la
señora Reynolds va ser la muerte para mí. Ella está decidida a ponerme al
volante de su negra monstruosidad guardada en el garaje.
—Es
un clásico —dice la Sra. Reynolds, con la barbilla en alto mientras la puerta
del garaje se abre y se revela el Cadillac.
—Yo…
yo realmente no estoy lista para conducir todavía —digo—, pero usted puede
conducir y yo me montaré en el lado del pasajero.
La
Sra. Reynolds abre la puerta del pasajero y se desliza en el asiento.
—Cariño,
mis ojos no pueden ver a más de dos pies en frente de mí. Vamos, ahora. Estamos
perdiendo tiempo.
Ella
baja su mano por la ventana, las llaves colgando de sus dedos. Ella bate los
dedos, las llaves tintinean unas con otras.
Estoy
jadeando y resoplando mientras deslizo las llaves de su mano, esperando que
ella entienda la indirecta. Ella no lo hace. Abro la puerta del lado del
conductor y me deslizo en el asiento delantero. Wow. El
cuero blanco es suave, y la parte posterior del asiento es tan grande como un
viejo sillón reclinable Lay-Z-Boy. Miro por la ventana del frente. El capó es
ancho y tiene ese brillante símbolo de Cadillac.
Me
vuelvo a la Sra. Reynolds, que tiene su pequeño bolso perfectamente apretado en
su regazo, lista para salir. Hacer sentir a la señora orgullosa de mí sería tan
magnífico. Pero… no estoy lista. Eso creo.
—No
puedo hacer esto —le explico, esperando a que ella lo entienda. Ella no está
atendiendo nada. Solo por la severa mirada de su cara, lo sé.
—Mariana,
mete la llave en el encendido —lo hago.
—Ahora
gira la llave y arranca el auto —giro la llave.
—¿De
qué tienes miedo, cariño?
—De
golpear a alguien. Estar en un accidente —trago.
—Esta
parte de ti tiene que cambiar, lo sabes. Estar asustada de asumir riesgos es
mucho más espeluznante que estar haciendo cosas que te reten
—No
he conducido desde el accidente.
—Es
hora de que lo hagas, entonces —sacudo la cabeza—. Retrocede despacio para no
golpear la valla —la Sra. Reynolds se voltea hacia el frente y abrocha su
cinturón de seguridad.
Abrocho
el mío también. No tengo ni idea de por qué la señora me hace hacer cosas que
no quiero hacer. Es como si ella tuviera poder sobre mí.
Tomo
un respiro profundo, presiono mi pie sobre el freno, y pongo el auto en
reversa. Poco a poco suelto el freno, retrocedo y me aseguro de que todo está
limpio para retroceder a la calzada.
—Cuidado
con el buzón de correo —aconseja la Sra. Reynolds.
Estamos
a salvo en la parte inferior de la calzada y yo retrocedo hacia la calle. Estoy
tratando de convencerme a mí misma de no tener un ataque de pánico, pero no
creo que esté teniendo demasiado éxito. Una parte de mí está emocionada por
volver a manejar y sacar el miedo de mi vida, por el otro lado quiero poner el
auto en el estacionamiento y cojear a casa. Oigo la voz de Peter dentro de mi
cabeza, empujándome a hacerlo.
La
Sra. Reynolds me da una palmadita en la rodilla. —Bien hecho, Mariana.
Con
ese voto de confianza, puse el auto en inicio y lentamente conduje por la
calle.
Mis
pies no están acostumbrados a los pedales y es muy difícil parar y acelerar
demasiado rápido. —Lo siento —le digo después de haber llegado a una señal de
alto y la Sra. Reynolds se sacude hacia adelante.
Ella
se aclara la garganta. —No hay problema. Vamos a tomarlo con un poco más de
calma con el acelerador y el freno, ¿bien?
—Uh,
seguro —pero cuando es mi turno de cruzar la intersección, quito el pie del
freno y presiono suavemente el acelerador. Empujo un poco porque no quiero que
la Señora Reynolds se sacuda hacia adelante.
Pero
ahora estoy haciéndolo peor. Ups. —Usted probablemente sería una
mejor piloto, aún con sus problemas de visión —digo seriamente.
—Yo
podría estar de acuerdo contigo, querida. La próxima vez intentaremos eso,
recuérdame tomar algo de Dramamine para el mareo.
Le
doy una mirada de soslayo. —Usted luce como si fuera a estar enferma.
—Sólo
mira a la carretera, no a mí —ella ordena—. Mi aspecto enfermizo no tiene nada
que ver con tu forma de conducir.
Ella
me dirige a un lugar llamado Monique’s. Éste tiene
hermosos vestidos en el mostrador. En el momento en que llegamos allí mis
nervios han pasado de sobre estimulados a marchar lentamente. Sigo a la Sra.
Reynolds a la tienda. Vestidos de todos los colores y diseños están colocados
en los bastidores de la tienda.
La
Sra. Reynolds pasa sus dedos sobre un vestido corto, de seda azul claro.
—¿Sabes cómo detectar el material de calidad?
Levanto
mi mano y recorro el tejido suave con mis dedos. —Nunca he prestado atención a
las telas.
—Cada
tejido tiene su propia personalidad, al igual que mis narcisos. Para algunos,
la suavidad y el peso importan. Para otros, es la forma en que se mueva la
tela… y no puedes descartar los colores vibrantes.
—¿Cómo
sabe tanto?
—Cariño,
cuando estás tan vieja como yo, sabes más de lo que quisieras saber.
Una
mujer que trabaja en la tienda viene a nosotras, vistiendo un pantalón color
ciruela y el cabello rubio bien peinado y rizado en las puntas. —¿Puedo
ayudarlas, señoras?
—Estamos
buscando un vestido —dice la Sra. Reynolds, entonces apunta hacia mí—. Para
esta jovencita.
—¿Para
mí? —digo, siguiéndola mientras la señorita nos conduce a través de la tienda.
La
Sra. Reynolds se detiene y se vuelve hacia mí. —Necesitas algo para darle vida
a tu guardarropa, Mariana. Todo lo que vistes es sólido, y para ser
completamente honesta, la ropa es un poco grande y casual.
Miro
mis pantalones de algodón y mi camiseta gris. —Son cómodas.
—Y
totalmente apropiadas para descansar en casa. Pero vamos a tener una cena esta
noche y quiero vestirte. Considéralo un regalo adelantado de navidad.
La
vendedora nos lleva a un stand con vestidos de coctel cortos. —Estos acaban de
llegar de Europa. Es una nueva mezcla de seda/lavable.
La
Sra. Reynolds desliza el vestido de seda, de color verde azulado entre sus
dedos. —Demasiado rígido. Está acostumbrada al algodón, así que me gustaría una
tela más suave.
—Yo
no me pongo vestidos cortos —les digo.
La
mujer nos lleva a la otra esquina de la tienda. —¿Qué tal una mezcla de
algodón/lana?
La
Sra. Reynolds sacude la cabeza —Demasiado caliente.
—¿Rayón?
—Demasiado
pegajoso.
Yo
esperaba que la señorita estuviera frustrada, pero ella sólo puso su mano en su
barbilla, pensando. —Puede que tenga algo que les guste en la parte de atrás.
Esperen aquí —ella va a la parte trasera de la tienda y sale un minuto después
con un vestido amarillo colgando de su brazo. Se lo tiende a la Sra. Reynolds,
y dice—: Es de Suecia. Un nuevo proveedor nos lo envió para su evaluación.
La
Sra. Reynolds ojea el vestido, a continuación, frota el borde de la tela entre
su dedo pulgar e índice.
—Amo
la tela, pero el color es atroz. Ella se vería como un limón agrio en esto.
—Viene
también en color ciruela. Voy a buscarlo.
—Es
un tono hermoso —digo cuando ella saca el vestido de color ciruela. Me lo
pruebo en el vestidor. Éste tiene tirantes delgados y escote recogido. El
centro está ajustado en la cintura antes de que las ondas del material caigan y
paren justo encima de mi tobillo. Cuando camino delante del espejo difícilmente
puedes notar que cojeo.
La
mujer sonríe cuando modelo para ellas. —Creo que tenemos un ganador.
La
señora Reynolds chasquea sus labios. —Es perfecto. Vamos a llevarlo.
—Tienes
una abuela muy generosa —la vendedora me dice.
Miro
a la Sra. Reynolds, que está al otro lado de la tienda, mirando otro vestido.
—Lo sé. Yo no podría haber elegido una mejor.
Cuando
regreso al vestuario para quitarme el vestido, la señora Reynolds me detiene.
—Mantenlo puesto, Mariana. Vamos a ir a cenar de aquí y no tendrás tiempo de
cambiarte
—¿Qué
vestido se está probando?
—Las
ancianas no necesitan vestidos nuevos. Ahora deja la charla y vamos a seguir
adelante.
Puse
mis manos en mis caderas ceñidas en color ciruela. —Yo no voy a dejar esta
tienda hasta que usted también compre un vestido nuevo.
La
boca de la Señora Reynolds se abre en estado de shock. —No ponga ese gesto de
asustada, abuela —digo, copiando su famoso dicho—. No se ajusta a su cara.
Su
boca se cierra. Entonces echa la cabeza hacia atrás y suelta una risa
descarada.
Media
hora más tarde estamos de vuelta en el Cadillac. Podría añadir que la Sra.
Reynolds está vistiendo un nuevo conjunto azul pálido de satén y rayón con una
chaqueta a juego.
—Quiero
que deduzca dinero de mi cheque por el vestido. Insisto —le digo. La Sra.
Reynolds solo sonríe sin responder—. Hablo en serio, Sra. Reynolds.
—Sé
que lo haces, querida, y aprecio eso. Pero yo lo estoy comprando con mis
propios fondos.
Sacudo
la cabeza en señal de frustración. —¿Y ahora?
—Un
recorrido circular.
—¿Eh?
—Solo
dirígete hacia la Tía Mae y verás.
Yo
giro el auto y conduzco a la cafetería. La Sra. Reynolds se agacha. —Ve a la
parte de atrás, donde está el contenedor —susurra—. Y no dejes que nadie te
vea.
La
mujer está seria. Me deslizo en el asiento y conduzco el auto hacia la parte
trasera del restaurante, como si estuviéramos aquí para robar el lugar. Me
detengo cerca de los contenedores de basura. —¿Qué estamos haciendo aquí? —digo
en voz baja, y luego me pregunto por qué estoy susurrando. Su hijo es dueño del
restaurante.
—Mantén
el auto en marcha, solo sal y toca la puerta de atrás tres veces. Luego haz una
pausa dos segundos y después golpea otras tres veces —la Sra. Reynolds se hunde
más en su asiento—. Cuando alguien responda, di, La gallina roja ha volado del
gallinero.
—No
lo entiendo.
—Lo
harás si sigues mis instrucciones. ¡Ve ahora!
Esto
es cómico. Estuve a punto de orinarme en mi vestido mientras caminaba hasta la
puerta de atrás y llamaba. Toc, toc, toc. Pausa. Toc, toc, toc.
Juan,
uno de los chicos, abre un poco la puerta. Me echo a reír cuando digo, —El
pájaro rojo ha volado del gallinero.
—¿No
querrás decir gallina?
—Oh,
sí. Lo siento, lo siento, lo siento. Me refiero a que la gallina roja ha volado
del gallinero.
Creo
que Juan se ríe cuando dice, —Espera aquí —y cierra la puerta. Cuando la puerta
se abre, Irina me entrega dos cajas.
—¿Qué
hay dentro? —pregunto.
—No
preguntes, Mariana. Una sorpresa para ti y para la Sra. Reynolds.
Cuando
ella cierra la puerta, llevo las cajas al auto y me deslizo en el asiento del
conductor. —Tenemos la mercancía
—Bien,
ahora conduce de vuelta a mi casa.
La
Sra. Reynolds está sonriendo mientras conduzco hasta su casa. Cuando aparco en
el garaje, finalmente descubro de qué se trata todo esto.
El
mirador está terminado, y Peter ha colgado luces blancas por todo el alrededor.
Velas blancas están encendidas, haciendo que la luz del mirador crezca. Peter
está de pie junto a éste, con pantalones color caqui y una camisa blanca y con
corbata. Cuando él me guiña el ojo y muestra su sonrisa, siento que otra pieza
de mi armadura cae.
y eso es todo por hoy espero que les haya gustado gracias por las firmas y chari cap dedicado a ti me alegro que te guste la nove ya saben si quieren preguntarme algo pueden ir al pajarito clik directo a mi tw o en mi ask ahi pueden preguntar anonimamente besoooosssssssssssssss
Muchísimas gracias x el cap,encima uno superdivertido,no pare d reír y aun lo hago,jajaja.Me las imagino agachadas en ese pedazo d Cadillac,para ir a la puerta d atrás del restaurante,y la contraseña me mató ,d risa,La gallina roja ha volado del gallinero(una gallina volando,jamas la vi)quizás x eso Mariana se confundió y dijo pájaro,jajaja,y como dijo Tenemos la mercancia,pienso k se sentía,como si hicieran algo prohibido.
ResponderEliminarAl llegar d nuevo a casa, y encontrarse el mirador terminado,y a Peter todo elegante,todo fúe,una maniobra d distracción ,orquestada x la sra Reynolds.Una cena ,comprar vestidos,k Mariana conduzca,(otra forma d hacer k mueva sus piernas)recoger los paquetes en el restaurante.Amo a la sra Reynolds.Gracias x tan buen cap.Espero k mañana mas.Un beso.
ResponderEliminarME IMAGINO QUE PETER LE CONTO A SRA REYNOLS JAJAJAJAJA DIOS LAS CONTRASEÑÑAS Y EL MISTERIO QUE HACE ME MATA JAJAJAJA NO SABES LO QUE ME ENCATNA TU NOVELA MI PUPY PERO MAS ME ENCANTAS TU JAJAJAJ TE AMO MI BOBITA HERMOSA ESPERO QUE LOS ESTUDIOS NO TE QUEMEN EL CEREBRO QUIERO OTRO CAPITULO CHE HJAJAJAJA SIEMPRE LO MISMO CONMIGO PASA QUE TUS NOVELAS ME ENCANTAN SON MI ADICCION Y LO SABES PORMI POSTEA 1344 CAP AL DIA Y YO FELIZ LOS LEO TE AMO MI HERMOSURA Y YA TE EXTRAÑO POR CHAT ESPERO QUE REGRESES PRONTO TE AMA
ResponderEliminarDULCEEEEEEEEEEE
ahí me muero que tierno peter, la sra reynolds es una genia sube massss
ResponderEliminarMe mato lo genia que es la Sra. Reynlds y Peter un tierno!
ResponderEliminarMas Novee
@sarapinyana