en la cárcel sé dónde quedarme y no tengo
que ver la decepción en las caras de la gente que me importa.
El problema es, que no quiero estar encerrado otra vez. Me sentía
como un animal inquieto y enjaulado en el reformatorio, especialmente porque
sabía que no me merecía estar ahí en primer lugar. O quizás sí. Quizás me
merecía estar encerrado por mentirle al juez y a todo el mundo. Estaba borracho
la noche en la que Mariana fue atropellada con el coche, y quizás mi criterio
estaba apagado cuando le dije a mi hermana que la encubriría.
Para entonces era demasiado tarde.
Todo lo que quería hacer era proteger a Eugenia, ya que sabía que
ella no sería capaz de manejar el estrés de ser arrestada y atrapada en una
celda. Ni siquiera sé lo que estaba bien y mal.
¿Cómo supo Mariana que
le había mentido? Hace un segundo, pensaba que la
única forma de que pudiera quitarle esa mirada de traicionada de su cara era
decirle la verdad. Otro mal movimiento. Ya sabía la verdad.
Quiero escapar, pero estoy atrapado aquí. Puede que no esté en una
jaula, pero se siente como si estuviera en una.
—No, no soy feliz —dice Mariana finalmente, su voz baja y triste.
Me quedo mirándola. —Genial, porque eso nos hace dos.
—Tres —dice Lenny, todavía en el suelo—. Creo que voy a tener un
moretón en mi sensible trasero por tu culpa.
Lágrimas caen por las mejillas de Mariana. Parpadea un par de
veces y las aparta con la yema del dedo. —¿Me odias, Peter?
Debería. Debería odiarla con toda mi alma, pero no lo hago.
—Sabías desde el principio que no te atropellé, ¿verdad? —digo.
Asiente. —Recordaba pedazos y trozos como su fuera un
rompecabezas, pero no se juntaron hasta…
—¿Te diste cuenta de que no fui quien te golpeó antes de que me
fuera de Paradise hace ocho meses? —pregunto, teniendo que saber la respuesta
incluso aunque temo oírlo.
—Sí —dice suavemente.
Recuerdo las veces que pasamos juntos trabajando en la casa de la
Señora Reynolds, cuando perdíamos el tiempo en el mirador y pasé mis manos
sobre su lisa y suave piel.
—Sabías que no te herí, pero me dejaste seguir pensando que sí.
¿Cómo pudiste?
—Al momento en que me di cuenta de quien estaba en realidad
conduciendo el coche, ya te había perdonado. No importaba.
—¡Una mierda que no importaba!
—Uhm, se acabó el tiempo. Creo que esta actividad se ha acabado
—dice Damon—. Nosotros tres tenemos que hablar, ahora mismo.
Ahora. Esa es la palabra favorita de Damon.
Nosotros tres dejamos el resto del grupo en la plataforma con Dex
y nos dirigimos a una mesa de picnic por el aparcamiento.
Damon suspira mientras nos mira a Mariana y a mí sentándose
enfrente de él.
—Peter, déjame ver si lo entiendo. ¿Te declaraste culpable por un
delito que no cometiste?
Miro al tipo directamente a los ojos. —Me acojo a la quinta
enmienda
—No puedes acogerte a la quinta enmienda, Peter —dice Damon—. No
estás en el juzgado —sí, y no quiero acabar ahí otra vez—. No voy a contestar
la pregunta.
Damon se gira a Mariana en busca de la respuesta, ya que
obviamente no soy de ayuda en absoluto. —Mariana, ¿Qué sabes de todo esto?
Mariana se encoge de hombros.
Damon agita su dedo a ambos. —No me están dando otra opción. Si no
explicán, tendré que reabrir tu caso e investigar por mi cuenta.
—Fui a la cárcel, Damon —dejo escapar—. Pagué por el delito. Caso
cerrado.
—Si en realidad fuiste a la cárcel por un delito que no cometiste,
el caso está lejos de estar cerrado. ¿Alguna vez has oído de tomar la
responsabilidad de tus actos? ¿Crees que le hiciste a alguien un favor? Adivina
otra vez. Si no fuiste quien atropelló a Mariana, ¿quién fue?
Me quedo en silencio mientras Damon mira a Mariana en busca de
respuestas. Ella se queda mirando al suelo.
—Se los advertí. Esto no está acabado —nos dice.
Pasamos penosamente el resto de los ejercicios. Estoy tan seguro
como el infierno de no decir una palabra, y estoy volviéndome loco
preguntándome exactamente cuánto sabe Mariana.
Después de la cena, Damon nos saca a Mariana y a mí a un lado.
—Mañana por la mañana el resto del grupo va a otra escuela a por una charla de
grupo, y ustedes dos vienen conmigo.
En el dormitorio, escucho a Damon hablando un montón de veces por
teléfono, y tengo la clara sensación de que está a punto de arrestarme e
interrogarme.
No puedo hacer esto. El resto de la noche es una gran mancha para
mí. Todo en lo que puedo pensar es que tengo que escaparme. Tengo que abandonar
el grupo y tengo que encabezarme por mi cuenta de nuevo.
En medio de la noche, cuando todo el mundo está dormido, echo todo
lo que tengo en mi bolso. Escaparse de Damon y sus lazos al sistema de justicia
de Illinois es la única solución. Si no pueden encontrarme, Damon puede que no
tenga un caso contra Eugenia. Miré algunos libros legales en la biblioteca del
reformatorio. El plazo de prescripción de un delito son tres años. En un año, Eugenia
no podrá ser acusada del delito.
Salgo de nuestra suite y troto bajando las escaleras. Cuando
empiezo a cruzar el oscuro campus, oigo una voz familiar tras de mí.
—Peter, espera.
—Mariana, ¿qué estás haciendo?
Lleva unos pantalones de seda y una camiseta. Su pelo está hacia
atrás en una cola, y parece tan vulnerable ahora. Y sexy, pero ella no lo sabe.
Antes de que fuera a la cárcel, nunca le di un segundo vistazo. Era sólo
nuestra vecina y la mejor amiga de mi hermana melliza. Sólo estaba interesado
en Luna Greene, con su largo pelo y capas de maquillaje. La belleza de Mariana
es más sutil… puede ser eludida si estás ciego por otras chicas, o comparada
con ellas.
Se muerde el labio inferior. —Te vas, ¿verdad?
—No puedo quedarme aquí —echo mi bolso al hombro y empiezo a
caminar otra vez.
—Voy contigo —grita.
—No, no vienes —miro hacia atrás a ella. Está cojeando detrás de
mí con una mochila en los hombros—. Vuelve al dormitorio.
—No.
—No seas estúpida, Mariana. Vuelve al grupo y sigue con tu vida.
Olvida que alguna vez existí.
—No puedo hacer eso —dice—. Ojalá el accidente nunca hubiera
pasado, y tú nunca hubieras ido a la cárcel, que nunca te hubieras ido de
Paradise, que no pensaras que involucrarse conmigo era el mayor error de tu
vida.
Mierda. Odio tener esas palabras de vuelta a mí, sobre todo
cuando son mentira. Le he hecho daño, incluso aunque juré que nunca lo haría de
nuevo. —Estar contigo no fue un error.
Levanta la mirada con esos inocentes y expresivos ojos. —Pero tú
dijiste…
—Sí, sé lo que dije. Mentí. Pero aun así no puedes venir conmigo.
—Me pediste que me fuera contigo la última vez que te fuiste de
Paradise. ¿Recuerdas?
Asiento lentamente.
—No voy a cometer el mismo error otra vez. Esta vez voy contigo.
PERDON QUE AYER NO SUBI PERO TENIA EL CUMPLE DE MI HERMANO DE MI NOVIO Y UN AMIGO LOS TRES CUMPLEN EL MISMO DIA Y ENCIMA LO QUISIERON FESTEJAR EL MISMO DIA PERDON COMO RECOMPENSA LES DEJO DOS CAP BESOS AH Y SE ACERCAN MOMENTOS CULMINANTES JAJAJA
MAS!!!
ResponderEliminarSe escapan,uf,van a complicar las cosas.
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