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sábado, 3 de marzo de 2012

novela: triunfo del amor

-Has cambiado —dijo él recostándose en las almohadas
   -Si quieres decir que ya no me puedes lastimar, entonces sí, he cambiado -le miró el perfil y se preguntó si Peter realmente pensaba que había venido en un acto de venganza—. Si quisiera reírme de tí,  hubiese ido al hospital justo después del accidente.

      Peter la miró y sonrió con cinismo, algo que le hacía muy atractivo.

      —Ah, pero si hubieras ido allí, habría parecido que te preocupabas por mí. Como si te importara. Y por nada del mundo querías que yo o que nadie pensara eso, ¿verdad? No, cinco meses es tiempo suficiente para que sepa que estas aquí sólo por venganza.

      Lali le hubiera dicho que ni en ese momento podía soportar  verle herido, pero guardó silencio. No era el momento oportuno. No,  si el odiarla hacía que empezara a luchar. Se volvió, al imaginar que  quizá nunca llegaría ese día. Se dirigió al televisor y lo encendió.

      —Creo que hay un torneo de criquet, en Australia.
      —No quiero verlo.
      —Qué lástima —dijo Lali sin piedad y cogió el mando a  distancia antes que él. Lo colocó en una mesa a tan sólo unos centímetros de la mano de Peter. Si realmente quería, podría apagar el televisor. Pero para hacerlo, tendría que usar los brazos y girar el cuerpo. Y si podía hacer eso...
      Peter la maldijo y ella salió del cuarto y bajó por la escalera haciendo mucho ruido... luego volvió a subir en silencio para pegar la oreja en la puerta. Había dejado el volumen del televisor bastante alto, así que no podía oír nada más; después de un cuarto de hora, empezó a perder la esperanza. Quizá le interesaba el criquet después de todo. Pero, ¿no querría apagar el aparato tan sólo para molestarla? Pasaron cinco minutos y Lali ya se había desilusionado, cuando un silencio absoluto se hizo en el dormitorio. Lali bajó por la escalera con una amplia sonrisa en la cara.

     Claudia que ya estaba en casa, salió del cuarto de estar al oír el ruido de las pisadas de Lali y miró a la chica con curiosidad.

     —¿Qué pasa?
     —Esta empezando a luchar —respondió Lali con gran alegría—. Le he enojado tanto que ha comenzado a luchar tan sólo para contradecirme.
     —¿Tan pronto? ¡Eso es maravilloso!
     Lali dejó de sonreír al advertirle:
     —No te emociones tanto. Peter no es tonto y tarde o temprano se dará cuenta de lo que pretendo. Entonces es probable que no vuelva a intentar nada. Esperemos que para entonces desee seguir luchando por su propio bien.

     Ambas tomaron el té en el cuarto de estar y Lali dijo:
     —Si no te importa, me gustaría pasear por el jardín.
     —Claro que no. Sabes que no necesitas pedírmelo. Me... gustaría que sintieras que éste sigue siendo tu hogar. Mientras... mientras estés aquí —añadió Claudia con torpeza.
     —Gracias —sonrió la enfermera—. Me gustaría... mientras esté aquí.
     Para ocultar su inquietud. Claudia se puso de pie.
     —Voy a ver a Peter un rato.
     —Que no te sorprenda si esta enfadado contigo —le advirtió—.Te culpará por haberme traído aquí.
     —No te preocupes —Claudia sonrió—. Si tú puedes ser dura, yo también lo seré.
     —¡No! No, eso no funcionaría —añadió Lali con más calma—. Todo su odio debe dirigirse hacia mí. Debes seguir siendo amable y consintiéndole. Lo único que debes hacer es no cuestionar lo que yo hago, eso es todo.

     Habían pasado dos años desde que Lali vio Las Hayas por última vez, pero el jardín no había cambiado. Quizá las flores no estaban tan bien atendidas, pero el jardinero mantenía el césped y los arbustos bien podados. Siempre le había gustado el jardín y Lali se regocijó al ver que los arbustos y las flores que ella había plantado estaban muy crecidos. El prado descendía hacia otro más pequeño donde había muchas rosas. Eran un regalo de Peter por el aniversario de bodas, ya que una vez le había dicho que le gustaban las rosas. Pensaba que Peter en un arranque de furia y orgullo dolido, las habría arrancado, pero los rosales seguían allí, aunque ya sólo quedaban unas cuantas flores marchitas iluminadas por el sol poniente de septiembre. Lali cogió una rosa para olería pero la flor se deshizo al, tocarla   y   le   dejó   en   la   palma   un   montoncito   de   pétalos   sedosos.    Es como nuestro matrimonio, pensó. Pleno y hermoso por un breve tiempo, para luego deshacerse y morir.

comentarios aqui o en twitter: @pupy_angelita

1 comentario:

  1. ayy estoy cada dia ma intrigada por saber porque se divorziaron,te juro! ajaja
    Mas noveeeee
    Besos
    @porLali_ITALIA

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