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miércoles, 12 de septiembre de 2012

novela: regreso al paraiso capitulo 25



Peter.
Camino hacia mi casa, la más grande de toda la cuadra. La casa de Mariana, al lado, es prácticamente eclipsada por la nuestra.
Sigo la acera de ladrillo que mi papá y yo colocamos tres años atrás hasta la puerta principal. Mi casa luce familiar y sin embargo… de alguna manera totalmente extraña para mí. Noto la pintura desprendiéndose de las molduras de madera. Uno de los canales se está cayendo, y no se han plantado flores en el frente. Mamá solía plantarlas cada verano. Ella decía que hacía parecer nuestra casa, un hogar.
Tenía razón.
Tomo un profundo respiro y me concentro en la puerta principal.
¿Cómo vuelves a casa luego de haber huido? Si abro la puerta y solo entro como solía hacerlo, ellos pensarán que soy un intruso. Un extraño.
¿Me tratarán como uno una vez que me hayan dado un vistazo?
Miro atrás hacia la calle, preguntándome si debería retirarme y olvidar volver a casa. Puedo volver sobre mis pasos y desaparecer de nuevo. Nadie lo sabría, y sería más fácil que lidiar con el drama apunto de desarrollarse. Pero desaparecer sería la manera cobarde de salir.
No soy un cobarde.
Ya no más, al menos.
Pongo mi mochila abajo y toco el timbre. Mi pulso se acelera un billón de veces por segundo, como si acabara de haber corrido una maratón. Diferentes escenarios de cómo mis padres y mi hermana reaccionarían, están volando por mi cabeza.
Escucho pasos. ¿Es mi mamá, mi papá o Eugenia? No tengo tiempo de pensarlo mucho porque la puerta se abre y mi hermana está parada enfrente de mí.
Mi hermana gemela.
Por la que fui a la cárcel. Todavía tiene su cabello teñido de negro, de color marrón claro en las raíces, pero su ropa no es tan extraña como cuando me fui. En lugar de cadenas goteando de sus pantalones, ella está usando jeans normales. Su camisa es de color negro para coincidir con su cabello.
La última vez que la vi lucía como la muerte. Su cabello era negro, sus uñas eran negras y su estado de ánimo hacía juego con su ropa negra. Me asustó al principio, pero luego me molestó. Yo era el que fui a la cárcel así que ella vivía una vida fácil en casa. ¿Cómo se atrevía a convertirse en un recluso, y cambiar su apariencia y su actitud, y vivir como los muertos? No tenía derecho...
Por lo menos sus uñas no son negras, y no está usando delineador ni labial negro. Es un gran progreso.
Mi garganta se seca al mismo tiempo que las lágrimas inundan sus ojos.
—Peter —ella lloriquea—. Volviste.
—Por un rato, al menos —me las arreglo para decir.
Cuando volví a casa de la cárcel, Eugenia se había catapultado en mis brazos y me había abrazado con fuerza. No esta vez. Ella está definitivamente manteniendo su distancia. ¿Acaso piensa que soy un fantasma y que voy a desaparecer si se acerca?
—Mariana dijo que te iba a instar a volver a casa, pero no le creí —sus manos están rígidas a sus costados—. No puedo creer que estés aquí.
—Bueno, créelo —estiro mi cabeza para ver si hay alguien más en casa–. Sí, entonces, eh… ¿puedo entrar?
Ella abre más la puerta y retrocede.
—Sí —dice lentamente—, uhm, papá no está en casa.
—¿Dónde está? —le pregunto mientras entro en el vestíbulo.
Eugenia comienza a morder una de sus uñas con nerviosismo.
—Fue a visitar a mamá.
—¿Visitar a mamá? ¿Está en rehabilitación ahora? —oh, demonios. Tal vez sea peor de lo que pensaba.
—Ha estado ahí por un tiempo. No es su primera vez.
Dejo escapar un lento suspiro.
—De acuerdo —puedo lidiar con esto, pero—, ¿algo más que necesite saber?
—¿Cómo qué?
—No lo sé, Eugenia. —estoy en el borde y quiero respuestas. ¿Me las daría?—. ¿Papá está enfrentando bien las cosas? ¿Cuál es tu historia en estos días? —hombre, ¿Por qué dije eso? No quiero confrontarla cuando no he estado de regreso ni por cinco minutos—. Olvida que pregunté lo último.
Eugenia abre su boca para decir algo, luego la cierra.
—Invité a un amigo a quedarse —digo.
— ¿Quién?
—Su nombre es Lenny. Es un tipo que necesita un corte de pelo y viste una camiseta que dice Soy Tu Papi toca el timbre, asumiendo que él lo es —no podía dejar a Lenny fuera en la calle. Cuando no está haciendo su mejor esfuerzo en ser un completo idiota, no es tan repulsivo. Incluso insistió en darme un par de horas para reencontrarme con mi familia antes de que él viniera.
Tomo mi mochila y me dirijo a arriba por las escaleras.
— ¿A dónde vas? —Eugenia pregunta, su voz claramente en estado de pánico.
—A mi habitación.
—¡Espera! —Eugenia grita, pero es muy tarde.
Abro la puerta de mi habitación. O lo que solía ser mi habitación. Ha sido convertido en una oficina. No hay cama, no hay cortinas, no hay armario lleno de ropa. Wow, hasta se deshicieron de mis trofeos. Ninguna señal de mí por ninguna parte.
En ocho meses toda evidencia de mi vida ha sido borrada.
Tengo la sensación de que volver aquí fue el mayor error de mi vida.

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