Mariana dio las gracias al joven admirador de Natalie por ofrecerse para
revisar su coche y quedó en telefonearle al cabo de unos días para saber el
progreso logrado. Antes de irse, supo que él había comprado un pequeño negocio
en el pueblo, con una herencia pequeña que había recibido por deseo de Natalie.
¿Acaso él y su prima habían sido amantes? No creyó que así fuera, pues Richard Courtland
no parecía un hombre capaz de ver a una mujer casada.
Antes de volver a la casa, fue a visitar al farmacéutico de Little Martin.
Compartían al doctor Goodfellow con otros tres pueblos y Mariana sabía que él
siempre había estado en contra de las pastillas para dormir, por lo que no
creía que él se las hubiera recetado a Natalie.
El farmacéutico le informó que el doctor Goodfellow ya se había retirado y
que ahora los atendía un grupo de médicos que trabajaban en un ambulatorio que
había en el pueblo de al lado.
—El doctor Howard es quien hace las visitas a
domicilio. Vive en las afueras del pueblo. Antes vivía en Londres, pero su esposa
se puso enferma y tuvieron que venir aquí. Pobrecita, apenas tiene treinta y dos años y es probable que quede inválida
para el resto de su vida —le explicó que la esposa del médico sufría de una
enfermedad muscular progresiva y que sus tres hijos estaban internos en una
escuela.
Mariana le sonrió y se fue. No era difícil imaginar que un médico con
mucho trabajo y problemas personales, prescribiera pildoras para dormir en
alguien como Natalie... tal vez con la esperanza de alejarla de su
consultorio.
Mariana se preguntó si valdría la pena ir a visitarlo. Sabía que nada le
devolvería a su prima, pero no podía evitar el tratar de descubrir por qué se
había suicidado, pues tal vez así pudiera ayudar a Sophie. Llegó a la casa a la
hora de comer. Sophie picoteaba la comida y parecía cansada. Era la tarde
libre de la señora Lancaster y Mariana accedió a cuidar a la pequeña.
—Sophie, ¿te gustaría venir conmigo a pasear? —le preguntó Mariana
sonriendo.
Sophie asintió y media hora después se encontraban en
un sendero que Mariana recordaba desde su niñez. Cruzaba varios campos y
terminaba en una llanura en la que los gitanos solían acampar cuando ella era
pequeña. Al principio, Sophie parecía ansiosa de caminar por los campos.
Mientras caminaban, Mariana hablaba sin esperar respuesta, pero trataba de
atraer la atención de Sophie hacia su conversación. Cuando llegaron al final
del camino, Mariana se dio cuenta de que el solar en que acampaban los gitanos
ya no existía. Ahora había varias casas, incluyendo una casa del campo grande,
cuyo jardín daba a los sembrados. Se sintió molesta, al notar que Sophie se
había puesto nerviosa.
—Sophie, cariño, ¿qué sucede? —Mariana se arrodilló a
su lado, mirándole la cara con preocupación. Sophie miraba hacia las construcciones
nuevas. No había nada extraño en las casas, nada que, para Mariana, justificara
la intensa reacción de la niña. Decidió arriesgarse y dijo—: Ven, vamos a mirar
esas casas; no las había visto antes.
Se puso de pie,'pero antes de que pudiera dar un paso, Sophie la cogió de
la mano y se negó a moverse. La pequeña accedió a caminar, cuando vio que Mariana
iba en dirección contraria.
¿Qué había originado su angustia repentina? Mariana se preguntó si valdría
la pena contar a alguien el incidente. No quería acercarse a Peter, porque
quizá pensaría que utilizaba a Sophie para llamar su atención. Sintió calor en
la cara, al pensar en lo ocurrido la noche anterior. Trató de olvidarlo, pero
los recuerdos volvían a su mente. La intensidad de su respuesta física aún la
inquietaba. Incluso ahora le parecía increíble haber experimentado tanto
deseo. Hacía muchos años que no sentía nada parecido. La vieja Mariana había
reaccionado igual que en su juventud.
Cuando llegaron a la casa, Sophie parecía tan cansada que Mariana sugirió
que se acostara. Aunque no podía hablar, Sophie tenía su forma de comunicarse y
un breve movimiento de cabeza le confirmó que estaba cansada.
Como Sophie estaba dormida, disponía del resto de la tarde libre. Eran las
cinco y no tenía ni idea de la hora en que volvería Peter. En los viejos
tiempos sólo trabajaba los sábados por la mañana, pero sospechaba que ahora
haría cualquier cosa para evitarla. Ya había probado lo vulnerable que era ante
él.
Mariana suspiró y recordó su promesa de revisar las cosas de Natalie.
Abrió la puerta de la habitación de su prima. La decoración era típica de
Natalie, fuerte y dramática, con muchos colores. Un gran armario de espejos
cubría una de las paredes.
Después de una hora, Mariana había ordenado varios montones de ropa sobre
el suelo. El aire estaba impregnado del perfume favorito de su prima. Natalie
tenía mucha ropa, pero, ¿acaso comprar ropa no era la ocupación de una mujer
solitaria y aburrida? ¿Se habría sentido sola su prima?
Un ruidito hizo que Mariana se volviera y vio que Sophie estaba de pie en
la puerta, con una mirada de horror en la cara. Cuando vio a Mariana, hizo un
sonido inarticulado y corrió hacia ella. La fuerza del pequeño cuerpo casi tiró
a Mariana.
Consoló a la pequeña, la abrazó y la calmó. Sophie
enterró la cara contra su pecho. Mariana comprendió que la pequeña
trataba de absorber su perfume, el cual era muy diferente al de Natalie, ya
que era suave y fresco. El olor de su perfume debió calmar a Sophie, porque
dejó de temblar y permitió que se pusiera de pie con ella en brazos.
Mariana iba hacia la puerta cuando Peter entró. Sus ojos la recorrieron
con furia.
—¿Qué estás haciendo?
—Natalie era mi prima —por alguna razón no le quiso explicar que la señora
Lancaster le había pedido su ayuda—. ¿No es natural que quiera saber por qué
quiso quitarse la vida?
—¿Y esperabas encontrar una explicación aquí? —su sonrisa era de burla—.
Natalie pasó tan poco tiempo en su cama como en la mía. ¿No es eso lo que
querías saber? —le dijo con furia—. ¿No es ese el motivo por el que has vuelto?
¿Para ver el daño que causaste?
Ella no comprendió lo que le decía. Mariana supuso que la indiferencia de Peter
había alejado de él a Natalie y que él daba a entender que su prima nunca había
sido feliz siendo su mujer. ¿Cuál era la verdad?
ESTEN ATENT@S EMPIEZAN A RESOLVERSE LOS MISTERIOS BESOSSS
Haaay cada veez entiendo menos Pupy ¬¬ primero porq la nena no queria ir a esas casas, segundo eso q le dijo Peter, de q ella queria saber el daño q causo,una cosa asi... y tercero sigo con la duda de siempre, NO ENTIENDO A PETER¬¬
ResponderEliminarAlll fin se van a resolveer, muero de intriga...
MAAAS!!
Beso,Anto
espero mas noveeeee
ResponderEliminarquiero mas nove... me encanta esta nove...!!!!
ResponderEliminarEspero q subas pronto...
Besos q estes bien...!!! :)
otro, mas noveee
ResponderEliminarMe quede con ganas d mas ,esta parte del cap,fue cortito,y lo dejaste picando.Tanto misterio k ya no se k pensar,si tuvo la culpa Natali,x como era,o Peter ,k se volvio tan cinico e irascible ,como se esta mostrando con Mariana.No le importa decirle k Natali paso tan poco tiempo en su cama, como en la d el,estando Sophi en brazos d Mariana.
ResponderEliminarMe encanto!
ResponderEliminarQue genial cap!
PERO.... NECESITO UNO MAS!!!!
Besos