¿Era su virginidad lo que creía él que le debía? ¿De eso se trataba? Ante
sus ojos, ella era la que se había ido y mencionaba con amargura el hecho. ¿No
fue suficiente para él haber seducido a su prima y haber tenido un hijo con
ella? ¿Era su vanidad tan grande que no podía soportar que ella no hubiera
compartido el destino de Natalie?
Mariana sintió ira... ira contra sí misma porque Peter aún la excitaba, y
hacia él, porque era mucho más despreciable de lo que ella había creído.
—¿De eso se trata todo esto, Peter? —se maravilló al escuchar que su voz
parecía fría y burlona. Él estaba muy enfadado y tenía que sacarlo de su
habitación antes de que perdiera el control por completo. Mariana decidió que
su mejor oportunidad era herirlo en donde era más vulnerable, en su «ego», pero
sabía que no podría reaccionar con lógica mientras la tuviera en sus brazos.
Eso era lo peor; que a pesar de todo lo que la hizo sufrir, su cuerpo aún lo
anhelaba, y sabía que no sólo tendría que luchar contra él, sino también
contra el deseo físico que sentía hacia Peter—. ¿Mi virginidad? —sonrió con
burla—. Me temo que hace mucho tiempo que la perdí.
—Y apuesto que ni siquiera recuerdas al hombre a quien se la diste —había
amargura y violencia en su voz, lo que la advirtió de que el peligro iba en
aumento—. ¿Qué recuerdas, Mariana? ¿Esto?
Antes de que Mariana pudiera escapar, su boca estaba
sobre la suya. Mil sensaciones recorrieron las venas de Mariana.
Ningún hombre la había hecho sentir así. Sabía que debería luchar para escapar,
pero su cuerpo era demasiado débil para obedecer a su mente. Su garganta
produjo un suave sonido de placer y él le mordisqueó en la boca hasta que la
abrió. Mariana colocó las manos en la nuca de Peter y sus dedos se aferraron a
su cabello, al mismo tiempo que cedía a la necesidad que la envolvía. Era como
si todos sus sentidos se avivaran de pronto y respondió al beso de Peter con
tal intensidad que todo lo que había pensado, hasta ese momento, desapareció.
Él le acarició el cuello con el pulgar, localizando el sitio en donde
reverberaban los sonidos de placer, y la hizo temblar de deseo.
Mariana deslizó las manos hasta la abertura de la bata de Peter y le
acarició los hombros. Quería tocarlo, absorberlo y que la absorbiera. Le
parecía imposible poder acercarse lo suficiente. Mariana no supo quién de los
dos desató el cinturón de la bata de Peter, pero sí supo que él le bajó los
tirantes del camisón y estudió sus senos, iluminados por la luna. Ningún hombre
la había visto así antes, ni siquiera Peter. Su respiración se aceleró cuando
él notó su deseo.
Apoyado en la puerta, la atrajo hacia sí y Mariana pudo sentir toda su
pasión, algo que en ese momento la hacía sentir excitación y deseo. Todo
pensamiento racional se hizo imposible. El pasado y el presente se fundieron
hasta que fueron inseparables. Los seis largos años que habían permanecido
separados, parecían no haber transcurrido. El cuerpo de Mariana disfrutaba de
sus caricias y le besó la piel, mientras él acariciaba sus senos y después
inclinaba la cabeza.
Los dos permanecieron abrazados en silencio. Sólo se oía el sonido de su
respiración agitada. La luna iluminó sus cuerpos y un irreparable deseo se
apoderó de Mariana. Creyó enloquecer, al sentir los muslos de Peter, tensos y
duros, contra los suyos. Con una lentitud casi insoportable, Peter bajó la
cabeza hasta sus senos. Era un tormento que Mariana no podía soportar
impasible. Inconscientemente, alzó las manos hasta su cuello y enterró los
dedos en su cabello, para atraerlo aún más hacia ella. Peter continuó
acariciándola hasta envolverla en un torbellino de pasión.
—Mariana... —la voz ronca de Peter la hizo volver a la realidad. Él
levantó la cabeza y estudió su cuerpo muy despacio. Una sonrisa irónica
apareció en sus labios al comprobar lo excitada que estaba. Mariana sintió que
su pasión se convertía en hielo y se estremeció, lamentando su falta de
control—. Querida Mariana, ¿no me dijiste que no significaba nada para ti?
Debería haber imaginado algo parecido, pensó Mariana. Y en ese momento,
todo el deseo que acababa de sentir se convirtió en dolor. Peter la soltó y
ella se cubrió los senos con los brazos. Él la observó con expresión burlona y
le dijo:
—Durante todos estos años me he preguntado lo que hubiera sido estar
contigo, pero una mujer que se excita con tanta facilidad cuando la toca
cualquier hombre, es como el champán sin burbujas... ni gusta ni apetece.
—Me deseabas —murmuró ella, sin poder comprender lo que estaba sucediendo.
—Eso sólo era una manifestación masculina de deseo físico... no había nada
personal, Mariana. Y tú me deseabas de igual modo —abrió la puerta y se fue.
¿Cómo había sucedido? ¿Cómo había logrado atraparla
para que se traicionara a sí misma de esa forma? Su mente daba vueltas,
tratando de encontrar una respuesta y una explicación, pero no la había. Mariana
tenía los labios secos y se los refrescó con la punta de la lengua. Se colocó
el camisón como un autómata, pues no podía dejar de pensar que se merecía todo
el desdén que Peter le había mostrado... no porque fuera la mujer frívola que
él creía, sino porque había permitido que su cuerpo la traicionara. Al menos,
cuando se fue de Little Martin, pudo decirse a sí misma que su autorrespeto
estaba intacto; pero ahora ni siquiera tenía eso. Se había derretido en los
brazos de Peter como si fuera una vela encendida y ahora le parecía increíble
que él hubiera logrado encender sus sentidos de esa manera. El deseo que
había sentido por él seis años antes, lo había apartado como algo que no podría
suceder otra vez. Le resultaba difícil aceptar la intensidad del deseo que la
hacía sentir. Se conocía lo suficiente para saber que con nadie había sentido
lo mismo. Peter era el único hombre que la había hecho sentir esa necesidad
física. ¿Por qué? Con toda seguridad, la causa era lo que había sucedido entre
ellos en el pasado. Una explicación más seria pasó por su mente, pero se negó a
admitirla. ¿Aún amaba a Peter? ¿Cómo podría?
No podía ocultarse en su habitación para siempre, pensó Mariana. Después
estudió su imagen en el espejo y su maquillaje le pareció perfecto. Sólo un
experto sabría lo que había hecho para ocultar los resultados de haber pasado
la noche sin dormir. Tenía el cabello peinado hacia atrás, de forma
sofisticada. Trataba de dar una imagen de frialdad, aunque era demasiado tarde
para esconderse detrás de ese porte, pero necesitaba que Peter creyera que
tenía todo bajo control, cuando se enfrentara a él. Se ruborizó un poco al recordar
cómo se había abandonado ante él. No, Peter no le permitiría olvidar la noche
anterior con facilidad. Fue hacia la puerta con un gesto de rabia. Tendría que
enfrentarse a él, por el bien de Sophie. Cuando entró en el comedor para desayunar,
se encontró con Peter, que ya estaba preparado para ir a su oficina. Tratando
de controlar sus nervios, Mariana se sentó.
—Muy impresionante —dejó a un lado el periódico y
estudió su cara y su blusa de seda—, pero no me engañas, Mariana. Debo darte
las gracias por lo sucedido anoche. He tardado seis años en comprender la
realidad, pero anoche lo logré. No hay nada mejor que una fría dosis de
realidad para borrar los sueños imposibles.
Mariana no podía comprender lo que decía. Comenzó a
servirse una taza de café y se detuvo porque su mano empezó a temblar. Peter le
dijo con una sonrisa cruel:
—¿Síntomas de retirada? Sabes que no tienes que
quedarte aquí, Mariana. Puedes irte cuando quieras.
—Eso es lo que te gustaría que hiciera, ¿verdad?
—comprendió que Peter era demasiado listo para desafiar de manera abierta los
deseos de Natalie, pero había formas más sutiles de asegurarse de que ella no
cumpliera sus responsabilidades hacia Sophie—. Todavía no me voy a ir, Peter.
Desapareceré de aquí en cuanto averigüe lo que le ocurre a Sophie.
—Nobles sentimientos. Por supuesto, comprendes que tal
vez no lleguemos a averiguarlo nunca. El trauma de Sophie podría ser
permanente.
Mariana dejó de pensar en sus problemas y recordó los de la pequeña.
—¿Cómo se encuentra esta mañana? —preguntó con preocupación.
—Todavía duerme. Suele levantarse tarde, cuando ha tenido pesadillas por la
noche. Le he dado instrucciones a la señora Lancaster para que la deje
descansar. Y tú, ¿qué piensas hacer esta mañana? —dijo Peter con tono seguro y
dominante.
—He pensado ir al pueblo para que me arreglen el coche de mi tía. No puedo
seguir usando el de otra persona —respondió Mariana, con brusquedad porque Peter
se creyera con el derecho de ser su guardián.
—Ummm...
El no volvió a hablar hasta que se puso de pie para irse y entonces Mariana
creyó que no podría seguir controlando sus destrozados nervios. Por el
contrario, Peter no parecía muy alterado por lo ocurrido la noche anterior. No
tenía ojeras y tampoco le temblaban las manos. Estaba tranquilo y Mariana
parecía no importarle en absoluto. Mientras que ella había descubierto que su
cuerpo seguía añorando sus caricias.
Cuando Peter se fue, Mariana subió para ver a Sophie.
La pequeña dormía con tanta paz, que parecía imposible que fuera la misma
persona que había sufrido angustiosos sueños durante la noche. Peter
le había dicho que Sophie rara vez se despertaba durante las pesadillas y que,
por consejo del médico, no se las mencionaba cuando estaba despierta.
Después de decir a la señora Lancaster que tenía que arreglar unos asuntos
en el pueblo, Mariana se fue. Cuando llegó al taller, le explicó al joven que
la atendió cuál era su problema.
—Iré a ver su coche. ¿En dónde dijo que se hospeda?
Cuando Mariana se lo dijo, se sorprendió al ver que se sonrojaba y le
decía:
—¿Entonces usted es la prima de Nat... quiero decir,
de la señora Lanzani?
—Sí —lo observó con detenimiento. Era obvio que conocía a Natalie, pero eso
era lógico, ya que Little Martin era un pueblo pequeño. Era atractivo y rubio
y parecía un par de años menor que ella—. ¿Conocía a mi prima?
Él asintió y bajó la cabeza al responder. —Un día trajo su coche para que
le hiciera una reparación y nos hicimos amigos —sonrió con amargura—. Si
hubiera seguido mi consejo aún estaría viva. Sabía que no era feliz, pero..
—se volvió.
—¿Natalie le dijo que no era feliz? —Verá, nos hicimos
muy amigos por culpa de su coche. Yo no conseguía arreglarlo bien y por eso
Natalie venía por aquí con frecuencia. Solíamos ir juntos a tomar alguna copa.
Me dijo que se sentía muy sola y desde entonces empezamos a salir una o dos
veces al mes —vio la expresión de Mariana y, como no supo lo que la causaba, ni
que la sonrisa irónica era por su prima y no por su respuesta, dijo a la
defensiva—. Todo fue inocente... ella sólo necesitaba a alguien con quien
hablar... yo la apreciaba... me dijo que nadie la comprendía. Se sentía
aburrida, sola... Su marido la ignoraba, tenía otras mujeres. El encargado de
investigar la causa de su muerte dijo que se había quitado la vida porque estaba
muy deprimida; pero en realidad su marido fue el responsable. Si no la hubiera
descuidado... Si la hubiera amado como ella merecía que la amaran
—se volvió hacia Mariana con gesto angustiado. Ella comprendió la adoración
que había sentido por su prima y tuvo lástima de él—. Él no quería acostarse
con ella, ser un verdadero marido. Todo comenzó cuando ella esperaba a su hija.
Él decía que era repulsiva. Le rompió el corazón.
Sus revelaciones sorprendieron a Mariana. No sabía qué pensar. Natalie
siempre había mentido, pero ella sabía que Peter y su prima tenían habitaciones
separadas. ¿Acaso se había arrepentido de su decisión impulsiva de casarse con
ella? ¿Habría deseado Peter haberse casado con ella y no con Natalie? Pero no,
estaba dejando correr su imaginación. Peter nunca la había querido. Sabía que
Natalie había muerto por una sobredosis de pildoras para dormir y de pronto se
preguntó si el médico que se las había recetado sabía lo peligrosamente
deprimida que estaba su prima.
Waaaw primero sigo sin entender a Peter, no entiendo porq la trata asi a Lali, segundo sigo sin entender porq Peter se caso con Natalie si la trataba asi, ensi no entiendo a Peter u.u ensima sos mala y no me qres contar nada...
ResponderEliminarSubiiiiiii maaas!!
Beso,Anto
AAAAv que secreto tiene esta historia por Dios!!
ResponderEliminarMe encanta
ResponderEliminarmaaaaaass noveee
ResponderEliminarkiero maas capiis
ResponderEliminaraja me encantaa masss ♥
ResponderEliminarMuy bueno el capi quiero el siguiente!!!!!!!
ResponderEliminarAlgo tiene en la cabeza Peter, k no lo deja pensar con claridad,esta demasiado rencoroso, odiandola, y parece k se quiere vengar d algo, tratandola d esa manera,cruel y cinico.
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