Peter.
Estoy intentando actuar como si ver a Mariana con otro tipo no
fuera gran cosa. He querido llamarla desde que regresé. Debí haberla llamado.
No lo hice, y ahora ella está fuera con otro tipo. Tiene su pierna descansando
sobre la rodilla de él, como una cría acunada en sus pegajosas manos.
¿Qué mierda?
¿Sabía el tipo que hace
una semana atrás ella estaba acostada en una cama conmigo?
Cuando Mariana mira hacia mí, arranca su pierna del regazo del
tipo.
—¡Mariana! ¡Matt! —grita Lenny prácticamente a través de todo el
bar. Él está parado junto a mí, batiendo sus brazos como si estuviera sólo en
una isla desierta intentando llamar la atención de un barco pasajero. Nadie se
ha perdido su presencia, eso es endemoniadamente seguro.
Matt nos invita a acercarnos.
Me da un apretón de manos cuando alcanzamos su mesa.
—Peter y Lenny, esta es mi novia Becca y ese es Robert, nuestro
terapeuta físico.
Robert sostiene sus manos hacia nosotros y da un apretón a la mía,
y luego a la de Lenny. Le doy un fuerte, duro apretón para que sepa que yo no
soy un pez muerto. El tipo está bebiendo cerveza, y se ve como si hubiera
salido de una maldita portada de la revista GQ. ¿Ésta es la clase de tipos que
ella está buscando, uno mayor que use vestimentas caras?
—¿Qué están haciendo aquí? —pregunta Mariana, completamente
confundida.
—Regresé.
—¿Has visto ya a Eugenia y a tú papá?
—Me estoy quedando con ellos —me detengo—. Por ahora. Lenny tuvo
algunos problemas con su mamá, así que se está quedando en mi casa también.
Estoy intentando leerla, pero no puedo. El tipo con el que está
parece sorprendido de que yo esté aquí. ¿Le habrá hablado ella de mí? Siquiera le importa una mierda que
yo haya regresado, ¿o toda esa charla de que regresara a Paradise era solamente
por el bienestar de mis padres y mi hermana?
—¿Por qué no se unen a nosotros chicos? —pregunta Robert.
Linda forma de restregarlo por mi cara amigo. Él no tiene idea de
que si intenta meter su lengua en la garganta de Mariana en mi presencia,
estaré sobre él como un pit bull.
—No, gracias.
Lenny ve un puesto vacío en el camino y se dirige hacia él.
—Bueno hablaremos luego —le digo a Mariana. Sigo a Lenny y me
deslizo junto a él en la mesa.
Como si la noche no pudiera ponerse peor, mis viejos amigos de
secundaria caminan a través de la puerta. Observo a mi antiguo mejor amigo Jaime
Rodriguezen ese mismo instante, el tipo que estaba viéndose con Luna mientras
yo estaba saliendo con ella. Ella estaba durmiendo con los dos y yo no tenía
idea. Brian lo sabía, pero él era una mierda demasiado gallina para contármelo.
Él está con Pablo y Vico. Nosotros cuatro estábamos en el equipo
de lucha juntos. Nos habíamos juntado desde el primer año en primaria. Luego de
que fui liberado de la cárcel, Vico era un idiota engreído y la mamá de Pablo
me ordenó mantenerme alejado de él. Pablo no se opuso.
Intento no hacer contacto visual con los chicos, y en su lugar
intento concentrarme en cualquier cosa sin sentido que esté saliendo de la boca
de Lenny. Creo que él está recordando algo sobre lanzar a Trish en el lago,
pero difícilmente estoy escuchando, porque desde la esquina de mi ojo veo a Jaime
dirigiéndose hacia nosotros.
—Santa mierda, realmente eres tú —dice Jaime, inclinándose sobre
nuestro puesto y golpeándome en la espalda—. ¿Dónde has estado, hombre?
Intento pelear contra el sentimiento de camarería con Jaime, pero
no puedo. Fuimos mejores amigos por tiempo malditamente largo como para que
pueda darle la espalda y pretender que no existe.
—Estuve en Chicago por un tiempo —le digo. Jaime asiente como si
entendiera. Yo señalo hacia Lenny—. Este es Lenny. Lenny estos son mis viejos
amigos.
—Genial —Lenny asiente a cada uno de ellos.
—Hola, Peter —dice Pablo, sacudiendo mi mano—. ¿Estás de vuelta,
uh?
—Sólo por un tiempo — le digo.
Vico tiene una sonrisa socarrona en su rostro mientras se sienta
en el banco junto al mío.
—Jaime, dale a Peter las buenas noticias.
Si Jaime me dice que consiguió una beca escolar de lucha en Notre
Dame, no estaría sorprendido. Él siempre quiso ser uno de los Peleadores
Irlandeses, inclusive a pesar de ser alemán. Era uno de nuestros chistes
típicos. Jaime es un tipo inteligente, y trabajó duro para obtener las notas
para poder ingresar.
Jaime mete sus manos en sus bolsillos.
—Sí, uhm, me voy a casar.
—Con Luna —interviene Vico, como si no pudiera mantener la
lascivia dentro de su boca. Vico odia a Luna, pero adora los chismes que está
seguro encenderán chispas entre Jaime y yo.
Él no va a obtener esas chispas, al menos no de mí.
Avanzo pasando a Vico y sostengo mi mano hacia Jaime.
—Felicitaciones, hombre —le digo. Y es así. Pensé que él iría por
la ruta de la Universidad primero, pero si esto es lo que él quiere, lo apoyo.
Jaime sacude mi mano.
—Gracias Peter. Eso es realmente genial de tu parte.
Asiento, y estoy feliz de que se haya acabado. El hielo se rompió.
Pablo se desliza junto a Lenny, y Jaime acerca una silla para sentarse al
final.
Este es un pequeño grupo acogedor.
Hablando de pequeños grupos acogedores… deslizo mi mirada a Mariana.
Ella está teniendo toda clase de diversión con Matt, el tipo ese Robert, y
Becca. Bueno, no exactamente diversión. Ellos sólo están hablando. No debería
importarme una mierda. No me importa una mierda.
¿Qué tan viejo es ese tipo, de cualquier forma? Tiene una chaqueta
deportiva como si estuviera a punto de emitir las noticias de las cinco, y está
bebiendo su cerveza de un vaso en vez de la botella. El tipo es una diva.
—Así que ¿cuándo es la boda? —le pregunta Lenny a Jaime.
—En dos semanas —murmura Jaime mientras se acerca la mesera.
Después de que ordenamos, Jaime saca su teléfono celular y comienza a enviar
mensajes de texto. Para un tipo que se va a casar en dos semanas, no se ve
demasiado feliz. De hecho, se ve como si estuviera profundamente deprimido. No
dudaría que Luna lo estuviera manipulando para que se casara con ella, excepto
por el hecho de que desde que tengo memoria, Luna ha estado obsesionada con
dejar Paradise y mudarse a California. Ella siempre quiso ser una actriz o una
modelo y solía burlarse de las personas que se graduaban de la secundaria de Paradise
y se quedaban ahí todas sus vidas. Les llamaba basura perdedora. Pablo intenta
agarrar el teléfono de Jaime, pero él lo mantiene fuera de su alcance. —Detente
—ordena él. Nuestras comidas llegan, y tengo que decir gracias a Dios por
Lenny. No me siento con muchas ganas de hablar, y Lenny puede llevar una
conversación sobre cualquier cosa. Cuando Lenny descubre que a Vico le gustan
los autos deportivos, saca todo su conocimiento sobre las carreras de velocidad
de los coches de carrera fuera de su trasero. Lo divertido es, que suena como
si de verdad supiera de lo que está hablando.
Cuando Pablo menciona el nuevo campo de Frisbee que hicieron al
sur al final del Parque Paradise, Lenny dice que él ―ama frolfing1‖ y que ―técnicamente es llamado Disco golf porque Frisbee es
un nombre de marca, blah, blah.‖
¿Quién hubiera sabido que Lenny era una enciclopedia de información inútil?
Sólo estoy contento de no tener que llevar la conversación, especialmente
porque sigo mirando hacia donde Mariana. Oh, mierda. La sorprendí mirándome de
vuelta. Nuestras miradas se trabaron entre los dos. —Me tengo que ir —dice Jaime.
—Siéntate, Jaime —dice Vico—. Yo conduje hasta aquí, ¿recuerdas? No iré a
ningún lado hasta que termine mi comida. Jaime alcanza su billetera y arroja un
billete de diez dólares sobre la mesa. —No tienes que interrumpir tu comida, Vico.
Luna me recogerá.
1Frolfing:
En estados Unidos se utiliza la expresión Disc Golf para referirle al Frisbee,
un equivalente al golf, por lo que la expresión se referiría a un hoyo en Uno
con un disco.
Jaime continúa mirando hacia la puerta y manteniendo su celular en
su mano, como si estuviera a punto de ser convocado por un texto en cualquier
minuto. Algo no está bien.
Aparentemente Luna decide venir en lugar de sólo enviarle un
mensaje, porque camina a través de las puertas y se dirige hacia nosotros. Sus
grandes ojos azules enfocados en mí y su larga cabellera rubia perfectamente
con estilo. Su maquillaje la hace ver más dura, no como la linda chica con la
que comencé a salir cuando éramos más jóvenes. Ella fue mi primera novia seria,
y con la que perdí mi virginidad también. Yo solía pensar que ella era la cosa
más sexy que viviera.
—Pensé que me ibas a enviar un mensaje cuando llegaras aquí —dice Jaime.
Luna no rompe el contacto visual conmigo.
—Tenía que ver si era verdad —ella humedece su labio superior y me
lanza una de sus demasiado-familiares-miradas sexies—. Así que… Peter Lanzani
está de regreso. Otra vez.
—Hola, Luna —le digo—. Oí que tenía que dar mis felicitaciones.
Ella mira hacia abajo al anillo en su dedo y el pequeño diamante.
—Gracias.
—¿Estás lista? —pregunta Jaime, tomando su mano.
Luna separa su mano del agarre de Jaime.
—¿Puedo hablar con JP por un minuto?
No he escuchado ese sobrenombre en un largo tiempo. JP, mis
iníciales. Ella siempre me llamaba así.
Jaime me mira, y luego la mira a ella.
—Sí, supongo que sí. Pero pensé que habías dicho que estábamos
retrasados para la prueba del pastel.
—Está bien —es su respuesta—. Necesito hablar con Peter primero.
Vico hace girar sus ojos, pero se desliza de mi lado para
permitirme salir.
—Estaremos de regreso en un momento —le dice Luna a Jaime—. Espera
aquí.
Ella se dirige a la salida, y no se detiene hasta que estamos
junto a la acera del aparcamiento.
—No puedo creer que hayas regresado —dice ella.
Le digo la verdad.
—Necesitaba atar algunos cabos sueltos.
— ¿Soy yo un cabo suelto, JP? Porque juro, que todo lo que he
hecho desde que te fuiste ha sido pensar en ti y en mí. ¿Pensaste tú en mí?
Estoy confundido. ¿Por qué está sacando ella el tema de nosotros
cuando fue ella quién me engañó?
—¿Por qué te vas a casar con Jaime? Porque ninguno de ustedes dos
parece muy feliz con eso. Sé de hecho que después de la graduación te morías
por dejar este lugar e irte a California, y Jaime estaba listo para irse a
Notre Dame.
Luna cruza sus brazos alrededor de su estómago.
—Estoy embarazada, Peter.
Mierda. ¿Embarazada? No vi eso venir, a pesar de que supongo que la
evidencia está justa frente a mi cara. Luna no está usando una de las camisetas
apretadas que se apegan a su cuerpo que son parte de su firma. Ella está usando
una camiseta suelta con una chaqueta ligera.
Las lágrimas comienzan a anegar sus ojos, haciendo que sus
pestañas brillen. Cuando ella parpadea y la máscara negra cae a través de su
mejilla junto con una lágrima, no sé qué decir.
—Lo siento —digo suavemente.
—Jaime ni siquiera quiere postular a la Universidad, Peter. Él
quiere hacerse cargo de la carnicería de su papá. ¿Puedes imaginarme quedándome
en Paradise como la esposa de un carnicero?
Ella envuelve sus brazos alrededor de mi cintura. Mantengo mis
manos lejos de ella, porque demonios, no quiero que Jaime salga aquí y piense
que estamos a punto de comenzar algo. Y no quiero que Mariana me vea aquí con Luna
tampoco.
Fue una mala idea salir aquí con ella. Tomo sus muñecas y
desenvuelvo sus brazos de mi cintura.
—Luna… mierda, ¿por qué no sólo usaron un condón o algo? Nosotros
siempre fuimos cuidadosos.
—Sí, bueno la próxima vez que un tipo dice que promete sacarlo
antes de terminar recordaré que eso no es efectivo como control de natalidad.
Ella envuelve sus brazos a mí alrededor otra vez. Nosotros salimos
por alrededor de dos años, pero no tiene nada que me ate a ella ahora.
También sé que Luna puede pasar del acto de damisela-en-desgracia
a diva-con-una-agenda en cuestión de segundos.
Ella entierra su cabeza en mi pecho.
—Llévame contigo —creo que la oigo decir.
—¿Qué?
Ella mira hacia arriba con sus ojos azules muy abiertos y pestañea
con sus largas pestañas.
—Tómame de regreso, JP —dice ella—. Nunca he dejado de amarte.
sorra luna zoorra
ResponderEliminarni la toques a esa perra
ResponderEliminarMalditaaa!!! BUSCONAA!
ResponderEliminarCreo que se va a armar algo entre Robert, Lali, Peter, Luna y Jamie....
¡K cara más dura k tiene Luna!.
ResponderEliminar