Empezó a llover con más fuerza y Lali se metió el cabello bajo la chaqueta. Los perros encontraron una madriguera de conejos y ladraban con tanta alegría que no acudieron cuando les llamó. Cuan¬do consiguió ponerles la correa, llovía torrencialmente y se empapó al regresar a casa.
Se dio un baño rápido y se cambió de ropa, pero no le dio tiempo a secarse el pelo, pues tenía que ir con Peter. Hizo una mueca al ver su propia imagen en el espejo. El pelo se le había rizado y sólo pudo pasarse los dedos para apartárselo de la cara. Gimió en su ulterior. Los rizos acentuaban sus pómulos y la hacían parecer una gitana. Comparada con sol, parecía una pueblerina. Pero no podía hacer más que entrar y enfrentarlos.
Al llegar a la puerta, se detuvo dudando si debía llamar. Casi se puso histérica mientras trataba de imaginar qué sería correcto hacer al encontrar a su ex marido con su ex amante. Por fin abrió y entró con determinación.
Desde que la cama de Peter era más alta, habían llevado un par de sillas para estar a su nivel. Delia estaba sentada en una inclinada hacia delante, con la cabeza cerca de Peter. Cuando Lali entró se volvieron y ella le miró con la barbilla en alto, esperando su burla; pero él sólo se tensó y apartó la vista.
Intrigada, Lali se volvió hacia la rubia.
—Supongo que Peter te habrá dicho que hace fisioterapia dos veces al día. Ya es hora de su sesión vespertina.
—Entonces os dejaré solos —se levantó sol—. Iré a hablar un rato con tu madre antes de cambiarme para cenar —miró a Peter y se rió—. Vamos a cambiarnos para la cena, ¿verdad?
—Claro que sí—Peter sonrió y la cogió un rato de la mano antes de que sol se marchara.
Tan pronto como se fue, Lali preparó su equipo mirando a Peter de soslayo. Esperaba que se sintiera a sus anchas y estuviese satisfecho de haberle enjaretado a sol, pero Peter tan sólo se apoyó en la cabecera, con cansancio.
—¿Listo? —preguntó Lali.
Él asintió y ella le quitó las mantas mientras Peter se recostaba en la cama. Tenía el acostumbrado traje de baño y sus cicatrices sanaban bien.
—¿Te duele la cadera? —inquirió la chica.
—Casi nada.
Pero Lali vio su mueca de dolor y le recomendó:
—Ya no te sientes más hoy.
—Sí, enfermera —contestó con frialdad.
Ella le miró con furia; encendió la lámpara y se volvió, esperan-do.
El cuarto quedó en silencio, el único ruido era el tic tac del reloj, pero la tensión era enorme. Lali se mordió el labio, empeñada en no hablar, así que Peter fue quien dijo al fin, en tono acusatorio.
—Te has mojado.
—Sí, he salido a dar un paseo con los perros —comentó, sorpren¬dida.
—¿A dónde?
—Al bosque —contestó Lali—. Casi siempre los llevo allí, como solíamos hacer cuando... —se interrumpió al darse cuenta de que no era el momento de reavivar los recuerdos, pero Peter finalizó por ella:
—Cuando los sacábamos juntos —gruñó en silencio y luego pro¬siguió—. Pareces mucho más joven con el cabello así. Casi igual que cuando te vi por primera vez. Entonces te lo rizabas.
—Sí, supongo que sí, pero sólo tenía veinte años. Dentro de poco cumpliré veintisiete.
Peter la miró con atención al comentar:
—Es cierto, pronto será tu cumpleaños, ¿verdad? El mes que viene. ¿Tienes intenciones de celebrarlo?
—No lo había pensado hasta ahora —admitió Lali—. Quizá me compre una botella de champán.
—¿Y con quién vas a compartirla? —inquirió con burla—. ¿Con maximo recca?
Lali se tensó ante esas palabras.
—Quizá. Tal vez no la comparta con nadie.
—Vamos. ¿Tratas de que sienta lástima por ti?
—¡Lo último que quiero de ti es eso! —se enfureció Lali.
—Y yo de ti... o de cualquiera —dijo después de mirarla un momento.
—Bueno, yo no me apiado de ti, porque tú mismo te causaste esto.
—Supongo que la mala suerte no tuvo nada que ver —Peter levantó una mano—. No, no contestes; si no hubiera estado compi¬tiendo no habría sucedido, por supuesto. ¿Nunca se te ha ocurrido que podía haber un accidente en cualquier carretera normal?
—No creo que hubieses tratado de adelantar en una curva —se¬ñaló Lali.
—Parece que hoy en día tienes una respuesta para todo.
—Lo aprendí de una fuente de mucha experiencia —replicó Lali.
Él guardó silencio mientras ella ajustaba la lámpara.
—¿Te ha alcanzado el doctor recca? —dijo de pronto Peter.
—¿Qué te hace pensar que iba a intentarlo?
—Porque la visita de hoy ha debido de ser la más corta de toda la historia —rió—. Y después de ver cómo te besuqueaba en el jardín, no me costó gran trabajo imaginar por qué tenía tanta prisa. ¿Vas a salir con él de nuevo?
—Sí. Vendrá a buscarme el domingo —contestó con frialdad—. Y si te interesa, fui a comer con él ayer.
—¿Pero no le has dicho la verdad?
—No le he mentido.
—Sabes lo que quiero decir—protestó Peter—. Max podría sentir algo diferente si supiera que fuiste mi mujer. Es posible que no siguiera con esta aventura justo delante de mí.
—No es una aventura —corrigió Lali.
bueno nos vemos mañana gracias por las firmas un beso enorme @pupy_angelita
me encantò,mas noveeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarbesos
@porLali_ITALIA
hjajjaja celos y mas celos histeriqueo jajaj me encanta la nove quiero masssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarY que viva el histeriqueo
ResponderEliminarMe parece a mi k Peter sigue estando mas celoso ,k lali en estos momentos.
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