Al recordar cómo se comunicaban cuando estaban casados Lali levantó el auricular y apretó el botón, pues sabía que Peter tenía un teléfono al lado de la cama. Después de unos momentos, él descolgó y dijo con suavidad.
—Sube.
—¿Por qué? ¿Qué quieres?
—Tengo que decirte algo.
—Entonces dímelo —replicó la chica.
—Ya me has oído, sube aquí ahora mismo —Peter colgó con fuerza.
Lali encendió el radio, puso el volumen bastante alto y siguió tecleando mientras el timbre taladraba sus oídos durante cinco minutos más- Luego subió al cuarto de Peter tarareando una canción como si nada en el mundo le preocupara.
Peter estaba sentado en la cama apretando el timbre. Canturreando, Lali encontró los cables del timbre y lo desconectó.
Luego, salió del dormitorio.
—Espera, ¡maldita sea!
La voz furiosa de Peter siguió a Lali al bajar por la escalera, pero lo ignoró y le agradeció a su buena estrella que Claudia hubiera salido de compras. Empezó a mecanografiar de nuevo, apretando con fuerza las teclas de la vieja máquina y esperó que el teléfono sonara.
Por fin sucedió, pero Peter tuvo que esperar a que terminara de hacer una copia del horario.
—¿Qué diablos haces en mi estudio? —exigió él.
—Escribiendo a máquina.
—Ya lo sé. No tienes ningún derecho a estar allí.
—Tu madre me ha dicho que puedo ir a donde quiera.
—Me importa un bledo lo que ella diga. Ésta es mi casa, no la suya, y no quiero que tú estés en ninguna parte.
—¿No quieres saber lo que estoy escribiendo?
—No —contestó y Lali pudo notar su furia contenida. Era una emoción saludable, pues le hacía hablar.
—Bueno, lo verás de todas formas. ¿Para qué llamabas?
—Para decirte que te largues de mi estudio, de mi casa, de mi vida. No perteneces a este lugar —protestó.
—Quizá no, pero ya hemos visto que no puedes hacer nada al respecto, así que, ¿por qué insistes? —le dijo Lali, directo—. Bien, si eso es todo...
—No —Peter jadeaba con amargura e impotencia—. No puedo descansar con ese ruido. Apaga la radio y deja de teclear.
—¿Por qué quieres descansar? Apenas es la tarde. ¿Por qué no lees, ves la televisión o haces algo?
—Porque no quiero, ¡maldita sea! Ahora, apágalo.
—No. Si tú quieres terminar con el mundo, yo no tengo por qué hacerlo. Eso es música bonita, deberías escucharla —comentó la joven.
—No me digas lo que debería hacer. Dile a mi madre que venga.
—Lo siento, ha salido de compras. Y Agus esta descansando, antes de que lo preguntes. ¿No crees que merecen tiempo libre después del trabajo pesado que es cuidarte? —Lali colgó cuando él no contestó.
Al terminar de escribir. Lali permaneció en el estudio con la radio encendida y escribió una carta a sus padres para hacerles saber que pitaba en Las Hayas por motivos puramente profesionales. Su madre había sido muy desdichada con el divorcio y Lali no quería que pensara que Peter y ella volverían a estar juntos. Encontró un sobre pero no sellos, así que empezó a revisar los cajones del escritorio. El penúltimo estaba atascado, pero pudo abrir el de arriba y se dio cuenta de que el marco de una fotografía había impedido que el otro se abriera. Lali cogió el marco sabiendo lo que iba a ver. Era una foto de su boda... no una oficial, sino una hecha por un amigo en
el momento en que los novios se habían mirado a los ojos, con expresión de amor y las cabezas altas, confiados en su felicidad eterna.
Lali la metió en el cajón y lo cerró. Los ojos se le llenaron de lágrimas pero se las enjugó con furia; había dejado de llorar por Peter hacía ya tiempo y no empezaría de nuevo. Miró su reloj; media hora después subiría a verle.
Yacía bocarriba con los párpados cerrados. Casi todas las almohadas estaban en el suelo y Lali supuso que las había lanzado en un arranque de ira. Ignoró el desorden, fue a la mesa de las medicinas y midió una dosis de los antibióticos que tenía que tomar, mirando las indicaciones que alguna de las enfermeras había pegado en la pared.
—Sé que estas despierto —dijo junto al lecho.
Peter abrió los ojos y la miró con maldad.
—Así que no era una pesadilla —expresó con sorna.
—Me temo que no —respondió al ataque con alegría—. Soy real.
—¿Siempre dejas a tus pacientes abandonados tanto tiempo?
—Depende del enfermo. Si me necesita, me quedo.
—Yo no te necesito. Eres la última persona a quien recurriría —lo dijo con tanto veneno que por un momento Lali casi pierde la compostura. La chica contuvo el aliento pero pudo decir con aparente tranquilidad:
—Te toca la medicina.
—No la quiero.
—Ah, vamos —dijo con dulzura fingida-. ¿También voy a tener que cantarte una nana esta noche?
Peter la miró con ganas de matarla y cogió el vaso con la medicina para bebérselo de un trago.
Lali se volvió para que no pudiera verle la cara, y recogió las almohadas para ponérselas bajo la espalda.
—¿Necesitas algo más?
—No -dijo Peter y ella se dirigió a la puerta. Cuando pitaba cogiendo el picaporte, él prosiguió-. ¿Por qué has venido aquí?
—Ya te lo he dicho, necesitaba el trabajo.
—No digas sandeces—la examinó un momento y continuó— No importa; sé por qué estas aquí.
—¿De verdad? No creo.
Él se rió de pronto y su risa congeló a Lali.
—Oh, si. El que hayas venido aquí es una forma de decirme «Te lo advertí». Siempre decías que un día tendría un accidente y, ahora que lo he sufrido, has venido a reírte, a demostrarme que tenías razón —Lali iba a protestar, pero Peter continuó—: Bueno ¿qué se siente al verme así? ¿Te satisface que ya no pueda volver a las carreras? Eso es lo que siempre quisiste, ¿no? que dejara las pistas ¿Te complace hundir el cuchillo en la herida? ¿Que esté a merced tuya? Y bien. ¿Te gusta, maldita sádica?
Ella se enfureció y caminó hacia la cama, pero vio los ojos brillantes de su ex mando y se dio cuenta de que trataba de hacerla enojar de forma deliberada. Lali se detuvo y sonrió.
-Buen intento. Pero no tienes práctica. Solías ser mucho más sutil cuando querías hacer daño.
comentarios aca o en twitter: @pupy_angelita
jajaja me mata esa nove con peter que hace de todo por hacerla enojar! Y me gusta la postura de lali ;D
ResponderEliminarMas noveeeeee
Besos
@porLali_ITALIA