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lunes, 19 de marzo de 2012

novela: triunfo del amor capitulo 4 quinta parte

Después de eso, Lali mantuvo la conversación en terreno seguro, esto es, lejos de Peter, lo que no era fácil ya que Max le admiraba mucho. Le preguntó de nuevo qué pensaba del señor Lanzani, pero Lali sólo rió y él entendió que no quería contestar y no volvió a preguntárselo, aunque la miró con curiosidad. Tomaron el café tranquilamente, hablando de muchas cosas, como dos perso¬nas que se empiezan a conocer y se agradan. Max le habló de un bosquecillo en donde los árboles empezaban a amarillear y la invitó a ir con él el fin de semana siguiente.
Lali estuvo a punto de negarse porque se sentía traicionera. Pero su pasado era asunto suyo y de nadie más. Si no quería decírselo a Max, que no era más que un extraño, no tenía por qué hacerlo. Quizá cuando le conociese mejor, se lo confiaría. Así que aceptó y le agradeció la cena cuando la llevó de nuevo a Las Hayas.
Paró a la entrada de la casa y Lali no pudo evitar mirar hacia la ventana de Peter que todavía estaba iluminada.
—Gracias por acompañarme —le agradeció Max—. Ha sido una velada exquisita. Me alegro de que nos hayamos conocido.
—¿Quieres entrar a tomar una copa?
—Gracias, pero parece que la reunión de la señora Lanzani todavía sigue, así que no quiero ser inoportuno.
—Oh, a Claudia no le molesta, podemos ir al estudio de Peter.
—¿Tuteas a la señora Lanzani? —la miró sorprendido.
Molesta por su lapsus, Lali dijo:
—Sí, me pidió que la llamara así y me dijo que me sintiera como en mi casa.
—Entonces, ¿también la conociste cuando vivías por aquí?
—Sí, la traté un poco. Bueno, si no vas a entrar, me despido de ti. Y gracias de nuevo por una cena tan agradable.
Se disponía a salir del brazo cuando Max la cogió del coche y se inclinó para besarla. Al principio, Lali se tensó y después poco a poco se relajó, aceptando el beso pero sin corresponder. Trató de ser sensata, de decirse que sólo era un beso inofensivo de buenas noches, que no significaba nada; sin embargo, no se sentía tranquila cuando se separó lo más rápido que pudo.
—Lali —murmuró Max con voz ronca—, no puedo esperar una semana entera antes de verte de nuevo. ¿No podrías salir a tomar una copa antes?
—No lo sé —dudó, no quería implicarse más en el asunto, pero insistió tanto que al final aceptó comer con él en Aberton, en donde él trabajaba, el miércoles siguiente.
De nuevo Max la besó suavemente y Lali le interrumpió.
—Oye, que los invitados de Claudia van a salir y nos van a ver —le regañó. Le deseó buenas noches otra vez, salió del coche y entró en la casa sin esperar a que él se fuera.
La reunión de Claudia estaba terminando y los jugadores contaban sus pérdidas y ganancias y hablaban de sus pujas como los pescadores del «pez gordo que se escapó». Varios conocían a Lali de antes y la saludaron con amabilidad, en atención a Claudia, cualesquiera que fuesen sus sentimientos hacia ella. El encontrarse con gente conocida era una de las cosas que Lali había temido al ir allí y por eso no se había puesto en contacto con sus antiguas amistades. De todos modos, la mayoría había roto con ella; admiraban tanto a Peter, que la culparon del divorcio. Al principio, eso la había herido mucho, sobre todo cuando vio que las que consideraba sus amigas, también reaccionaron contra ella. Sólo hubo una o dos que la entendieron porque también estaban casadas con pilotos y sabían el infierno que representaba.
Pero lo que más le dolió fue un par de ocasiones en que los maridos de dos de sus amigas la llamaron al hotel en donde Lali  se hospedaba antes de empezar a trabajar para la agencia. Los dos episodios fueron repugnantes y similares; había recibido a cada hom¬bre en nombre de su antigua amistad y ellos le dijeron que estaban de su lado y le ofrecieron toda su ayuda. Luego la invitaron a cenar, pero después dieron por sentado que sólo había una forma de «con¬solar» a una mujer sola. Los recuerdos todavía la hacían sentir náu¬seas y prometió que nunca volvería a caer en una situación semejante. Así saludó a los amigos de Claudia con reserva, cuando en el pasado siempre había sido amable y atenta con ellos.
Cuando se fueron, Lali ayudó a la señora con la limpieza y tomaron una taza de chocolate antes de que Claudia subiera a acostar¬se. Lali se quedó viendo un programa de televisión y luego también se fue a dormir.
Peter seguía despierto. Por debajo de la puerta se colaba la luz y Lali dudó en entrar. Su profesionalismo fue más fuerte que sus propias inclinaciones y llamó a la puerta. estaba sentado en la cama escribiendo. Por un momento continuó ignorándola. La tensión era tan palpable que Lali sintió que entraba en la guarida de un animal peligroso. Deseó salir corriendo, pero se quedó allí y dijo con natu¬ralidad:
—Hola, ¿cómo estás?
—Ya ves —contestó señalándose las piernas con ironía.
—Pareces ocupado —comentó ignorando su sarcasmo
—Sí, lo estoy. He diseñado un nuevo horario para mi terapia y mis ejercicios. Aquí está, léelo.
Lali le miró sorprendida pero cogió el papel y empezó a leer. De inmediato levantó las cejas y exclamó:
—¿Tres sesiones al día?
—Por ahora. En un par de semanas creo que aumentaré a cuatro.
—Tú no harás nada. Te recuerdo que yo soy la experta. Podemos alargar las sesiones de ahora unos diez minutos, pero todavía no estás listo para hacer una hora entera. Debes darle tiempo a tu cuerpo para que cicatrice.
—Yo juzgaré lo que puedo hacer o no —la corrigió con brusque¬dad.
Ella iba a discutir pero se dio cuenta de que eso era lo que Peter quería, y se contuvo. Le devolvió el horario y dijo:
—Ya hablaremos de eso en otra ocasión. estoy cansada.
—¿De verdad? ¿Ha sido agotador quedarse en el coche como dos adolescentes enamorados? —dijo con sorna—. ¿O ha sido el ir a su casa antes de venir aquí lo que te ha cansado?
Lali, tensa, iba a negar la acusación; pero la arrogancia de Peter la enfureció y decidió hacerle pasar mal un rato.
—Posiblemente, además, antes he bebido bastante —expresó como si no tuviera importancia.
—¿Antes? —Peter la miró a los ojos fijamente.
—Durante la cena —explicó con apatía.
—¿Así que te ha llevado a cenar?
—Sí, a un restaurante nuevo que hay donde estaba el bar. ¿Lo conoces? La comida es bastante buena.
—No, creo que no —Peter la miraba con intensidad, inseguro de cómo actuar—. Antes nunca bebías mucho —dijo despacio.
—No, pero ahora hago bastantes cosas que antes no hacía.,
—No te creo —Peter endureció la mandíbula.
—¿No? —inquirió divertida.

gracias por sus comentarios ya saben aqui o en twitter: @pupy_angelita

3 comentarios:

  1. me encantò mas noveeeeeeee
    besos
    @porLali_ITALIA

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  2. Maxi no pierde el tiempo.Peter esta picajoso,jajaja.Quiere aumentar las sesiones ,para hacer d las suyas,me parece.

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