—No, estaba atrapado. Tardamos media hora en rescatarle.
—¿Tardamos? ¿Ayudaste?
—Sí, estuve allí.
—¿estaba consciente? —indagó Lali con la vista baja.
—Parte del tiempo. Después llegó un médico y le anestesió.
Lali no quería hacer las siguientes preguntas, pero se obligó a hacerlo.
—¿Dijo... algo mientras pitaba consciente?
Agus la miró furioso un instante y luego contestó:
-—Debió hacerlo.
Así que todavía no podía perdonarla y decírselo. Lali no le presionó, pero inquirió:
—¿De qué humor estaba Peter ese día?
—¿Humor? —la pregunta le intrigó—. Tenso, supongo, pero siempre lo estaba... antes de una carrera. Impaciente por empezar a correr.
—¿Pero no más de lo normal? —él frunció el ceño e iba a hablar, pero cambió de idea y negó con la cabeza—. Por favor, Agus, dímelo. Tengo que saberlo. Desde su accidente, siempre he pensado que en el fondo... quería estrellarse.
—¿Quería? —Agus la miró sorprendido—. ¿Cree que lo hizo adrede?
—¡No! No, claro que no. Pero has dicho que estaba enfadado y no solía irritarse antes de conducir. Peter siempre era muy frío, muy... —Lali trató de pensar en la palabra adecuada—. Muy profesional.
—Sí, tiene razón. Durante el último año cambió. El ganar se convirtió en... su obsesión. Era como si nada importara más.
—¿Y corría riesgos innecesarios? —Agus no quería decir nada contra Peter, pero asintió después de un momento—. Y el día en que tuvo el accidente... se arriesgó sin necesidad, ¿verdad?
—Supongo que si.
Lali se mordió un labio y un silencio pesado cayó sobre am¬bos. Hizo un esfuerzo sobre humano para preguntarle:
—¿Cambió por mí? ¿Fue después de que le dejara? Agus la miró con frialdad y condena. —Claro que sí —gruñó—. ¿Por qué otra cosa podía ser? Lali asintió, pálida.
—Siempre he temido... —se miró los puños—. ¿Quieres otra taza de té? —se levantó.
—No, gracias —Agus dudó y luego preguntó con brusquedad—. ¿Por qué no fue a verle al hospital?
—Por el mismo motivo por el cual le dejé: no podía soportar verle herido. No soy... muy valiente en lo que concierne a Peter, como podrás ver.
—Bueno, por lo menos está aquí ahora y hace lo que puede por él. Si Peter logra andar, será gracias a usted.
Lali le miró con los ojos brillantes.
—Pero si lo logra, volverá a competir, ¿no es cierto?
—Sí, eso querrá —Agus se levantó pensando en todo lo di¬cho—. Gracias por el té, será mejor que termine de podar el césped.
Lali se quedó largo rato frente a la ventana de la cocina, preguntándose si al abandonar a Peter le había llevado a la única cosa que tanto había temido.
Peter estuvo muy ocupado durante los siguientes días. Hizo va-rias llamadas telefónicas, escribió cartas y se encargó de la casa y de sus intereses financieros de nuevo. Era una tarea que Claudia estaba feliz de darle. La señora se había hecho cargo, pues no tenía alterna¬tiva, pero, aunque lo hacía con eficiencia, no le gustaba mucho. El martes por la tarde había tantas cartas, que se terminaron los sellos y Lali tuvo que ir a la oficina de correos del pueblo.
Todo el mundo conocía a Peter; era su celebridad local. Lali estaba segura de que sabían que ella había regresado a Las Hayas. La señora Campbell, aunque era un ama de llaves excelente, era bastan¬te dada a los chismes. La oficina de correo estaba al otro lado del pueblo, así que Lali se encontró a varias personas que conocía; algunas la ignoraron, molestas; otras la saludaron y dos mujeres le preguntaron cómo seguía Peter. Eran socias del club de tenis del pueblo, al que Lali y Peter habían pertenecido aunque ella había jugado allí mucho más que él. Antes del divorcio se hablaban en tono amistoso, pero ese día las dos mujeres hicieron obvio que estaban de parte de Peter. Así que Lali les contestó bruscamente cuando una de ellas le preguntó:
—Y tú, ¿cómo estás? Nos ha alegrado mucho saber que has vuelto con Peter.
—¿De verdad? —Lali levantó una ceja—. ¿Quién se lo ha dicho?
La mujer pareció sorprendida ante la pregunta.
—Oh... no lo recuerdo. Es un rumor que corre por allí.
Lali le dedicó una melosa sonrisa.
—Es muy divertido ver cómo los chismes equivocan los hechos, ¿verdad? Hacen que la gente que los repite parezca estúpida —y con otra sonrisa salió de la tienda, sintiendo que había ganado la batalla.
en un ratito subo masss si hay 3 o 4 firmas besoss y gracias por las firmas ah y sandra bienvenida
me encantò como siempre,pobre peter :(
ResponderEliminarquiero otro capitulo YA !!!!
Maaaaaas
besos
@porLali_ITALIA
me re enganche con la novela llevo todo el dia entrando a ver si subias jajjja un beso
ResponderEliminarsandra
Massss novelaaa!!!!
ResponderEliminarjajajaj muy buena la respues ta de lali ha las viejas chismosas jajajaj y lali como que no se puede olvidar de peter y eso me encanta
ResponderEliminarTarde pero igual comento!!! Coincido con el anterior. La respuesta de lali fue muy buena
ResponderEliminarseguro k fue muy duro para Lali,saber como estaba Peter,cuando recien tuvo el accidente.
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