traductor

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German documental Spain cartas de presentación Italian xo Dutch películas un link Russian templates google Portuguese foro de coches Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

sábado, 2 de junio de 2012

novela: salir del paraiso capitulo 41



meyer me señala y su dedo aguijonea el aire con cada palabra cuando dice. —Bueno Lanzani. A mi oficina —lo sigo a su oficina, él cierra la puerta una vez que me siento en la silla opuesta a su escritorio. Esta molesto. Lo puedo decir por la manera en que los músculos de su cuello están tirantes y los colores de su cara y su cabeza calva se han vuelto de un rojo profundo. Ni siquiera se sienta en su silla. Se sienta en el borde de su escritorio justo sobre mí. Está tratando de ser intimidante, de asustarme para que sea un niño bueno. Pero él nunca se ha quedado con un tipo como Julio. Y si Julio no me intimida, Meyer ni siquiera tiene una posibilidad.
—¿Por qué comenzaste una pelea con Drew Rudolph?
No puedo decirle la verdad. Si toda la cosa sale a la luz, Eugenia podría ser involucrada en esto, también... Y Luna... Y Mariana. Eugenia ha estado actuando espeluznante. No sé que terminará diciendo. ¿Dirá inesperadamente la verdad, de que ella fue la que golpeó a Mariana? —No lo sé —digo silenciosamente.
La cólera de Mayer se desinfla cuando la frustración toma su lugar. —¿Qué voy a hacer contigo Lanzani? Puedo hacer una llamada a tus padres y decir que eres responsable de obligar a un par a consumir alcohol. Otra queja del entrenador de lucha libre de Fremont fue archivada… algo sobre ti intimidando a uno de sus mejores luchadores. Estás sobre hielo delgado aquí, en el camino rápido a ser un delincuente para siempre. ¿No entiendes que la única persona a la que lastimas con tu comportamiento es a ti mismo? A no ser que puedas explicarte, no tengo elección excepto darte una suspensión
¿Suspensión? Oh, mierda. Debería defenderme, pero es inútil. El tipo no me creería, de todos modos. Permanezco en silencio.
—¿No tienes nada que decir sobre esas acusaciones?
—Nop
—Peter, toma asiento afuera mientras descubro como proceder con esto
Entonces ahora estoy pegado en otra silla de metal fuera de la oficina de Meyer. Puertas cerradas y sillas de metal son temas recurrentes en mi vida.
Levanto la vista cuando las puertas de la oficina principal se abren.
Mariana entra a la oficina, solo a unos pies de donde estoy sentado. Solo capaz de chequearla de lado, estudio su cara. Tiene los pómulos altos y la nariz recta. No es pequeña; tiene una pequeña protuberancia en el medio, casi como si Dios hubiera querido ponerla ahí entonces su nariz no sería perfecta. Pero no sería Mariana sin esa imperfección. No es una cara-bonita como Luna, pero hay algo sobre ella… esa mezcla de inseguridad y rasgos majestuosos que no combinan. Cada una de sus facciones refleja quien es. Excepto sus cicatrices.
Esas que desearía poder sacar con un toque de mis dedos y transferirlas a mi propio cuerpo.
Mariana está concentrada en el mostrador, leyendo algo atentamente. Su cabello caía como una cortina que protege su cara de mí. Soy apenas consciente de Rocio, Luna, y Hannah que están en la habitación, también. Este lugar se está llenando.
La Sra. Gobbons, la profesora de arte, golpea la puerta de Meyer. Mete su cabeza dentro cuando él gruñe para que entre en su dominio sagrado. —Tenemos una situación con algunas chicas de último año.
Las chicas entraron en una sola fila a su oficina. Luna lucía desafiante, Hannah asustada, Rocio indiferente, y Mariana parecía… dispuesta a manejar lo que sea que valla volando hacia ella.
Las chicas salieron unos minutos más tarde. Mariana no me miró. Salió en fila de la oficina con el resto de las chicas.
Meyer reapareció en la puerta. —Bueno Lanzani. Tu turno.
Entro en su oficina y me dirijo a otra silla. Esta tiene relleno. Apoyo los codos en mis rodillas y pienso en lo que dijo Meyer: Estoy en el camino rápido a ser un delincuente para siempre. Mariana probablemente tenía razón: si desapareces, entonces no te recordarán siempre el pasado en cualquier parte que estés.
Hice mi servicio comunitario, pero no me entregaron mis papeles finales de liberación. Damon de verdad va a matarme cuando descubra que estuve en
una pelea. ¿Qué mierda va a pasar cuando regrese al DOC? Espero que Mamá y Eugenia no lleguen al límite.
Escucho el sonido de zapatos y levanto la vista. Mi madre está de pie en el marco de la puerta de la oficina de Meyer. Sus labios están apretados. Puedo sentir que está un poco alterada porque la veo moviéndose ligeramente de un lado hacia el otro.
—Ah, Sra. Lanzani —dice Meyer—. Gracias por venir tan rápidamente.
Mamá asiente y sostiene la perilla de la puerta. —Entonces… ¿debería llevarlo a casa?
Meyer camina hacia mi mamá y pone su mano en su hombro para calmarla.
—El chico al que Peter asaltó no ha levantado cargos todavía, pero la política me fuerza a mantenerlo fuera de los terrenos de la escuela hasta que esto se solucione. Recibirá una llamada mía después de que haya hablado al superintendente del distrito para informarle de la duración de la suspensión de Peter.
Mamá asiente, luego se concentra en mí. Lucía cansada. Las profundas líneas bajo sus ojos y en las esquinas de su boca parecían más profundas de lo que nunca había visto. Yo puse esas líneas ahí. Sin quererlo, he roto el espíritu de mi madre.
En el coche, no tengo nada que decir. Y cuando silenciosas lágrimas comienzan a caer de sus ojos cansados, todo lo que quiero hacer es escapar. Porque no puedo decirle nada para hacerla sentir mejor, no puedo combatir esta bola de nieve de mierda en que se ha convertido mi vida.
Me siento en mi habitación hasta que cae la oscuridad, cuando alguien llama a mi puerta. —Peter, abre —la voz del consejero de transición familiar resuena.
Genial, ahora tengo que ser retado por Damon.
—De inmediato —digo secamente cuando lo dejo entrar.
Si nunca has visto la cara de los tipos negros volverse roja de furia, nunca has visto a Damon Manning molesto —¿Qué demonios está pasando? Recibí una llamada de tu director esta tarde diciéndome que estás suspendido por dos semanas. ¿Quieres volver al DOC?
—Seguro. ¿Tienes las esposas listas? —digo, sosteniendo mis brazos delante de mí.
Damon se acerca… realmente cerca. —Escucha, mocoso, no tengo problema en esposarte y meter tu trasero de regreso a prisión. Pero no creo que entiendas que tu cumpleaños dieciocho esta justo a la vuelta de la esquina. Y ¿sabes qué tipo de regalo de cumpleaños recibes del estado de Illinois? Ser transferido a la cárcel para chicos grandes. Está bien, el lugar para adultos donde mandan a los internos, y no va haber ningún día en el que no sea amenazado o forzado a hacer mierdas de las que solo habías escuchado. No te quiero ahí, Peter, porque entrarás como un confundido chico sabelotodo y saldrás como un insensible bastardo. Te comerán vivo y nadie podrá salvar tu trasero. ¿Me escuchaste? Ahora dime porque demonios has estado metiéndote en peleas.
Estoy tan acostumbrando a confesarme culpable, que a veces olvido decir la verdad. Miro directamente a Damon, sin jugar estar vez. —Estaba protegiendo a Mariana. Drew la insultó.
Damon tomó la silla de mi escritorio y se sentó. Puso su mano en su frente y comienza a masajearla, como Meyer lo hizo esta tarde. —Peter, ¿Qué estás haciendo? Ella es tu víctima. La golpeaste con tu coche.
—No lo hice.
—¿Qué? —suelta.
—Dije que no quise hacerlo.
Damon saca la mano de su frente y se inclina hacia adelante. —No sé qué estás tratando de empujar aquí, pero no es bueno. Si no puedes pretender que Mariana no existe, entonces deja la ciudad. Ella llamó a mi jefe esta mañana preocupada por su seguridad. Dijo que has sido provocador con ella, y ahora la estas acosando.
—¿Qué?
Damon mira directo hacia mí. —Mariana Esposito dice que va a archivar una queja. Oh, no parezcas tan sorprendido, Peter. ¿Qué esperabas? Cuando no sigues las reglas pagas las consecuencias. Es simple.
Nada es tan simple. Trago. Mi garganta se siente apretada. ¿Mariana me odia lo suficiente para enviarme de regreso al DOC?
—Tengo que saber —continua Damon—. ¿Has tenido un encuentro sexual con ella?
Me siento en mi cama y apoyo mi cabeza en mis manos. Dios, esto no puede estar sucediendo. —Eso depende de que quieres decir por encuentro sexual.
—No jodas conmigo, Lanzani.
No tuve sexo con ella.
—¿La acosaste?
Sacudo mi cabeza. —Tuvimos una relación, una relación mutua. No fue gran cosa. Esta terminado. Hecho.
— ¿Cómo terminó?
—Abruptamente.
Damon suspiró frustrado, luego saca un montón de papeles de su maletín.
—Tengo tus papeles de liberación firmados. Terminaste tu servicio comunitario.
Miro fijamente los papeles como si tuvieran alas de ángeles en ellos, pero mi cabeza sigue dando vueltas. Pensé que Mariana y yo compartimos… bueno, seguro como el demonio que fue mucho más de lo que nunca tuve con Luna. Si Mariana estuvo conmigo solo por venganza… oh, mierda.
—Quedas en libertad, pero tenemos un pequeño problema. No puedes volver a la escuela. ¿Peter?
—Sí.
—No todo el mundo está en contra tuyo, lo sé.
Asiento. Ahora mismo, no puedo estar de acuerdo. Estaba tan entusiasmado por arreglar todo cuando volví a casa. Pero todo lo que he estado haciendo es pelear en vez de arreglar. Estoy perdido aquí.
Después de que Damon se va, me dirijo a la cocina. Mamá está inclinada contra el fregadero. Esta temblando mientras toma un manojo de píldoras y las traga con un montón de agua.
—Mamá, ¿Qué estás haciendo?
—Tomando la medicación para la tensión y el estrés.
Le arrebato la botella de pastillas del mostrador.
—Devuélvemelas —ella ordena.
Le echo un vistazo más de cerca al nombre de las pastillas en la botella. Diazepam. Valium. — ¿Hace cuanto que las estás tomando?
—Devuélvemelas —dice, sacando la botella de mi mano y agarrándolas como si estuviera sosteniendo su cordura.
—No puedes sobre medicarte con esta mierda, Mamá. Es peligroso.
Mamá ríe, un risa gutural tan fuerte que la hace toser.
—Es por eso por lo que has estado evitando acercarte a mí. ¿Te has convertido en una adicta a las pastillas en el closet? —maldición, ¿Porqué no lo vi antes?
—Ya no estoy en el closet, ¿está bien?
—¿Papá lo sabe?
—¿Qué crees? Es la única forma que puedo mantener una sonrisa en mi cara todo el día. A él no le gusta pensar en cosas malas. Esta demasiado ocupado. He estado fracasando, ¿No es así? Una terrible esposa, una terrible madre… no es asombroso que me hayan echado de las damas auxiliares.
—¡Porque te importa lo que la gente piensa! —grito—. Estas matando a toda la familia.
—¿Pensaste en toda la familia cuando atropellaste a Mariana? —ella susurra, luego suelta un suspiro disgustado.
—Esto no es sobre mí, mamá. —no le digo que nunca fue sobre mí.
Ella sacude su cabeza. —No lo comprendes, Peter, ¿no es así? Hay cuatro personas viviendo en esta casa y somos todos extraños. Es sobre ti. Es sobre todos nosotros.
Ya ni siquiera sé quién soy. Pensé que sabía, pero con la traición de Mariana estoy de regreso a donde comencé.
Mi madre gira la cara hacia el fregadero, su cuerpo temblando y respirando con dificultad. Cuando camino hacia ella y pongo mis brazos a su alrededor, quiero decirle que la ayudaré. También necesito ayuda. Pero ella se pone rígida tan pronto como hago contacto. —No me toques.
Retiro mis manos y me alejo. Todo a mí alrededor se está cayendo en un montón de piezas. No hay forma de que pueda repararlo no importa cuánto
lo intente. —No te quedes esperando,—digo antes de dejar la cocina y subir las escaleras de dos escalones a la vez. Golpeo la puerta del dormitorio de Eugenia.—Abre.
—¿Qué quieres? —dice Eugenia a través de la puerta.
Golpeo más fuerte. —Eugenia, abre la puerta o la echo abajo.
Ella abre la puerta justo antes de que la patee para abrirla. —¿Qué?
—¿Hace cuanto que mamá está abusando de la prescripción de medicamentos?
Ella se encoje de hombros. —Después de que fuiste sentenciado. Se detuvo por un tiempo, pero comenzó otra vez cuando fuiste liberado.
—¿Cómo puedes quedarte aquí como si no fuera gran cosa?
Eugenia me mira fijamente y ladea su cabeza hacia el costado, su maquillaje negro en un duro contraste con su piel blanca, haciéndola lucir como un mimo. —Cuando ella está dormida no hace preguntas.
¿Qué? Miro a mi hermana como si fuera un fantasma, un caparazón de la persona que una vez conocí. —¿Ya no tienes consciencia?
Eugenia se encoje de hombres.
La agarro por lo hombros y grito. —Eugenia, madura y finalmente toma responsabilidad por algo… ¡Lo que sea!
Lágrimas comienzan a caer por sus mejillas. No debería estar satisfecho por hacer llorar a mi hermana, pero juro que cualquier emoción de ella me satisface. Siento sus emociones, también. Pero son tan contradictorias con las mías que no puedo estar cerca de ella. No ahora. Una parte de Eugenia siempre será parte de mí. Su miseria se convierte en la mía, y ahora mismo no quiero hacer nada con eso.
Ella esta sorbiéndose la nariz cuando dejo la casa y me dirijo hacia la calle.
Camino diez casas antes de darme cuenta de hacia dónde me dirigía: La casa de la Sra. Reynolds. La única señora que es bastante fuerte para ayudarme. Tal vez me dejará vivir con ella, en esa pequeña habitación sobre el garaje.
Veinte minutos esperando por que venga un autobús a llevarme a los Hampton parecen eternos. Cuando llega y echo un vistazo a la casa de la anciana, me siento como en casa.
Toco el timbre, esperando que pueda oírlo. Tal vez si instalo uno de esas lamparitas que se encienden cada vez que suena el timbre, así si su audición realmente desaparece, ella estará lista.
A la segunda vez que toco, la puerta se abre. Pero no es la Sra. Reynolds, es el dueño del restaurante de la Tía Mae. —¿Está la Sra. Reynolds en casa?
—¿No eres tú Peter Lanzani?
—Sí. Yo…
—¿Como conoces a mi madre? —él exige.
Pongo las manos en mis bolsillos. —Trabajo para ella.
Él duda, confundido, entonces su boca se amplia. —¿construiste el mirador?
—Sí.
—¿Cuando Mariana Esposito trabajaba aquí? Los dos, ¿Juntos?
—Con la Sra. Reynolds —le aseguro
—¿Ella sabía que tú fuiste el que atropelló a Mariana? Olvídalo, por la mirada en tu cara asumo que mi madre lo sabía. Probablemente trató de arreglarlo todo, ¿no es así?
—Sí, señor. Tengo que hablar con la Sra. Reynolds. —ella es la única que me queda ahora.
—Ella falleció ayer por la mañana.
No. No, esto no puede estar pasando. Un agujero se forma en mi pecho y se extiende por mis venas. —Estás mintiendo.
—Mi madre tuvo un ataque al corazón mientras dormía. Ahora no se qué va a pasar aquí, pero sé que la madre de Mariana no quiere que estés andando cerca de su hija. Respeta a la familia y déjala estar.
—No hay problema. No hay problema en absoluto —digo.


AVISO: ULTIMOS TRES CAPITULOS!!!

5 comentarios:

  1. Ultimos tres ,¡espero k sean hoy!.No creo k Mariana quiera poner la denuncia ,al menos no para Peter.Euge!Dios ,recapacita ,mas k una emo,parece zombi,no se entera d nada d lo k pasa a su alrededor.La madre d Peter y Euge,una ególatra,solo ve su sufrimiento y no el d sus hijos,se antepone a ellos,cruel.Al creer k Mariana lo denuncio,se encuentra mas solo k nunca,cuando hace unos días,parecía k había encontrado un poco d paz y felicidad ,con Mariana y la sra Reynolds.Ahora solo me queda la esperanza k la sra Reynolds ,dejase un testamento para ellos dos.

    ResponderEliminar
  2. Pon otro ,en media hora me voy,hoy no me puedo quedar hasta tarde,y ya son las 2:30 ,tengo bautizo.Mas novela.

    ResponderEliminar
  3. What? últimos tres capitulos..
    Como diablos se va a arreglar todo este enmbroyo!!!
    ESpero subas los otros capis hoy o si no mañana!

    ResponderEliminar