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sábado, 26 de mayo de 2012

novela: salir del paraiso capitulo 21



lo juro, mi pierna casi se soltó de mí. Porque a la última persona que esperaba que respondiera al llamado de la puerta en la casa de Señora Reynolds era Mariana Esposito que lleva un ridículo delantal color rosa con flores verdes estampadas.
Intenté agarrarla del brazo cuando ella casi pierde su equilibrio, pero llegué demasiado tarde. Una vez en el suelo, ella se negó rotundamente a tomar mi brazo extendido.
—¿Qu... qué estás haciendo aquí?
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunte.
—Trabajo aquí después de la escuela —dijo ella intentando pretender estar satisfecha con quedarse tendida en el suelo.
Saqué mi Identificación del Departamento de Justicia rápidamente de mi bolsillo. Y verifico dos veces, nuevamente la dirección antes de decir —Estoy aquí para ver a la Señora Reynolds. Esta su casa es, ¿no es así? —el odio de Mariana es completamente evidente reflejado en su mirada—. Escucha, verte aquí es también una sorpresa para mí —le digo—. El gerente de The Trusty Nail me envió. La casa de esta señora es el próximo sitio del trabajo en la lista.
Miro como Mariana se levanta por sí misma. Y parece doloroso, lo puedo decir al mirar que sus dedos se curvan dentro de un puño.
Dios, mirarla esforzándose hace que me enferme del estómago. Porque yo le hice esto, aunque fuera sin culpa. —Lo siento —digo.
—Díselo al juez —masculla ella.
—Ya lo hice —respondo verídicamente. No es que eso le importe al Juez Farkus. El tipo quería ponerme de ejemplo para todos los delincuentes que bebían y que se encontraban detrás del volante de un automóvil—. ¿Qué quieres de mí, Mariana?
—Quiero que te vayas.
—No puedo —le digo.
Una señora de edad aparece desde la parte de atrás de la casa y arrastra los pies hacia la puerta. —Tú debes ser del programa de servicio a la comunidad —dice.
—Sí, señora —me adelanto y le doy mi Identificación de servicio a la comunidad para que lo inspeccione. Es un requisito mostrarlo antes de entrar en una casa.
La Señora Reynolds examina mi Identificación, luego me la devuelve. —Bueno, entre, adelante. Ésta de aquí es Mariana, la que me acompaña. Mariana este es... ¿Cómo dijiste que te llamabas?
—Peter.
La Señora Reynolds le dice a Mariana, —Peter va a ayudarnos. Muéstrale al ático y explícale nuestro proyecto mientras yo inspecciono algunas galletas que tengo cocinando en el horno.
Luego pongo mi mochila en el suelo después de que la Señora Reynolds está fuera de vista. —Otra situación bochornosa, ¿huh?
Mariana está todavía como una estatua.
—Desearía que nunca regresaras —dice ella tranquilamente, abrazándose a sí misma.
Estoy tentado de largarme y ver la encolerizada cara de Damon por abandonar el servicio a la comunidad, pero no quiero. Estoy atrapado aquí con ella.
—No voy a ir a ninguna parte hasta que termine este trabajo para la señora.
Los ojos de Mariana se ensanchan. Su boca se abre y se cierra, pero ninguna palabra sale de ella. Luego se da la vuelta y camina en el interior de la casa.
La sigo silenciosamente a una escalera estrecha en el segundo piso hacia el ático.
Mariana apunta hacia una caja. —Necesito que botes esto. Pondré las cajas allí y puedes disponer de ellas.
Yo asiento.
Trabajamos en silencio. Mariana pone las cajas en una fila para botarlas y yo las llevo bajando las escaleras. La Señora Reynolds me hace tirar las cajas en
las bolsas de basura más grandes y luego las llevo al bote de basura que se encuentra al empezar la entrada de autos.
La Señora Reynolds sale de la cocina y me da un plato de galletas. —Toma, lleva estas al ático. Tú y Mariana pueden compartirlos mientras trabajas.
Entro en el ático de nuevo en lo que parece un millón de veces hoy con las galletas en la mano. Mariana tira una caja en mi dirección, pero yo me muevo para esquivarla. Fue intencional, no tengo ninguna duda sobre eso. —Mira lo que te traje, ¿quieres? —deposito el plato sobre un baúl en medio del ático.
Ella se gira, me da la espalda e ignora el plato.
Mariana piensa que es la única víctima en este total enredo. Así que tengo que mantenerme como si no me importara. Sin importar lo que paso, no puedo permitirle que se meta debajo de mi piel y descubra la verdad. —Escucha, Mariana, fue un accidente. Si solo pudiera volver aquel día, lo haría. Si pudiera retroceder el tiempo, lo haría.
Ella se gira en mi dirección ahora, con la cabeza inclinada a un lado. —Dime, Peter. ¿Por qué tus disculpas me suena tan poco convincentes?
Me quedo de pie, mudo, mientras ella toma el plato de galletas y deja el ático. ¿Por qué no puede ser esto fácil? recojo la siguiente caja y no le doy importancia a el resto hasta que todas las cajas están en la basura.
Mariana deja la casa de la Señora Reynolds primero, así que aguardo detrás. La señora ya de edad está en el antejardín cuando yo le doy la hoja de asistencia y la pluma. —Gracias por dejarme trabajar aquí —le digo.
—Mi esposo, Albert, que descanse en paz, creía que era importante ayudar a los menos afortunados. No me agradezcas empezado apenas el sistema de justicia juvenil o trabajaremos durante unas semanas más. Hiciste un buen trabajo hoy.
Le doy una sonrisa de agradecimiento.
Ella empieza a firmar el formulario, pero se detiene. —Aquí dice que tienes experiencia en construcción. Ya sabes... podría tener otro trabajo para ti. Es decir, si estas interesado.
—¿Qué tipo de trabajo?.
—¿Qué tan bueno eres con las manos?.
—Mejor que la mayoría —le digo, soltando una risita.
La señora de edad apunta a un montón de madera apilada en una esquina del jardín. —De acuerdo, Sr. mejor-que-la mayoría. ¿Cree que pueda construirme un parasol con ese montón de madera vieja? Sabe lo que es un parasol, ¿no es así?
Sí, sé lo qué es. Construir un parasol tomará un par de semanas por lo menos, probablemente el tiempo suficiente para terminar mi servicio a la comunidad.
¿Qué estoy pensando? Yo no puedo trabajar con Mariana. De ninguna manera. Nunca funcionaría.
Aunque no es como si realmente estuviera trabajando con ella. Estaré solo, construyendo el parasol. La manera en que la Señora Reynolds está mirándome con confianza fortalece mi ego herido. No tengo por qué pensar en Mariana. No tengo por qué pensar en lo que está bien o mal. Así que digo abruptamente, —Puedo hacerlo —debo ser honesto con la señora y le digo sobre por qué fui declarado culpable. Y, lo más importante, quién me declaro culpable por lo que paso—. Señora Reynolds, tengo que ser honesto con usted...
Como si fuera una señal del cielo, el teléfono sonó. La señora de edad toma su bastón y se da prisa para entra en la casa. —Regresa mañana y luego terminaremos nuestra conversación.
Así que también me doy prisa para coger el autobús porque estoy retrasado. Cuando me subo, Mariana está sentada en frente así que me dirijo a la parte de atrás.
El viaje en autobús que dura quince minutos parece como de una hora. En nuestra parada, somos los dos únicos en el bus. Bajamos y dejo que ella avance primero mientras yo la sigo por detrás.
Mi hermana está afuera. La expresión en su cara cuando ella nos ve a Mariana y a mí, caminar por la calle juntos, no tiene precio.
—¿Vienes a casa con Mariana? —pregunta Eugenia, siguiéndome hacia la entrada de la casa.
—Estábamos en el mismo autobús. No te emociones por eso.
—¿No te emociones por qué? —dice mamá, viniendo de la casa y entrado en el medio de una conversación que da que yo no quiero que ella se entere de nada.
—De nada —le digo a mamá, luego entrecierro mis ojos en dirección a mi hermana y le digo a través de dientes que tan sólo ella puede oír—. Deja de hacer un show por esto.
Eugenia corre a su cuarto y cierra la puerta de un portazo. Mamá regresa a la cocina, olvidando completamente todo.
Los Lanzanis son la imagen de una familia-perfecta. Un cuadro-perfecto, una maldita-familia-perfecta.

4 comentarios:

  1. HAAAAAAAAAAAAAAY SABES MU PUPY VOS CADA VEZ ME DEJAS PEOR SABES SIEMPRE ME DEJAS CON GANAS DE MAS JHAJAJAJAJA SOS UNA GENIA TE AMO MI LINDURA
    DULCE

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  2. Estuvo bueno, encima poco a poca se van acercando
    Mas Nveee
    @sarapinyana

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  3. mas nove mas nove :)

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  4. Me lo imagine,pero te superas,y me sorprendes.

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