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sábado, 22 de septiembre de 2012

novela: regreso al paraiso capitulo 33



ultimos capitulos se acerca el final.

Peter.
Los hombros de Mariana están caídos. Ella deja de sonreír tan pronto como Luna aparece. Sé que las cosas están tensas entre Luna y Mariana en este momento, pero siempre y cuando yo estuviera en Paradise, no puedo ignorar a Jaime. Y donde Jaime está, Luna también está.
Simplemente no esperaba que Luna viniera sola.
—¿Dónde está Jaime? —le pregunté.
—Rompimos anoche. La boda se ha cancelado.
—El infierno que lo está —dice Jaime, apareciendo en la distancia. Está caminando en una línea torcida, como si estuviera en algo.
—Vete —le dice Luna.
—No —Jaime dice arrastrando las palabras. La alcanza—. Tú eres mi pareja.
Luna se aleja del alcance de los brazos de Jaime.
—Ya no.
—¿Podríamos comenzar ya el juego y dejar de pelear? —dice Julio.
Cuando Julio habla, la gente escucha. Incluso Luna y Jaime, quienes se ignoran mutuamente aunque son pareja en el juego.
Comenzamos a lanzar nuestros discos hacia las cestas. Al principio Mariana es terrible. Su disco vuela cerca de diez pies delante de ella, y ella ni siquiera está usando el lanzador de disco.
—Gira tu muñeca —le digo.
Ella lo intenta pero el disco vuela hacia atrás y casi golpea a Luna en la cabeza.
La mano de Mariana vuela hacia su boca mientras el disco pasa zumbando cerca de Luna.
—Ups, lo siento.
—Apuesto que sí —murmura Luna.
Jaime le dice a Luna que sea amable. Ella le dedica una mueca de desprecio y yo pienso: Oh, amigo, vas a pagar por ese comentario más tarde.
Moverse de un camino a otro no es fácil para Mariana, quien tiene que pisar ligeramente el suelo desigual. En algún punto cuando ella tropieza y cae, casi me ofrezco a llevarla a casa.
—Sujétate de mi espalda —le digo en su lugar, mientras nos dirigimos al siguiente camino.
Ella me mira como si estuviera loco.
—Vamos, Mariana. Será divertido.
—No, no lo será —dice ella. Cuando tomo su disco y me doblo hacia abajo de manera que pueda maniobrar fácilmente en mi espalda, ella pregunta: —¿Estás seguro de esto?
Sí, estoy seguro.
—Sólo sujétate —ella agarra mis hombros y la llevo al siguiente hoyo—. Eres un asco en este juego. El último fue un par tres, y ¿cómo te las arreglaste para obtener un ocho? Es vergonzoso. Creo que necesito darte clases privadas, para que así la próxima vez podamos patear un poco el trasero del disco.
—Las lecciones privadas suenan bien —dice ella, luego besa mi nuca.
—Ustedes son unos idiotas —dice Luna cuando finalmente llegamos al siguiente hoyo. Me arrodillo para que Mariana pueda deslizarse fuera de mi espalda sin demasiado estrés en su pierna.
—No llames a mi mejor amigo idiota, Luna —dice Jaime.
Luna se pone la mano en la cadera y mueve de un tirón su cabello hacia atrás. Oh, no. Eso no es una buena señal.
—No lo defiendas. Y no es sólo tu amigo, Jaime. Él es mi ex.
—Era mi mejor amigo antes de que cualquiera de nosotros saliera contigo.
—Dormimos juntos a sus espaldas —Luna responde con veneno—. Buenos mejores amigos resultaron ser.
Con esas palabras, Jaime saca algo de la cintura de sus jeans. Es un frasco.
—Hombre, ¿qué estás haciendo? —pregunto.
—No es asunto tuyo.
Oh, mierda. Esto no está sucediendo. No delante de Lenny y Julio y mi hermana. Y no delante de Mariana, que odia el drama de Luna más que nada. Quiero que se olvide de mi pasado, no que lo recuerde.
Luna lanza uno de los discos, apuntando directamente a las bolas de Jaime. Jaime apenas esquiva el disco, toma otro trago de lo que tiene en el frasco, y mira a su prometida directo a los ojos.
—Hagamos un concurso.
Los ojos de Lenny se iluminan. Al tipo le encantan los desafíos más que nada.
Julio se inclina hacia mí y me dice de manera que nadie más pueda oír:
—¿Estos son tus amigos? Todos están jodidamente locos.
Y esto viene de un tipo que ha estado en la cárcel por robo y lavado de dinero.
—Te diré algo —dice Jaime, poniéndose muy enojado con Luna ahora. Puedo notarlo porque su cara está poniéndose toda roja y manchada. Eso sólo ocurre justo después de que se ejercita o cuando está realmente enojado—. Si gano el siguiente hoyo, la boda estará de nuevo en marcha. Si tú ganas, eres libre de cancelarla y estar con Peter.
Uhm, no está sucediendo.
—Jaime, no seas un idiota —le digo, pero él no escucha. No sé si está en el máximo nivel de borracho. Él definitivamente no está siendo él mismo.
—De acuerdo —dice Luna, ignorándome—. Pero no es una pelea justa.
—Bien. Tú eliges a quien tira por mí, y elijo quien tira por ti.
Mariana intenta ocultarse detrás de mí.
—Elijo a Mariana. Ella tirará por ti —dice Luna con los dientes apretados.
—Entonces elijo a Eugenia —dice Jaime.
—¿Puedo optar por quedarme fuera? —Mariana les pregunta.
Un Jaime con cara roja y una furiosa Luna dicen "no" al mismo tiempo.
—Chicos, sólo bésense y reconcíliense ya —les digo—. Estás embarazada, Luna. Y no va a suceder nada entre nosotros, así que supéralo.
—Cállate, Peter —dice Luna, con el veneno en su voz.
—Ya lo tengo —dice Mariana, con una mirada feroz y decidida en su rostro.
Lo entiendo.
Mariana está luchando por mí. Ella me quiere ganar, sin rodeos. ¿No se da cuenta que ya me tiene, y no tiene que pelear?
Veo con asombro cómo mi chica toma un disco en la mano y va a la "T"*.
—Mariana... —digo—. Uhm… Agarraste un lanzador. Eso no va a ir demasiado lejos.
Sostengo otro disco para ella, que toma murmurando un gracias.
Mariana toma una respiración profunda, entonces se permite arrancarlo con un gruñido impresionante. Ella se estremece cuando se vira a la derecha y casi aterriza en unos arbustos.
Su mano vuela a su boca con horror.
—Buen tiro, nena —bromeo.
—No es divertido —dice ella, tomándose esta competencia demasiado en serio.
Mi hermana es la siguiente. Julio trata de darle algunos consejos, pero no estoy seguro de que mi hermana gemela quiera que Luna gane. Mi hermana azota el disco, pero también gira y aterriza en los arbustos.
Oh, hombre, esto es una tortura.
Al final, están a la par. Mi hermana sostiene su lanzador mientras que Mariana sostiene el suyo.
—Espera —dice Mariana antes de que Eugenia apunte a la cesta de metal.
Eugenia se queda quieta.
Mariana sostiene su disco a su costado.
—No puedo hacer esto.
—Yo tampoco —añade Eugenia.
Mariana cojea hasta Luna.
—Yo no juego con la vida de las personas como tú.
¡Muy bien, chica!
Mariana deja caer el disco a los pies de Luna.
—Si lo dejas ir y no regresa por ti, no era la persona con la que debes estar. Es una lección que aprendí en primer grado.
Hombre, mi chica es una chica dura, cuando ella quiere serlo. Me pregunto si tiene algo que ver con las grandes y cómodas pantaletas de abuela que ella trae puestas.
Mariana se aleja cojeando, con mi hermana a su lado. Me recuerda a cuando éramos niños y que eran inseparables. Me gusta que ellas estén resolviendo cómo ser amigas de nuevo.
Observo hasta que Mariana y Eugenia están fuera de vista.
—Me voy de aquí —dice Luna, apresurándose hacia su coche.
—Yo también —dice Jaime, girándose a prisa hacia el suyo.
Yo me planto delante de él.
—No puedo dejar que hagas eso.
—¿Por qué no?
—Porque estás borracho. No puedo dejar que conduzcas mientras estás jodido.
—Fuera de mi camino, Peter, y no seas un idiota.
—Soy un idiota también —dice Lenny—. Porque no te dejaré conducir tampoco.
—Dale a Peter tus llaves —Trish le ordena a Jaime—. ¡Ahora!
Damon el consejero estaría orgulloso de nosotros los inadaptados reiniciándonos. Lástima que no esté aquí para vernos a todos en acción.

2 comentarios:

  1. sencillamente ME ENCANTÓ!!!!
    hay yo amo esta nove!! no quiero que se termine!
    ponele unos capitulos más en que todo ya esté bien y ellos todos disfruten de paradise...
    más nove

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  2. Habiendo pasado todos ellos tanto dolor ,aprendieron la lección .Las malas decisiones k uno toma ,y ahí se ven los k verdaderamente son tus amigos.

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