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lunes, 28 de mayo de 2012

novela:salir del paraiso capitulo 29



no pude dormir anoche, lo que no es nada nuevo porque cada noche está llena de intranquilidad. Pero anoche no fueron pesadillas de la cárcel lo que me mantuvo despierto, o la noche del accidente y lo que pude haber hecho diferente. Yo estaba reviviendo lo que había pasado hace unas pocas horas. Besar a Mariana fue la cosa más estúpida que he hecho jamás. Pero, mirando dentro de sus tristes ojos y rostro vulnerable me hizo desearla más de lo yo hubiera deseado cualquier cosa en mi vida.
Anoche emociones reales estaban volando. Anoche honestamente estaba volando. Se sentía tan crudo.
Mientras me estoy alistando para la escuela, pensé en nuestra conversación después del beso. Ella estaba nerviosa, lo podía decir por el temblor de esos labios contra los míos. Cerró sus ojos y se aferro a mí mientras nuestros labios se encontraban. Juro que nunca había estado más excitado. Cuando me incline hacia atrás, tenía una mirada preocupada en su rostro como si yo fuera a darle una nota de reprobada en sus habilidades de besar.
No puedo creer que eso pasara, dijo ella.
Ni siquiera sé que respondí. Todo lo que recuerdo es este sentimiento de estupidez esparciéndose sobre mí, y preguntarme qué demonios me hizo besar a una chica a la que debería evitar acercarme a toda costa. Pero estar cerca de ella se sentía malditamente correcto, no pude resistirla. Nosotros habíamos pasado a través de mucho, nuestras vidas están engranadas y estamos varados en esta red juntos. La parte enferma es que, no quiero salir de ello.
Mariana es frustrante, está confundida, está molesta… y tararea unas ridículas melodías cuando está trabajando en casa de la Sra. Reynolds. Pensarías que yo me volvería loco por eso. No puedo evitar que me guste cuando sopla su cabello fuera de su cara cuando está trabajando, o cuando mira a la Sra. Reynolds de soslayo cuando está insistiendo en que Mariana está plantando sus estúpidos bulbos mal… y cuando no está tarareando, resisto la urgencia de decirle que continúe.
Contrólate, Peter. Después de que la besaste corrió a casa lo más rápido que pudo.
Ok, entonces después de que la bese me dejo en el árbol preguntándome como me metí en este desastre. Por mucho que deseo a Mariana, no puedo tenerla. Tal vez debería escribirle una carta y deslizarla dentro de su casillero, disculpándome por la noche anterior.
Me senté en mi escritorio y saque una hoja de papel.
Mariana,
Siento lo de anoche.
Peter.
La leí para mí mismo y sonaba idiota. La arrugue y empecé de nuevo.
Mariana, Si te asuste anoche, lo siento. Fue un beso inofensivo que no significo nada. Peter
Lo arrugue casi tan pronto como firme con mi nombre. Porque sí significo algo. Los besos de Luna son más vacios para mí que una flauta. Y, maldita sea, no siento haberme deslizado y acercado a Mariana. Quería besarla y todavía quiero besarla. Ok, así que preferiría que ella hubiera dicho algo como Vamos a intentar eso de nuevo, pero ahora me conformaba con que no huyera. Calmándome, me dirigí a la escuela más temprano e intente olvidar a Mariana y la noche pasada.
Camine penosamente por mi día hasta que llegue a la clase de computación. Mariana está sentada hasta adelante, sus ojos fijos en la pantalla en frente. Ni siquiera noto cuando entre. Esperaba obtener alguna señal de que todo está bien entre nosotros, pero no conseguí nada de nada.
Oh, sí. Si conseguí...Luna. Ha estado dándome sus mejores sonrisas seductoras todo el día, prometiendo realizar todas mis fantasías. Poco sabe que mis fantasías son consumidas por una chica que se rehusa a mirar en mi dirección. Afortunadamente para mí, logre deshacerme de Luna y su sobreexpuesto escote todo el día.
Me dirigí al autobús después de la escuela, intentando sin mucho éxito no estar sorprendido si Mariana se sienta al frente en vez de al lado de mí. Me
deje caer pesadamente hacia atrás y pude ver su camiseta rosada y sus jeans descoloridos llegando por el pasillo. Su largo cabello cubre un lado de su cara, como si se estuviera escudando de mi mirada. Pasa los asientos de adelante y se dirige a los posteriores, nunca mirándome.
Cuando se desliza a mí lado y el autobús se dirige lejos de la escuela, dejo escapar un aliento. Estar en la escuela me está estresando. Los profesores me miran, los chicos me miran… todo el mundo me mira excepto Mariana estos días.
Miro abajo hacia nuestras rodillas, tocándose ligeramente. Jeans contra jeans. ¿Nota el calor transfiriéndose de su cuerpo al mío? ¿Acaso se da cuenta de lo que me está haciendo? Lo sé, lo sé, no soy virgen y el ligero toque de la rodilla de una chica me está volviendo loco. Ni siquiera sé lo que estoy sintiendo por Mariana, solo sé que estoy sintiendo. Es algo que he intentado evitar y negar hasta ayer, cuando la sostuve en mis brazos mientras sus lagrimas se derramaban en mi camisa.
Dios, nuestras rodillas tocándose no es suficiente. Necesito más.
Ella esta anudando sus dedos en su regazo como si no supiera qué hacer con ellos. Quiero tocarla, ¿pero y si se aleja como antes? Nunca había sido tan cobarde con una chica en mi vida.
Mordí mi labio inferior mientras deslizaba mi mano una millonésima de milímetro más cerca de su mano.
No parece asqueada así que la moví más cerca. Y más cerca.
Cuando las puntas de mis dedos tocaron su muñeca, se congelo. Pero no quito su mano. Dios, su piel es tan suave, pienso mientras mis dedos trazan un camino desde su muñeca a sus nudillos y a sus suaves y cuidadas uñas.
Juro que tocarla así me está volviendo loco. Es más erótico, más intenso que cualquier otro momento con Luna. Me siento de nuevo tan incomodo e in experimentado como un novato. Levante la vista. Todo el mundo es inconsciente de la intensidad de emociones corriendo desenfrenadamente en la parte de atrás del autobús público.
Cuando miro de nuevo hacia abajo a mi mano cubriendo la suya, estoy agradecido de que no haya recobrado sus sentidos y retirado su mano. Como si supiera mis pensamientos, ambos volteamos nuestras manos al mismo tiempo para que así nuestras manos estén palma contra palma… dedo contra dedo. Su mano esta empequeñecida contra la mía. La hace ver más delicada y pequeña de lo que me había dado cuenta. Siento una necesidad de protegerla y ser su héroe si alguna vez necesita uno.
Con un ligero cambio de mi mano, enlacé mis dedos a través de los suyos.
Estoy agarrado de manos. Con Mariana Esposito.
Ni siquiera voy a pensar acerca de lo malo que es porque se siente muy correcto. Ella esta evadiendo mirarme, pero ahora voltea su cabeza y nuestros ojos se traban. Dios, ¿Cómo no pude haber notado antes cuan largas son sus pestañas y como sus ojos marrones tienen motas de oro que destellan cuando el sol brilla sobre ellas?
El autobús se detiene repentinamente y miro hacia fuera por la ventana. Es nuestra parada. Ella debe haberse dado cuenta porque empuja su manos fuera de la mía y se para. La sigo, todavía tambaleándome.
Llegamos a la casa de la Sra. Reynolds. Puedo oler la esencia de galletas invadiéndonos mientras caminamos hacia dentro.
—Oh, estoy tan feliz de que ambos estén aquí —canturrea la Sra. Reynolds—. Pasen a la cocina. Tengo… —la anciana ladea su cabeza a un lado, mirándonos a Mariana y a mí en su sala—. ¿Está haciendo calor afuera? —pregunta.
Mariana sacude su cabeza mientras yo digo,
—No particularmente.
— ¿Entonces porque los dos están tan sonrojados? —ella pregunta, enarcando sus cejas.
Oh, mierda. Mientras Mariana se encoje de hombros y se dirige a la cocina, le informo a la anciana,
—Soy un tipo. No me sonrojo.
—Uh huh —ella dice.
Después de comer las galletas, las cuales ella insiste son su propia receta secreta de la marca Snickerdoodle, me dirigí hacia fuera. Mientras estoy trabajando, robe miradas de Mariana mientras se agachaba en el suelo y plantaba los bulbos con las instrucciones verbales de la Sra. Reynolds nunca lejos de ella.
Cuando la anciana tomo su siesta, escuche a Mariana tararear mientras yo trabajo en el mirador. Es tranquilizador. Su voz flota a través del aire mientras trabajo. Pero cuando el tarareo se detiene, miro a mí alrededor y Mariana no está aquí. Me dirigí a la casa.
La encontré sacando limones del refrigerador. La observo mientras los corta y los exprime en la jarra.
—¿Me estas siguiendo? —ella pregunta, pero no se encuentra con mi mirada. —Si —le digo.
—¿Por qué?
—¿Honestamente?
Ella me mira, sus cejas enarcadas. Le doy la única respuesta honesta y verdadera que tengo.
—Estas donde yo quiero estar.

6 comentarios:

  1. Aaaaaah mas tierno peter :) espero mas capi

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  2. haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay se sonrojaron peter quiere a lali jajajajaaj me encanto te lo rugo pupy tenes que subir otrooooooooooooooooooooooooooooo te ama
    dulce

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  3. MAS NOVELA ESTA RE BUENA DIOS
    MAGI

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  4. Se esta volviendo tierno :3
    Mas Noveee
    @sarapinyana

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  5. Peter ya piensa,y esta viendo d otra manera a Mariana.

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