novela: un amor inolvidable capitulo 8 ultima parte

Fue Sophie quien la despertó. La pequeña entró en su habi­tación y se sentó en el borde de la cama, mirándola. Mariana le sonrió y le dijo:

—Hola.

El placer que sintió Mariana cuando Sophie le devolvió la sonri­sa, hizo que el corazón se le llenara de amor. La pequeña tenía un libro en la mano, Mariana lo cogió y le dijo:

—¿Has venido para que te lea?

Media hora después, Peter las interrumpió.

—Aquí estás. Sarah te ha buscado por todas partes —le dijo él a Sophie, quien puso una carita triste; pero saltó de la cama y obedeció a su padre.

Al verlos juntos, Mariana recordó las palabras angustiadas de Sophie. Aparentemente, la pequeña no recordaba lo que había dicho el día del accidente, ni parecía dudar de que Peter fuera su padre.

Después de tomar la comida que le había preparado la seño­ra Lancaster, Mariana pensó levantarse un rato, pero en ese mo­mento Sarah entró en su habitación y le dijo:

—Supongo que piensas que eres muy lista al hacer que Peter se sienta culpable y quiera que te quedes aquí, pero eso no te cau­sará ningún bien. A mí no puedes engañarme. No te importa Sophie, sólo es un pretexto para quedarte aquí, con Peter. Él no te quiere, lo sabes, no más de lo que quiso a Natalie. Él y yo vamos a casarnos —se rió con burla al ver la pena que oscureció los ojos de Mariana—. Estoy segura de que ya lo sabías.

—No llevas anillo de compromiso —sabía que la voz le tem­blaba, traicionándola.

—Aún no... no queremos causar murmuraciones; además, el anillo de boda es el que cuenta. Tal vez Peter te encuentre atrac­tiva físicamente, pero nunca se involucraría con otro miembro de la familia de Natalie. Es muy probable que seas igual que ella... Si Natalie padecía un desequilibrio mental, ¿quién puede asegu­rar que a ti no te ocurra lo mismo...? Peter ya tuvo suficiente con estar casado con Natalie...

—Mi prima no era una demente —lo negó, pero sabía que mentía... ¿Acaso Peter se había quejado a Sarah del tempera­mento de Natalie? Mariana no soportaba pensar que él amara a otra. ¿Qué diría Sarah si supiera que hacía muy pocos días Peter le había hecho el amor? Era una pregunta hipotética, ya que sabía que no se lo diría, pues tenía demasiado orgullo y además sabía que Sarah le diría que Peter habría querido divertirse un rato con ella, que sólo la había deseado físicamente. El dolor la embargó.

—¿No? —levantó las cejas—. ¿Puedes pensar en otra expli­cación para su... ninfomanía...? —se rió cuando Mariana palideció—. Oh, vamos, debes de saber qué clase de mujer era. No podía dejar en paz a ningún hombre... Me asombra que Peter se casara con ella.

—¿Qué querías que hiciera? —preguntó con amargura—. ¿Ig­norar el hecho de que ella esperaba un hijo suyo?

—¿Un hijo suyo? —torció la boca con burla—. Peter no es el padre de Sophie. Dudo que Natalie supiera quién era, pero no fue Peter. Ella misma me dijo que nunca habían sido amantes. Peter no soportaba tocarla.

Mariana estaba atónita por lo que acababa de oír.

—¿No es hija de Peter...? Pero...

—¿Por qué se casó con ella? Natalie me dijo una vez que ha­bían hecho un pacto. Peter no habla nunca de eso.

—No te creo. Natalie pudo contarte esas cosas, pero ella...

—¿Era una mentirosa de nacimiento? Sí, lo sé, pero esto sí se lo creí. Ella sabía lo que Peter y yo sentíamos el uno por el otro... Sabía que él quería el divorcio... ¿Por qué otra razón crees que tomó esa sobredosis?

Esto era mucho peor de lo que Mariana había imaginado... Las mejillas de Sarah se sonrojaron por la ira, cuando añadió:

—Ella fue demasiado egoísta para dejarlo ir. No lo quería para ella, ya que no lo amaba, pero no dejaba que se fuera...

—Pero, Sophie... Él la ama... Ella lo ama...

—Él se siente responsable de Sophie —encogió los hombros—. Peter es de esa clase de hombres. Pero cuando nos casemos, aquí no habrá sitio para la bastarda de Sophie. Si tanto te importa, ¿por qué no te vas y te la llevas? A ninguna de las dos se os quie­re aquí.

Sarah se fue antes de que Mariana pudiera reaccionar. Quería negar lo que Sarah le había dicho, pero un instinto superior a la lógica le decía que era verdad, que Sophie no era hija de Peter. ¿Qué había hecho Natalie? Mariana recordaba como si fuera ayer, el día que su prima le dijo que esperaba un hijo de Peter. Después de haberlos visto juntos, no tuvo ningún motivo para dudar de su palabra; pero, según Sarah, ni siquiera fueron aman­tes. Y si Peter no era el padre, entonces, ¿quién...? Como si una puerta se abriera en su mente, pasó una imagen por su cabeza. Apartó las sábanas y, sin firmeza, caminó hacia el tocador y sacó la carta de Lucas. Sus dedos temblaron al coger la fotografía. El hijo de Lucas sonreía. Se parecía tanto a Sophie que se maravilló de no haberlo notado antes. Estaba mirando la fotografía, cuando Peter entró.

—Sophie es la hija de Lucas —pronunció las palabras sin po­der creerlas aún.

—Él la engañó, si es a lo que te refieres. No es muy agrada­ble descubrir que alguien en quien confiabas, te ha engañado, ¿no es así, Mariana?

—No creo que él lo supiera. Natalie...

—Natalie fue a rogarle que la ayudara y Lucas le dijo que abor­tara. La pobre estaba desesperada cuando vino a verme.

—Y tú te casaste con ella porque...

—Las razones que tuve para casarme no son de tu incumben­cia. No es a mí a quien debes interrogar, sino a Lucas. ¿Qué te ha hecho comprender la verdad? —Mariana sospechó que él pensa­ba que siempre había sabido quién era el padre de Sophie.

—Sophie dijo algo cuando estuvimos en mi casa —Mariana de­jaba escapar las palabras lentamente—. Le dije que la quería lle­var a casa contigo y ella me respondió «él no es mi papá...»

— ¡Esa bruja! —su cara estaba pálida y tenía la boca tensa—. Natalie debió decírselo. Sólo Dios sabe cuántas veces amenazó con hacerlo pero nunca pensé...

—No importa lo que hayas pensado —Mariana se maravilló de lo fría y controlada que sonaba su voz y vio cómo le cambió la cara cuando lo miró de frente—. Todo esto prueba que Sophie es sólo responsabilidad mía—. Tan pronto como pueda, haré los arreglos necesarios y las dos nos iremos...

—Tú... Espera un momento, Sophie se queda aquí conmigo.

—¿Por qué? —lo miró a los ojos—. No la quieres.

Durante varios segundos reinó la tensión; Peter la miraba con odio e ira.

—No has cambiado, Mariana. Siempre tuviste esta facilidad para ver las cosas como más te conviene. Pero esta vez... no será así... Esta vez no.

Peter se fue de la habitación dando un portazo. Mariana toda­vía era incapaz de asimilarlo todo, pero sí sabía una cosa, que Lucas nunca habría dicho a Natalie que abortara, ya que era muy religioso y esto era algo que muy pocas personas sabían. El ha­bía sido hijo ilegítimo y a menudo comentaba que si el aborto se hubiera practicado en la época de su madre, él no habría naci­do. Su madre lo abandonó recién nacido y fue educado por una sucesión de padres adoptivos. Por esa razón, Mariana sabía que nun­ca rechazaría a un hijo de él. Tendría que hablar con él, pero por teléfono no podía darle la noticia de que tenía una hija de seis años. ¿Y Sophie? Tal vez la causa de su silencio era saber que Peter no era su padre. Tendría que hablar con John.

No le pediría que fuera a la casa, ya que Sophie se podría alterar al verlo. Mariana pensó durante un rato dónde podría citar­se con John, y decidió que podrían encontrarse en su vieja casa. De una cosa estaba segura... no iba a dejar a la pequeña allí, para que fuera maltratada por Sarah, cuando se convirtiera en esposa de Peter. Peter le había dicho que la quería. ¿Por qué? Quizá sólo fuera para evitar que ella se quedara con la niña. ¿La odia­ría tanto? Ella era la que debería de odiarlo. Frunció la frente. ¿Por qué Peter no había querido decirle la razón por la que se casó con Natalie...? ¿Por qué no le explicó? Ahora, eso ya no importaba. Nada había cambiado. Él nunca la había amado. Fue terrible saber que había preferido a su prima, pero saber que se casó con Natalie sin amarla, que ella significó tan poco para él y que con tanta facilidad la sacó de su vida, eso era mucho peor.

listo por hoyy nos vemos el lunes PRIMER MISTERIO RESUELTO ;) besoosss disfruten el findee