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sábado, 10 de marzo de 2012

novela: triunfo del amor

     —No me adjudiques ningún ideal altruista. He venido porque me convenía. Tuve... motivos personales para querer alejarme de Londres en estos momentos.
     —¿Qué motivos?
     —No te importan —replicó Lali.

     Peter la miró pero ella se mantuvo impasible y él se volvió, era obvio que había sacado sus propias conclusiones. Lali hubiera deseado saber cuáles eran, pero, por lo menos, su dura actitud había calmado las sospechas de su ex marido. Tendría que ser más cauta, ya que Peter era astuto y suspicaz; no sería bueno que supiera que había ido por... ¿por qué?, se preguntó. ¿Deber? ¿Lástima? ¿Sentimentalismo? Quizá una combinación de los tres. Peter no aceptaría ninguna de esas razones. Tampoco la cuarta que surgió en la mente de Lali y que rechazó de inmediato. estaban divorciados y ella había iniciado una nueva vida en la que no había cabida para un viejo amor, aunque hubiera sido muy profundo.

    Apagó la lámpara y cogió un frasco de crema para untarle las piernas y ponerle los diodos de la máquina. Él gimió y la chica se disculpó:

    —Lo siento si está fría. Voy a ponerte aquí los diodos y debes decirme cuándo sientes las vibraciones.
    —¿Con qué frecuencia piensas hacer esto? —inquirió Peter brusco.
    —Dos veces al día —contestó con rapidez—. Los músculos se deterioran con mucha facilidad si no se usan durante un largo período de tiempo.

Lo dijo con voz fría calculadora tratando de borrar la tensión del ambiente creada por el rechazo de Peter a que ella trabajara en su cuerpo semidesnudo, y por los recuerdos de Lali de la pasión y el placer que él le había hecho alcanzar. Antes la había tomado cuando quería. Pero ahora sólo yacía impotente, y ella sabía que para Peter, quien se había enorgullecido de su fuerza y virilidad, debía ser un tormento adicional el que le viera así.

    Cuando terminó con la parte delantera de las piernas, Lali dijo:

    —Ahora tengo que empezar con la parte posterior. ¿Puedes darte la vuelta o quieres que te ayude?

    Él la miró y empezó a moverse sólo con la fuerza de sus brazos. Lali se volvió, fingió ocuparse con unas vendas y trató de no oír los gemidos de dolor, esperando que no se cayera de la cama y se lastimara aún más. Después de lo que le parecieron horas, él gruñó:

    —está bien, maldita sea. Ya estoy boca abajo.

     Todavía temblaba por el esfuerzo y Lali tuvo que limpiarle el sudor que tenía en la piel antes de conectarle los diodos. Ella se mordió un labio pues adivinaba el trabajo que le había costado y que seria muy fuerte el esfuerzo que requerirían las siguientes semanas y meses si quería andar de nuevo. Lali no pudo ocultar las emociones que sentía y alargó una mano para acariciarle el cabello rubio, pero la retiró pues se dio cuenta de que ya no tenía derecho a tocarle ni a consolarle.

     Era la hora de comer cuando terminó y estaba guardando su equipo cuando Claudia trajo la bandeja. Miró a Lali con esperanza, pero se angustió un poco cuando vio lo exhausto que estaba su hijo.

 Lali le guiñó un ojo con discreción y Claudia se esforzó a decir:

     —Nos vas a acompañar a comer, ¿verdad, Lali?
     —¿Te rebajas a comer con tus empleados, madre? —dijo Peter con burla y con los ojos llenos de dolor.
     —¡Peter! ¡Cómo te atreves! —se enojó Claudia—. Discúlpate con Lali ahora mismo.
     —No le obligues —rió Lali—. El enfado podría durarle por lo menos una semana —se acercó a la cama y miró a Peter con soma—.  Tú no puedes elegir en dónde comes, pero yo sí. Y elijo no comer contigo —salió del cuarto con la cabeza erguida.
     Pasó la tarde paseando a los perros y diseñó una rutina de ejercidos para Peter, con el objetivo de fortalecer sus músculos sin forzar el proceso de recuperación. Se la llevó cuando entró a su dormitorio para darle la segunda sesión de terapia.

     Mientras ella trabajaba él la examinó, pero después la rechazó.

     —esto es una pérdida de tiempo —señaló irritado.
     —Me prometiste hacer un esfuerzo del cien por ciento, ¿lo recuerdas? Puedes empezar esta tarde. Así tendrás algo que hacer.
     —No lo necesito. Me paso las tardes con mi madre.
     —esta tarde no. Y tampoco va a cenar contigo.
     —¿por qué? ¿Va a salir? —inquirió con sorpresa.
     —No.
     De forma deliberada, Lali no se lo explicó hasta que Peter dijo:
     —está bien, ¿qué pasa esta noche?
     —Tu madre ha invitado a unos amigos para jugar una partida de cartas.
     —¿Y de quién ha sido la idea? Tuya, supongo.
     —Sí. No eres un inválido, Peter. No hace falta que tengas a todos andando de puntillas como si fueras a recaer con el menor ruido... aunque seas lo bastante egoísta para exigir silencio absoluto.
     Apagó la lámpara y Peter la cogió de la muñeca.
    —Así que piensas que soy egoísta, ¿verdad?
    —Dios mío, Peter, viví contigo cuatro años. No es que lo piense, sé muy bien lo que eres.
    —Para tu información, le pedí a mi madre que siguiera con sus fiestas en cuanto me trajeron a casa.
    —Pero apuesto a que se lo dijiste de tal forma, que se hubiera sentido como una rata si lo hubiera hecho. Te conozco, Peter, puedes proponerle algo a alguien y, al mismo tiempo, convencerle de que es lo último que quieres.

    La miró con odio.

    —Bueno, debes estar muy contenta viéndome bien castigado, ¿no?
    —Y eso —recalcó Lali—, no es el tipo de comentario que te hace agradable.
    —¿Y quién trata de ser agradable? —replicó él—. Yo no. Ya lo traté una vez y descubrí que todo era una farsa cruel. Crees que vas a conseguir la felicidad y sólo recibes una patada en el trasero.

    Lali jadeó de sorpresa e indignación, y replicó con amargura.

capi larggo porfas comenten aca o en twitter: @pupy_angelita y recomienden no firma nadie solo 2 personas nomas :S

2 comentarios:

  1. me encanta la nove! Maaaaaaaas
    @porLali_ITALIA

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  2. Ya empiezan las verdaderas puyas, sobre lo k habia sido su matrimonio.

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