novela: triunfo del amor capitulo 3 ultima parte

Peter estaba leyendo cuando entraron en su cuarto, y levantó la cabeza cuando Lali se rió de algo que dijo el médico. Peter entrecerró los ojos, pero no comentó nada aparte de saludar al doctor Recca.

    —Le veo mejor —observó al tomarle el pulso—. Debe ser por tener una enfermera tan atractiva —y le sonrió a Lali quien se apoyó en el alféizar de la ventana.

    —Ha conocido a mi... —Peter le miró con furia.

    —A la enfermera Esposito, sí. Nos presentamos a la entrada.

    —¿Viene a menudo? —preguntó Lali divertida por la mirada sarcástica que Peter le dirigió.

    —Por lo menos una vez a la semana. La última vez que vine no la vi. Quizá fuera su día libre.

    —No, no tengo un día específico. Me tomo tiempo cuando puedo —replicó la chica.

  

 El doctor Recca le metió un termómetro a Peter en la boca y el piloto se indignó.

   

   —Bueno, el paciente parece estar recuperándose bajo sus cuidados. ¿Qué terapia le está dando?

    Lali se lo dijo y se rió para sus adentros, ya que se daba cuenta de que Peter estaba cada vez más furioso por ser ignorado.

    Cuando por fin le quitaron el termómetro, Peter dijo con sarcasmo:

    —Todas son iguales.

    —No lo creo. Tiene suerte de contar con alguien como la enfermera Esposito, que combina la enfermería con la fisioterapia.

    —Ah, sí —asintió Peter con burla—. Mucha suerte.

maximo recca alzó las cejas sorprendido al oír el tono de su voz, pero miró a Lali con franca admiración al comentar:

    —Sí, la tiene.

    Ella notó la mirada cálida y la voz suave, y las hubiera descartado de no ser por el efecto que tuvieron en Peter, quien tensó la cara y apretó las colchas. Dios mío, pensó la chica, está celoso. De verdad está celoso. Y de pronto supo que tenía una nueva arma para hacer que Peter luchara por caminar de nuevo. Así que le devolvió la sonrisa a maximo recca y puso las manos atrás, sobre el alféizar de la ventana, para destacar más su coquetería al decir:

    —Gracias. Y suelen llamarme Lali.

    —Lali, pues —Max la recorrió con la mirada pero recordó el motivo de su visita—. ¿Todavía hay medicinas?

    Se dirigieron hacia la mesa de los medicamentos y Lali se mantuvo bastante cerca de él, mientras Max escribía una receta para más fármacos.

    —Bueno, creo que es todo —dijo con renuencia—. Me alegra ver que está mucho mejor, señor Lanzani.

    —Muchas gracias por venir —contestó Peter, cáustico.

     Pero Max no oyó su sarcasmo ya que Lali se ofreció a acompañarle y la siguió fuera del cuarto.

     En el vestíbulo, Max la miró.

    —¿Y qué haces por la noche? ¿estás libre? —Lali dudó un momento ya que no sabía si sería bueno llevar las cosas más lejos, pero él interpretó mal su inseguridad y dijo—. Lo siento, quizá esté apresurando las cosas, pero me gustaría volver a verte, Lali, antes de que te hartes de Lanzani y desaparezcas... ¿Cenarás conmigo una noche de éstas?

     —Me gustaría, pero... —de nuevo dudó si debía o no aceptar la invitación.

     —No estoy casado ni comprometido —le aseguró—. Y soy fuerte, saludable y muy respetable. Y también prometo no hablar de cosas de médicos durante toda la noche.

     Lali rió.

     —Con tales recomendaciones, ¿cómo se puede negar una chica?

 está bien, de acuerdo.

     —Bien —sonrió él con calidez—. ¿Qué te parece el sábado? ¿Te recojo a las siete?

     —Perfecto. Te veré entonces.

     Después de cerrar la puerta, Lali se apoyó contra ella preguntándose si hacía lo correcto. Pero si eso ponía celoso a Peter y le hacía seguir luchando...

    Corrió arriba y entró en el dormitorio de Peter, que estaba mirando por la ventana cómo se alejaba el coche de Max.

    —¡Vaya conferencia que habéis tenido abajo! —comentó con sarcasmo—. Por casualidad, ¿estabais hablando de mi progreso?

    —Bueno, no —Lali caminó hada la ventana y dijo con un desinterés deliberado—. La verdad es que no hemos hablado de tí para nada —luego se dirigió al espejo de cuerpo entero y miró su reflejo, recogiéndose el cabello y ladeando la cabeza para ver el efecto que producía.

    Por el espejo notó que los ojos de Peter la miraban atormentados

y que apretaba los dientes; tuvo la certeza de que esa pequeña trama también funcionaría.

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