—Sí —asintió Lali con amargura—. Te sientes de segunda mano. Y un fracaso, también. Y lo peor es saber que fracasaste en lo más importante de tu vida.
—Tú escogiste dejar a Peter —le recordó Claudia.
—Sí, lo sé, pero eso lo hace más difícil —miró a la otra mujer con confusión—. Tuve que hacerlo, Claudia. Por favor créelo. Ya... no podía soportarlo más —se interrumpió al ponerse de pie para acer¬carse a la ventana—. Te pido perdón. Eres la madre de Peter; no debería decirte eso.
—Querida —Claudia la abrazó con ternura—. Yo también le quie¬ro. Y lo entiendo... ahora.
—Pero me culpaste por dejarle.
—Sí, me temo que lo hice. Pensaba que debías ser más fuerte. Tan fuerte como Peter —suspiró—. Pero ahora veo que yo soy tan culpable como mi hijo. Debí darme cuenta de lo que estaba ocurrien¬do para unirme a ti en tus protestas.
—Eso sólo le hubiera vuelto más obstinado —rió Lali.
Se volvió y notó que Claudia la miraba con duda.
—Supongo que no debería preguntártelo, pero... ¿todavía le amas?
—Claro que sí —contestó Lali—. Nunca he dejado de amarle.
—Bueno, entonces, ¿no podrías...? Ahora que no volverá a competir en las carreras...
—No, no hay forma de que nos reconciliemos —negó con la cabeza, con vehemencia—. ¿No te das cuenta? Todavía quiere com¬petir y lo hará si puede. Después de verle así, no podría vivir con él. Y si no puede volver a competir y vuelvo a su lado, sería como si yo hubiera ganado. Y no creo que me lo perdonara.
—Sí, ya veo. Pero estoy segura de que mi hijo todavía te ama, querida. Ha cambiado mucho desde que viniste a cuidarle.
Lali rió con incredulidad.
—¿Eso crees... cuando está sol oviedo con él?
—Oh, eso —sonrió Claudia—. Deberías sentirte bien. Trataste de ponerle celoso... ahora le toca a Peter.
Eso no se le había ocurrido a Lali antes, pero en ese momento recordó que después de que ella saliera con Max, Peter había empe¬zado a hablar por teléfono.
Después de la comida, Claudia le enseñó a sol su cuarto y después la chica norteamericana bajó un rato.
—Hola —dijo al abrir la puerta del estudio—. ¿Puedo entrar?
—Sí, claro —Lali se levantó de la silla—. ¿Te apetece algo de beber?
—No, gracias. Bonitos perros, ¿son tuyos?
—Son de Peter.
—Es un lugar muy bonito —comentó Delia mirando por las ventanas—. ¿Viviste aquí mucho tiempo?
—Como cuatro años. Ve al jardín a dar un paseo si quieres.
—Quizá en otra ocasión —Delia se volvió para mirarla—. Peter me ha dicho que quiere volver a competir. ¿Es posible?
—Si lo dice, es lo que hará —contestó Lali con brevedad.
—Pero tú eres su enfermera, deberías saberlo.
—¿Quieres un expediente médico detallado? —Lali la incre¬pó, pues estaba harta de que se le hicieran preguntas, y la interrogó a su vez—. ¿estás en Inglaterra de vacaciones?
—Sí. estoy en casa de unos familiares míos por un par de meses.
—Qué suerte tiene Peter. Me pregunto cómo sabía en dónde estabas. Quizá se lo dijera un amigo mutuo.
—No —sol levantó el mentón—. Le escribí hace un par de semanas y le dije que estaba aquí. Somos... viejos amigos.
—Sí, me lo ha dicho —replicó Lali con calma y se alegró al ver que la otra chica la miraba con sorpresa—. Supongo que ahora que estás en Inglaterra visitarás a todos tus amigos —añadió con inocencia.
—Si hubiera sabido que el campo no estaba despejado, no habría venido —sol se tensó.
gracias por las firmas tranqui queda poco para la ¨reconciliacion¨ espero que les guste un beso @pupy_angelita
Y si subes otro!!
ResponderEliminarjajaj me encantooo jajaja y si la que celosa se pone pierde hay que pensar con la mente en frioooooooooooooo
ResponderEliminarMe encantò el capitulo,cuantos capitulos faltan para la reconcilacion? jajaja
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaas
besos
@porLali_ITALIA
X fin Claudia le demuestra comprension a Lali.
ResponderEliminar