Lali regresó a la casa con el ánimo alto y encontró un coche extraño aparcado en la entrada.
—¿Quién ha venido? —le preguntó a Claudia cuando entró en la cocina.
—El señor Ambrose, el gerente del banco, ¿le recuerdas? Peter le ha llamado esta mañana para hablar de sus. inversiones, y por fortuna ha podido venir hoy. Mi hijo le ha invitado a comer —añadió sin gran entusiasmo.
—Oh, Dios. ¿Puedo ayudar en algo? ¿Comerá con nosotras o con Peter?
--Con él —contestó la señora—. En realidad, no importa, pero podía habérmelo dicho con antelación.
—Ya deberías estar acostumbrada a que invite de repente a la gente. Cuando estábamos casados, lo hacía siempre. Trajo a cenar a todo el equipo de carreras más de una vez.
—Bueno, tú le permitías eso, querida Lali, pero yo no. Si invitaba a sus amigos sin avisarme, yo siempre insistía en que se los llevara a algún lado.
Lali sonrió recordando que a Claudia siempre le había gustado que todo estuviese bien organizado.
—¿Te puedo ayudar en algo?
—No, creo que la señora Campbell y yo tenemos todo bajo control.
El gerente se fue a las tres y media, y Lali subió inmediata-mente a darle a Peter su sesión de terapia vespertina. Él yacía sobre las almohadas con una mirada sombría. Había varios documentos en la cama que parecían estados de cuenta. Cuando miró a Lali, sus ojos se endurecieron y ella le vio como un guerrero indio. Recordó que antes solía burlarse de esa expresión, pero era obvio que Peter no estaba para bromas.
—Según parece soy mucho más rico de lo que pensaba —comen¬tó con brusquedad.
Lali sabía lo que se avecinaba, pero intentó distraerle al em-pezar a recoger las carpetas diciendo:
—Creo que no hace falta que ejercites más el brazo. Dices que ya no te duele, así que siempre y cuando tú...
—¿Me has oído? —interrumpió Peter, deteniéndola cuando iba a recoger los documentos—. ¿Por qué no has cobrado los cheques de manutención que te he mandado? —dio un manotazo en la carpeta—. Destiné una suma en una cuenta separada, cuando nos divorciamos, para que se te enviara un cheque todos los meses. No la has tocado. ¡No falta ni un solo centavo!
—Te dije que no quería ninguna pensión.
—¿Por qué? ¿Mi dinero no es bastante bueno para ti? —la miró iracundo; Lali nunca le había visto tan enojado—. ¿De qué has estado viviendo?
—De mi sueldo como enfermera —replicó—. Lo que te parecía un divertido pasatiempo cuando empecé a estudiar.
—¿estudiabas para eso... porque ya tenías la intención de dejar¬me?
Sorprendida de que pudiera pensar eso, Lali refutó con rapi¬dez.
—No —después de una pausa agregó—: Por lo menos, no cons¬cientemente. Era un reto para mí. Y... necesitaba algo. No encontra¬ba trabajo por aquí como fisioterapeuta... así que estudié enfermería.
—¿Y cómo te las arreglaste... después de desdeñar con tanto orgullo mi dinero? Querías hacerte la mártir, ¿verdad?
—Claro que no —exclamó Lali—. Cuando estábamos casados gastabas mucho dinero en mí. No voy a seguir quitándotelo ahora que nos hemos divorciado. Llámalo orgullo o lo que quieras, pero nece¬sitaba valerme por mí misma.
—¿Y por eso dejaste aquí todas las joyas que te regalé? —conti¬nuó Peter agresivo.
—Pensaba que no tenía derecho a llevármelas...
—¡Por el amor de Dios! Pero pensabas que sí tenías derecho a abandonarme, ¿no? ¿Y yo no tengo derechos? ¿No tengo el privilegio de mantener, a la mujer que he querido? ¿Tienes que tirarme a la cara, como si fuera un leproso, todo lo que te di?
estaba jadeando y pálido de furia, y Lali empezó a temerle.
—Peter, no te lo he tirado —explico con urgencia—. Me pagan muy bien. No se gasta mucho dinero mientras se cuida a los enfermos, así que ahorré casi todo, tanto que pude comprar mi apartamento...
—¿Y en dónde vivías antes? —la interrumpió—. En hoteles baratos. Con un par de maletas para guardar todo lo que tenías. Y no trates de negarlo. Lo sé. Me ocupé de averiguarlo.
—Resultaba práctico —protestó Lali—. Y no necesitaba mu-cho.
—Pero sentiste la necesidad de tener un apartamento —insistió - Peter con determinación.
—Sí, necesitaba una... una base. Algo que pudiera llamar hogar.
—Éste era tu hogar. Pero en vez de tratar de que las cosas funcionaran entre nosotros, te fuiste a vivir a un hotel.
—Eso no es justo —exclamó—. Tú sólo conocías una manera de hacer que las cosas funcionaran y era que yo hiciera lo que tú querías —se interrumpió—. No voy a repartir todo eso de nuevo. No quería seguir viviendo tu vida, Peter, y no podía coger tu dinero para vivir a mi manera —cogió la carpeta y la colocó junto a las otras—. Ahora, ¿empezamos con la terapia?
Peter sonrió con malicia.
—Bueno, por lo menos, usas mi dinero para esto.
—Claro. ¡Y te aseguro que me lo estoy ganando!
y con esto me despido hasta mañana gracias por las firmasss ya saben aqui o por twitter: @pupy_angelita
me encantò la charla,me gustan siempre,aunque discutan jajaja
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeee
besos
@porLali_ITALIA
mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarhaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay me encanto el capitulo peter esta con mas animos y lali y peter hay ay amooor jajaj
ResponderEliminarNo te apetece otro capi!!!! Espero ver pronto como evolucionana las cosas
ResponderEliminarPeter no puede ocultar k le duele k ella no lo ame lo suficiente como para aceptar su dinero ,sus joyas,una vez k se separaron,seguro piensa k nunca lo amo,x eso esta tan dolido.
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