estoy
tarareando una vieja canción que mi madre solía cantarme cuando me metía en la
cama, cuando tenía miedo de la oscuridad y me negaba a ir a dormir. La vida era
menos complicada entonces. Mi papá vivía en casa y el único trabajo de mamá
era, bueno, tan solo ser madre.
Ahora
está trabajando como camarera y saliendo. De acuerdo, esa última parte es mi
culpa. No puedo culpar a mi mamá por su cita esta noche. Gracias a Peter, estoy
llegando a términos con eso.
Esa
primera noche me besó mágicamente. Estaba toda preparada para ser solo amigos,
apreciando nuestra relación platónica, cuando de repente se convirtió en algo
más. Cuando estoy con el no pienso en mi cojera. Todo lo que pienso es como se
siente el ser capaz de hablar y compartir y besar.
¿Y enamorarme de Peter Lanzani otra vez? No lo sé. Estoy tan nerviosa y asustada de ser herida de
nuevo, que mantengo una pared para que mi corazón este protegido.
Poco
a poco ha estado socavando esa pared.
Después
del trabajo nos hemos estado bajando del autobús dos manzanas más atrás para
que podamos robar unos pocos minutos extras juntos.
Desafortunadamente,
hoy tenía una reunión con algún consejero del Departamento de Correcciones.
Dijo que era importante, así que espero que le vaya bien.
Le
he perdonado por el accidente. Hace dos días intentó proponerlo, diciendo que
tenía algo importante que decirme sobre eso. Lo corté con un beso y promesas de
perdón.
El
viento está soplando, y las hojas están empezando a caer. Es el final del
verano. Los árboles, hierba y flores se están preparando para la inactividad.
Conforme planto el último de los capullos de narcisos para la Señora
Reynolds,
pienso en el invierno que tendrán que sobrevivir antes de descongelarse y estar
listos para su primer vistazo al sol.
Miro
hacia arriba y paro de soñar despierta sobre canciones y árboles y Peter para
encontrar a la Señora Reynolds de pie sobre mí. Dejo de tararear. —Estás muy
alegre hoy.
—Solo
tengo cinco capullos mas antes de terminar —le digo.
—Eso
es una cosa buena, también —dice, mirando hacia el cielo anocheciendo—. El
tiempo está cambiando. Ya siento un frío invernal en el aire.
—Yo
también —después de terminar el último capullo, nos sentamos y cenamos.
—Me
gustaría invitarte a ti y a tu madre a cenar una noche. Pero solo si está bien
para ti.
—¿Por
qué no lo estaría?
—Porque
mi hijo ha estado saliendo con tu madre más de lo que lo ha estado en los
últimos tres años. Lo he estado entrenando, ya sabes.
—¿Lo
has hecho?
—¿Llevó
Lou chocolates la primera vez que fue a tu casa? —asiento.
—Ese
era mi consejo. Le dije que llevara rosas amarillas a tu madre porque son la
mejor manera de empezar…
—No
eran rosas amarillas —levanta una ceja—. ¿No lo eran?
—No.
Tulipanes.
—¿Amarillos?
—Púrpuras.
—Uhm.
Y los chocolates, ¿eran caramelos?
—Frango
Mints. Muy sabrosos.
—¿Sabrosos,
eh? Mucho para el consejo de una madre —río.
Mi
jefa agita sus brazos al aire. —Suficiente holgazanería, Mariana.
Cuando
estamos guardando los platos, la Señora Reynolds se balancea y se sujeta al
borde del mostrador para apoyarse.
—¿Está
bien? —pregunto, tomando su plato y dirigiéndola al sofá.
—Estos
nuevos medicamentos están causando estragos en estos viejos huesos, eso es
todo. Nada por lo que preocuparse.
Yo
me preocupo. Antes de dejar su casa, llamo al Comedor de la Tía Mae y le digo
al Señor Reynolds que la controle.
Me
dirijo a la parada del autobús después de convencerme de que está bien. Un
coche me grita cuando camino. Lo reconozco como el mismo coche con los tipos
con los que se peleó con Peter.
—
Hey, es la novia retrasada de Peter Lanzani —alguien grita por la ventana. Me
muerdo el interior del labio y sigo andando.
—Creo
que te quiere, Vic. Por qué no le muestras un buen rato —alguien más dice.
Luego todos ellos se ríen.
El
coche está yendo despacio a mi lado. Solo espero que no bajen del coche. Si
paro de andar, ¿saldrán?
¿Me harán daño?
Un
miedo profundo, tan intenso que estoy temblando por dentro, no me deja parar.
No
puedo volver a la casa de la señora Reynolds. Está demasiado lejos y no puedo
correr más rápido que estos tipos. Hay casas que bordean la calle. Podría
intentar tocar el timbre y pedir a alguien que llame a la policía.
Un
plan se forma en mi cabeza. Me doy la vuelta y me dirijo en dirección
contraria, la dirección por la que venía. Pero en el proceso me caigo. Mis
manos me escuecen y siento humedad pegajosa goteando por mi rodilla del corte
que me acabo de hacer de la caída.
—¿Tuviste
un buen viaje? —uno de ellos grita por la ventana.
Me
levanto y cojeo más rápido, rezando por que el coche no se vuelva y me siga.
Porque si lo hacen, no sé cómo voy a manejarlo. Escucho el sonido del coche
girando. No me atrevo a mirar atrás y darles otra razón para venir tras de mí.
Pero difícilmente puedo oír nada aparte del jadeo furioso de mi propia
respiración.
El
alivio corre a través de mí cuando el autobús hace un estruendo calle abajo. Me
apresuro a la acera y le hago señas al autobús para que pare, luego miro para
ver si el coche está todavía por aquí.
—¿Estás
bien? —pregunta el conductor del autobús.
—Estoy
bien —digo, luego me escabullo al final para sentarme.
Nada
puede curarme, ninguna cantidad de terapia o cirugías. La vieja Mariana, la
estrella del tenis sin cojera debilitante, la vieja Mariana, quien podía huir
del peligro, no existe.
Peter
está fuera cortando el césped conforme bajo la calle. Para el motor y se
precipita a mi tan pronto como mira hacia a mí.
—¿Qué
ha pasado? Dime que ha pasado.
Estoy
intentando contener las lágrimas. —Estoy bien.
Mira
alrededor para asegurarse de que la gente no está mirando, luego acuna mi cara
en sus manos. — No estás bien. Maldita sea, háblame.
Lo
miro con desesperación. —Fue este tipo, Vic.
—Lo
mataré si te ha tocado —gruñe, mirando mis pantalones rasgados manchados de
sangre.
—No
lo hizo. Él y sus amigos solo me asustaron, eso es todo.
—Me
aseguraré de que no vuelva a suceder, Mariana.
Le
sonrío afectuosamente. —No vas a ser siempre capaz de protegerme. ¿Qué vas a
hacer cuando esté en España?, ¿volar y golpear a todos los tipos malos que se
rían de mi?
pobre mariana que lindo peter que se hace el protector.. amo esta nove sos una genia sube mas porfaaaa
ResponderEliminarNo que mal lo de Mariana y Peter que la protyege mas tierno... me jode que siga con la idea de irse a España
ResponderEliminarMas Noveee!!!!
@sarapinyana
Bien ,ya lo perdono ,el quiere protegerla,pero como lo haga,Damon cae sobre el,y Peter es en lo k menos piensa,tiene solo un pensamiento,protegerla, igual k protegió a su hermana.Prefiere k lo metan d nuevo en la cárcel,a k le hagan daño a Mariana.¡K coraje!después d todo lo bueno k le pasa ahora con Peter,todavia piensa en irse a España.
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