traductor

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German documental Spain cartas de presentación Italian xo Dutch películas un link Russian templates google Portuguese foro de coches Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

sábado, 15 de septiembre de 2012

novela: regreso al paraiso capitulo 28



Mariana.
Me asomo en la habitación de mamá mientras me estoy preparando para la doble cita. Ella está sentada en su cama, mirando la caja abierta con el anillo que Lou le dio aún dentro. Ella no le dijo que sí cuando él vino aquí anoche y se lo propuso, pero tampoco dijo que no.
Dijo que tenía que pensarlo.
Y definitivamente lo está pensando.
—¿Le dijiste a papá sobre Lou? —le pregunto.
—Lo llamé hoy —dice ella, su voz es triste y nostálgica.
—¿Y?
—Y... no lo sé —dice, y luego se encoje de hombros—. Estoy confundida. Pensé que sabía lo que quería, pero cuando Lou vino anoche, me dejó pensando, y ahora… ahora sólo estoy confundida.
Me siento en la cama junto a ella y sonrío. Ella se retira el cabello del rostro y suspira.
—Pensé durante tanto tiempo que si tu papá volvía, restablecería nuestras vidas de nuevo.
—Lo sé. Yo lo pensé también. Hasta que Lou llegó.
—Pero él no es tu papá. Me enamoré primero de tu papá, y no sé si puedo darle a Lou tanto de mí misma como se lo di a tu padre.
—Él te ama, mamá.
—Lo sé. Pero ¿es suficiente?
—Eso está en ti decidirlo. Yo te apoyaré, sin importar lo que elijas.
—Sólo pensé… bueno, olvídalo. No pienses en nada excepto en divertirte. Me alegro que vayas a salir.
—Yo también —no había estado ansiosa por ello anoche, pero cuando me di una ducha y comencé a alistarme, me emocioné.
Bueno, no me emocioné por mi cita misteriosa, sino me emocioné por estar haciendo lo que dije que iba a hacer: seguir adelante con mi vida.
Algunas veces seguir adelante requiere esfuerzo.
Algunas veces seguir adelante es más difícil de lo que parece.
Salir es el primer paso para que Mariana Esposito siga adelante con su vida. Podría tener cojera, pero eso no significa que la vida social o mi vida teniendo citas deban morir.
Doy un profundo respiro y me digo a mí misma, es lo que es. No puedo regresar el tiempo en el reloj y enmendar el accidente. Sucedió.
Esta es quien soy ahora, tómalo o déjalo.
Pero cuando miro mi reloj y me doy cuenta de que son las 5:45, tengo segundos pensamientos. No sé si estoy lista para seguir.
No puedo imaginarme a mí misma besando a alguien además de Peter. Sé que es ridículo, pero justo ahora es cierto.
A las seis con cinco, mientras estoy lista para morder mis uñas hasta la cutícula con anticipación y ansiedad, el timbre de la puerta suena.
Pongo una sonrisa en mi rostro y abro la puerta. De pie delante de mí están Matt, una chica con cabello rubio corto y puntiagudo, y…
—¡De ninguna manera! —digo con una sonrisa.
Mi fisioterapeuta, Robert, abre ampliamente sus brazos.
—No pensaste que te dejaría irte a España sin un último adiós, ¿o sí?
Entrecierro mis ojos hacia Matt.
—¿Tenías todo esto planeado? —le pregunto mientras Robert me abraza como un hermano.
—Sí. Así que dispárame porque queríamos sorprenderte. Becca, esta es Mariana. Mariana, Becca.
Mientras saludo a la novia de Matt, Matt codea a Robert.
—Mariana incluso se maquilló para ti. Nunca la había visto con maquillaje puesto.
Mi mamá llega al vestíbulo, fingiendo que estaba sólo pasando en su camino hacia las escaleras en lugar de tenerlo todo planeado para así poder conocer a mi cita.
—¿Robert? —dice ella, confundida.
Robert, usando una chaqueta de deportes color café a la moda que hace juego con sus gafas a la moda, dice:
—No podría dejar que Mariana se fuera por un año entero sin una celebración de despedida. Ella es mi cita esta noche.
Mi mamá ha conocido a Robert por casi dos años, desde que él vino al hospital después de mi cirugía y fue asignado a ser mi instructor de torturas personal… quiero decir, mi fisioterapeuta. Yo solía fantasear con arrancar de su cabeza su perfectamente puntiagudo cabello cuando él no se daba por vencido conmigo y yo quería desesperadamente que lo hiciera.
Muchas veces, lloré delante de él. Odiaba cuando Robert esperaba que yo me llevara a mí misma al límite. Cuando pensé que no podría doblar mis piernas de nuevo, Robert me hacía ir un paso más allá.
No lo apreciaba en aquel entonces, eso es seguro. Nos llevó un tiempo convertirnos en amigos. Yo estaba en realidad entretenida por todas sus historias de citas con chicas. Robert es un autoproclamado soltero y dice que él jamás sentará cabeza porque se aburre fácilmente cuando se trata de chicas. Dice sólo que como no puede comer comida china todos los días, no puede salir con la misma chica sin que le den ganas de encontrar a alguien diferente.
Una vez le dije que moriría como un hombre muy solitario, y su buen aspecto un día se desvanecería, pero no pareció preocuparse. El chico tiene demasiada confianza, pero yo no lo cambiaría por nada.
Después de que mi mamá abraza a Robert y conoce a Matt y a Becca, dice:
—Quédense fuera tanto como quieran. Sólo diviértanse.
Decidimos ir a Dusty’s Sports Bar & Grill. Ahí sirven comida en el restaurant, de manera que mientras no bebas, puedes estar allí si tienes menos de 21. Robert tiene ya 24, y él ordena una cerveza mientras el resto de nosotros pedimos sodas.
Es lindo que mi primera cita real sea una no-cita, así no tengo que obsesionarme con el hecho de si mi discapacidad va a ser o no un tema.
—Mariana, ¿has estado haciendo los ejercicios de estiramiento que habíamos discutido antes de que te fueras a tu viaje este verano? —pregunta Robert.
Tomo una papa frita de la cesta que habíamos ordenado y la sumerjo en algo de salsa cátsup.
—¿Puedo mentir?
Matt, Becca y yo reímos mientras Robert sacude la cabeza. Se siente bien salir y alejar mi mente de Peter. Se siente como si mi mente no estuviera a cada minuto ocupada, vagando hacia pensamientos sobre él. Como ahora. Mientras estamos pasándolo bien, mejor de lo que esperé, me pregunto si Peter tendría su brazo a mí alrededor como Matt tiene el suyo alrededor de Becca, si estuviéramos en una cita. Y la manera en que ella levanta la mirada hacia él me recuerda a…
—Apuesto a que has estado entumecida —dice Robert.
Correcto. De vuelta al aquí y al ahora. Deja de pensar en Peter.
Pongo los ojos en blanco.
—Estás fuera de servicio. Recuerda, se supone que debes ser mi cita esta noche, no mi terapista —mis dedos hacen unas comillas en el aire cuando digo la palabra cita.
—Sí se quejó de estar entumida en el viaje —suena Matt. Levanta una mano cuando digo entre dientes traidor—. Sólo estoy diciendo.
Robert hace su silla hacia atrás y dice.
—Dame tu pierna, Mariana.
Suelto un frustrado respiro y descanso mi pierna en su rodilla.
—Está bien. Estoy bien.
—Flexiónala para mí.
Miro hacia Matt y Becca a través de la mesa mientras la flexiono.
—Mejor tú que yo —dice Matt riéndose.
—¿Les das un examen físico a todas tus citas? —le pregunto a Robert mientras él acuna mi pantorrilla cubierta con los jeans en su mano y observa qué tanto la flexiono.
—No —él guiña hacia mí—. Es la primera vez para mí.
Si fuera algún otro chico, ese guiño habría sido cursi, pero apuesto a que Robert lo practica delante del espejo hasta que se vea genial.
Levanto una ceja y digo:
—Yo no caigo ante tus encantos.
—¿De verdad? Espera, déjame intentarlo de nuevo —guiña una segunda vez.
—No, no funciona conmigo. Además, es muy inapropiado —le digo, bromeando totalmente y él lo sabe. Él me había hecho pasar semejantes momentos difíciles en el pasado. Siento que es sólo justo que yo le devuelva el favor—. Soy tu paciente.
—Ya no, no lo eres. Dejaste la terapia física. Contigo todo se vale.
—Ugh, eres demasiado viejo.
—Tengo 24. ¿Cómo puede eso ser demasiado viejo?
—Creo que tienes un poco de cabello gris, Robert.
La boca de Robert se amplía y ahueca sus manos en su perfecto cabello.
—No lo tengo.
—Uhm, Mariana —dice Matt, entonces tose un par de veces—. Creo que el chico que realmente quieres acaba de entrar a través de la puerta.

3 comentarios: