Lali tensó la cara pero ignoró el comentario.
—Bueno, ¿qué prefieres... la silla de ruedas o la fisioterapia?
Esperó y contuvo el aliento, pues sabía que todo dependía de esa respuesta.
—¿Qué sentido tiene? —inquirió Peter con enojo—. Me han dicho que no podré volver a andar.
—Eso no es lo que el cirujano me dijo. Dijo que era «posible». Algunos atletas, hombres y mujeres, con problemas tan graves como los tuyos, han vuelto a andar. Pero ellos tenían coraje y decisión.
—¿Y crees que yo no? —sonrió cínico.
—No, no lo creo. Pero sé que una vez tuviste... en exceso, quizá —añadió la chica con voz tan baja que él no la oyó.
—Tendrían algo por qué luchar —murmuró.
—¿Y tú no? —inquirió mirándole al acercarse.
—No —contestó con frialdad. Lali se mordió un labio y se volvió pues sabía que había perdido, pero le miró cuando Peter agregó con suavidad—: Sólo hay una cosa por la cual querría recuperarme.
El corazón de Lali dio un vuelco cuando recordó el temblor que le había recorrido.
—¿Qué es? —inquirió temblorosa.
Él le sostuvo la mirada y dijo con voz clara y triunfante:
—Que pueda meterme en un coche y volver a competir en una carrera, por supuesto. ¿Qué si no?
—¿Qué si no? —asintió Lali dándose cuenta de que Peter podía ser tan cruel como antes y trató de ocultar su dolor—. Sólo tu podrías desear curarte para ir a buscar la muerte de nuevo.
—Igual que en los viejos tiempos, ¿no? —rió Peter de pronto—. está bien. Empieza tu maldita terapia —añadió con irritación.
—Tiene que ser un cien por ciento —advirtió Lali—. No puedes dejar de hacer los ejercicios que te diga.
Peter la miró un momento, la recorrió y la desnudó con la mirada.
—Mi querida Lali. ¿He hecho jamás algo que sea menos del cien por ciento? —inquirió con sarcasmo.
Lali se volvió, se sonrojó y supo que él había ganado esa batalla aunque ella hubiera ganado la guerra. Unos segundos después le encaró y le dijo:
—Bien, quítate tu pijama.
—Ah, no, no lo haré... —Peter levantó las cejas.
Lali se acercó amenazadora.
—Si no te lo quitas, te lo arrancaré yo.
—Sigues siendo un marimacho —se burló él, pero le temblaba la mano cuando se quitó la camisa del pijama.
El profundo bronceado de su cuerpo había desaparecido por completo; tenía la piel todavía un poco dorada y su pecho era firme y musculoso. Siempre se había mantenido en forma y pasaba una hora por lo menos haciendo ejercicio en el pequeño gimnasio del sótano, así que transcurriría mucho tiempo antes de que el cuerpo se le aflojara. Le cogió con suavidad el brazo que se había fracturado y trató de ignorar su rigidez cuando la tensión invadió a Peter.
De la forma más impersonal que pudo, le dobló el brazo y volvió a estirarlo.
—¿Te duele? Dime la verdad, por favor.
Él la miró como si la examinara, dudó unos minutos y luego expresó:
—Un poco. No mucho.
Lali ejercitó su brazo un rato, se lo calentó y luego le dio microondas diez minutos para ayudar a que los músculos se fortalecieran.
—Te daré unos ejercicios para que hagas solo —comentó—, pero primero voy a ver tus piernas —iba a tirar de la colcha pero Peter la aferró.
—Mándame a Agus —ordenó con firmeza.
—Por el amor de Dios, Peter, hemos estado casados cuatro años. este pudor es...
—Mándamelo —gruñó con una voz que no admitía réplica.
Lali hizo lo que le pedía y después descubrió que el mecánico le había ayudado a ponerse un traje de baño rojo y blanco.
—Muy bonito —comentó con burla—. Ahora, ¿podemos continuar?
Intentó mantener el desapego mental mientras la examinaba las piernas y trató de ignorar las cicatrices cuando Peter gimió.
—Siento hacerte daño.
No contestó y Lali vio que estaba mirando hacia otro lado con los labios apretados y la mandíbula rígida. Para darle tiempo de recuperarse, encendió la lámpara de calor y sacó el dibujo que había hecho de las piernas de Peter marcando las fracturas y los clavos, aunque en realidad no necesitaba volver a estudiarlo.
—¿Qué es eso? —le quitó la gráfica y la miró en silencio—. Es un desastre, ¿verdad? Como has dicho, una masa inútil de carne.
—Sólo si tú dejas que se convierta en eso —contestó ella.
—¿Cuál ha sido tu verdadero motivo para venir aquí? —la miró con sospecha.
Dándose cuenta de que había bajado la guardia, Lali se rió y contestó:
comentarios aqui o por twitter: @pupy_angelita
te juro que me encanta tu nove!
ResponderEliminarMaaaaaaaas
Besos
@porLali_ITALIA
Se hace el duro con ella ,pero no puede evitar ,preguntar.Creo k pronto le hara preguntas ,sobre su vida.
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