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viernes, 1 de junio de 2012

novela: salir del paraiso capitulo 40



peter ni siquiera sabe que la Sra. Reynolds murió. Cuando lo vi en pasillo esta mañana, iba a decirle. Pero entonces atrape a Peter y Luna juntos.
Antes de que nuestra relación comenzara, podía entender. Pero yo creía que le gustaba lo suficiente para no necesitar a alguien más. Pensé que lo que teníamos era real. Puaj. No quiero pensar en Luna Greene y su perfecto cabello rubio y sus perfectos y desvergonzados senos o la manera perfecta en la que camina. Pero no puedo evitarlo. Porque yo no soy perfecta.
Estar sentada en la oficina de la enfermera lo demuestra. Desde que Peter se quedó paralizado allí, sorprendido frente a las cicatrices en mi pierna, he estado muriendo por salir de aquí.
—¿Puedo regresar a clase ahora?
La enfermera de la escuela se inclina sobre mi pierna con guantes de hule, examinándola. Levanta la vista.
—¿Te duele?
¿Se refiere a mi corazón? —No. Está bien —le digo—. De verdad.
—Hay un poco de sangre aquí. Me preocupa que pueda haber daños internos.
—Es sólo una pequeña raspada —le digo mientras la mujer está poniendo antiséptico en una bola de algodón y frota la sangre de mi rodilla—. Se armó un gran problema por nada.
Yo sé por qué Peter vino corriendo hacia mí y actuó completamente preocupado. Es porque se siente culpable de que yo escuchara detalles sobre su relación con Luna. Drew sólo dijo la verdad, yo fui responsable de meterlo a la cárcel. Peter y yo nunca deberíamos haber empezado a
hablar. Deberíamos haber seguido ignorándonos mutuamente en la casa de la Sra. Reynolds.
Porque si no hubiéramos hablado, no estaría tan unida a él.
Si no hubiéramos hablado, no lo habría besado y querido más. No lo habría dejado manipularme.
La enfermera Sandusky no se ve feliz cuando me bajo de la camilla y cuidadosamente bajo mi pantalón. Sin embargo no voy a sentarme aquí y ponerme de mal humor todo el día. Voy a levantarme y mantenerme en alto, ante Peter, Drew, Luna... y cualquier otro que decida ponerse en mi camino.
Cuando estoy vestida, doy un suspiro de alivio. Mis cicatrices están cubiertas. Entonces, ¿por qué me siento tan expuesta? Porque Peter ha visto las cicatrices de las heridas que él puso en mi cuerpo.
Las cicatrices constantes que me hacen pensar en él y el accidente todos los días de mi vida.
Por desgracia tengo que pasar por la oficina de Meyer en mi salida. Peter está sentado frente al escritorio de la secretaria, con la cabeza hundida en las manos.
Como si supiera que lo estoy viendo, levanta la cabeza. Sus ojos me penetran como si estuvieran buscando calor o conexión. ¿Piensa que soy una tonta que quiere ser humillada? Aparto la mirada, espero que la enfermera me escriba un pase y salgo de la oficina tan rápido como puedo.
Como si el día no pudiera empeorar, Luna y Hannah están caminando por el pasillo. No me han visto todavía. Me meto al baño de las chicas... ya he tenido suficiente por un día.
Me miro en el espejo del baño. Ojos de color avellana opaco, cabello que no ha decidido si quiere ser claro u oscuro, y una nariz que es demasiado grande para mi cara. En la cima de todos esos defectos, tengo una cojera.
¿Cómo pude alguna vez pensar que podía competir con la perfecta Luna Greene?
La puerta del baño se abre rechinando. Me escondo en uno de los cubículos y pronto escucho a Luna decir:
—No me los puedo imaginar besándose. ¿Puedes?
—Por favor, Kend, no me hagas asquear. Peter es, como, un tipo duro de Hollywood y Mariana es, como, una idiota total. Probablemente besa con sus labios completamente fruncidos y las manos a los costados.
—Exactamente. Deberías haberla visto esta mañana. Creí que iba a llorar en medio del pasillo.
Las dos se ríen.
Me quiero morir. Olvida mantenerme en alto, en el fondo soy realmente una idiota y una cobarde.
Me asomo por la abertura de la puerta. Hannah se pone lápiz labial mientras Luna juega con su cabello largo y rubio.
—Él siempre te va a amar. Ustedes dos tienen un vínculo que no puede ser deshecho —dice Hannah.
Luna deja de jugar con su cabello y se apoya en uno de los lavabos.
—Peter le dijo a Agustin  que estaba interesado en salir con Mariana.
—¿Por qué Mariana? ¿No es ella la persona menos probable para atraparlo? Él la golpeó con su coche, ya sabes. Y ella se aprovecha.
Luna titubea.
—¿Qué? —pregunta Hannah.
—¿Has comprobado los cubículos?
Huy. Soy carne muerta. Equilibrarme en la tapa del inodoro con una pierna mala no es una buena opción.
La puerta de uno de los cubículos se abre rechinando. Oh, no.
Trato de mirar por la puerta, pero no quiero tropezar o hacer ningún sonido que les avise que estoy espiando.
—Ustedes dos son tan patéticas. Deberían haber revisado antes de empezar a balbucear sobre su patética vida.
Es Rocio, mi prima.
—¿Qué has oído? —dice Luna.
—¿Qué piensas? Lo escuché todo.
—Y te lo guardarás para ti misma, ¿no es así Rocio?
Rocio se pone las manos en sus caderas.
—No lo sé. ¿Por qué no dejas de difundir rumores sobre mi prima? Ella puede cojear, pero tiene más para admirar que ustedes dos juntas.
Las otras chicas miran fijamente a Rocio como si le hubieran brotado alas, totalmente sorprendidas de que su seguidora finalmente demuestre que tiene mente propia
—Pon los pies en la tierra, Rocio. No olvides que eras una perdedora y Mariana estaba en tu lugar hace un año. Sólo porque ahora eres amiga de Maria y Candela no significa que de repente eres la gran mierda.
Ella tiene razón. Yo no era agradable con Rocio cuando estaba en la cima y ella luchaba por hacer amigos que no se escondieran en la biblioteca durante el almuerzo. Creo que las palabras de Luna van a bajarle los humos a Rocio, pero mi prima no vacila.
—Luna, solía adorar el suelo que pisabas porque eras bonita y popular y tenías un novio que el resto de las chicas sólo soñaban que pudieran conseguir. Quería ser popular, ser como tú. Ahora sólo piensa que eres patética.
—Será mejor que tengas cuidado, Rocio, o simplemente puede ser que te encuentres siendo una perdedora de nuevo tan rápido que tu cabeza dará vueltas —los ojos de Luna son grandes y salvajes, y creo que si ella tuviera súper poderes habría fundido a Rocio con esa única mirada. Pero ella no tiene súper poderes. Hannah está de pie detrás de Luna con el pulgar y el dedo índice en una “L” sobre su frente, dirigiéndola hacia Rocio.
Mientras que Rocio está dando la cara por mí y siendo amenazada, yo estoy escondiéndome como una cobarde. Mis manos están sudorosas. Me doy cuenta de que mi propio miedo me retiene. Observo a mi prima dando
la cara por mí sabiendo que el resultado final no va a ser bonito. Siento el espíritu de la Sra. Reynolds dándome coraje.
Empujo la puerta del cubículo abriéndola ampliamente, el fuerte chirrido alerta a las tres de mi presencia.
La cara de Rocio está tan sorprendida como la de Luna y Hannah. Luna emite una risa nerviosa, pero se recupera rápidamente.
—¿Es este, como, el baño designado para perdedoras y nunca tomé nota?
—Eres igual que tú prima —me dice Hannah—. Siempre vas a seguir los pasos de chicas como Luna y yo.
Cojeo al lado de mi prima.
—Hannah, tú y Luna lo tienen todo. Y sin embargo... ambas son caparazones vacíos, nada que valga la pena en el interior. No las seguiría incluso si eso significara la curación de mis piernas.
—Creo que el accidente dañó tu cerebro. —Luna escupe las palabras como un dragón que escupe fuego sobre su enemigo.
Rocio me está mirando en estado de shock. Sé que no he sido fuerte desde el accidente. Nunca doy la cara por mí misma y me concentro en mis defectos en vez de mis virtudes. Pasar tiempo con una mujer fuerte como la Sra. Reynolds debe haberme contagiado. Y pasar tiempo con Peter en los últimos meses me ha hecho sentir atractiva y hermosa. Yo sólo... en el fondo no puedo creer que él me estuviera mintiendo. La admiración brillaba a través de las profundidades de sus ojos. Le temblaban los dedos cuando delineaba mis labios o tocaba mi cara. Un chico como Peter, que esconde sus emociones, no podría fingir las reacciones tan intensas incluso si quisiera.
Luna sacude su cabeza y se burla de mí.
—Si Peter te dio la menor atención es sólo porque sentía lástima por ti.
Estoy segura de que lo hizo... pero lo que compartimos fue mucho más allá de eso.
—No me burlaría si fuera tú —le digo a Luna—. No se ajusta a tu cara.
Mi prima se vuelve hacia mí.
—¿Peter? No, no puede ser verdad. ¿Puede serlo?
Asiento.
—¿El Peter Lanzani? ¿El hermano de Eugenia Lanzani? ¿Peter Lanzani? —ladeo mi cabeza hacia un lado y asiento un poco más.
La boca de Rocio se abre y los ojos se salen de sus órbitas.
Como una onda de choque, me doy cuenta de que Peter tuvo razón todo el tiempo. Ir a España era sólo una manera de escabullirme, una manera de escapar de la gente y una manera de olvidar el accidente por un tiempo. Pero el accidente ocurrió. No hay manera de olvidarlo. Y yo cojeo. Tengo que enfrentar el hecho de que nunca seré la misma de antes.
Está bien. Estoy bien. Tomando una respiración profunda, me doy cuenta de algo...
Me siento más fuerte y más viva que antes del accidente.
La puerta del baño se abre. La Sra. Gibbons entra al baño. Sus cejas se alzan cuando presencia nuestra pequeña confrontación.
—¿No se supone que todas ustedes están en clase?
Ninguno de nosotras responde. Luna me está mirando, Hannah sigue mirando de Luna a mí y de nuevo a Luna, Rocio todavía tiene la boca abierta en shock, y yo no estoy revelando nada.
—Muy bien, entonces. Vamos todas a hacer un viajecito a la oficina del Sr. Meyer para que podamos llegar al fondo de esto.
—Me parece muy bien —le digo.
—A mí también —dice Rocio, respaldándome. Le debo una gran disculpa por ser tan imbécil antes del accidente. A veces hay que alejarse de la multitud para ser una mejor persona. No siempre es fácil, eso es seguro. Pero es correcto. Y a veces hacer lo correcto se siente muy bien. Incluso si te hace terminar en un viaje a la oficina del director.
Los ojos de Luna siguen escupiendo fuego.
—Lo que sea.
—Sí, lo que sea —dice Hannah, haciendo una imitación vergonzosa de su mejor amiga. Casi me siento mal por ella.
Todas seguimos a la Sra. Gibbons a la oficina. Rocio me está mirando, con sus ojos muy abiertos.
—¡No puede ser! ¿Peter Lanzani? —articula silenciosamente.
No es culpa de Luna ser hermosa y bonita. Ni siquiera es culpa de Peter sentirse atraído por ella. Eso ni siquiera importa.
Lo que importa es que no estoy acarreando sentimientos de odio y traición. Eso ha sido demasiado agotador. La Sra. Reynolds tenía razón.
No odio a Luna.
No odio a Eugenia.
No odio a Peter.
Me siento más fuerte que... bueno, ni siquiera puedo recordar cuándo. Lo único que sé es que me siento bien. No, mejor que eso. Me siento fuerte.

5 comentarios:

  1. NAAAAAAAAA MI PUPY HERMOSA VOS TE SARPAS ME ENCANTA LA NOVELA QUIERO MA SPORFIIIIIS MAS NOVELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA TE AMO DULCEEEEEEEEE
    QUE UENO QUE LALI SE REVELOJEJEJ

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  2. Siiiiii.
    Capitulon, esto era lo que espereaba qeu marian se decidiera...
    Muy buena esta nove como todas la demas...
    Otro capi porfa

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  3. X fin se atrevió a dar el gran paso d hacerles frente ,ante sus amenazas e insultos,además d defender a Rocío.Se esta dando cuenta k odiar no es la solución a sus problemas,sino afrontarlos.En cuanto logre eso,pondrá mayor empeño en superar los físicos.Más,más,y más,no me cansaré,me encanta la novela.

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  4. hermoso el cap sube massssss

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