es
domingo. Domingo de Futbol. Estoy en el Dusty’s Sports Bar & Grill con los
chicos, ya que nos podemos sentar en el área del comedor y ver el partido desde
los tres televisores pantalla gigante pegados en todo el restaurante
El
lugar está en bancarrota—hasta las oscuras mesas de madera y sillas se
bambolean de lo viejas. Pero sus pantallas de televisión son grandes y nuevas,
las cuales atraen chicos desde las tres ciudades más cercanas en las tardes de
domingo.
Me
pregunto qué estaría haciendo Mariana hoy. Ella trabaja para la Señora Reynolds
en las mañanas, pero probablemente llegaba temprano a casa. ¿Estaría en casa
ahora, sentada en su cuarto? ¿O estaría en fisioterapia?
—¿Viste
eso, Lanzani? —pregunto Tristan mientras la multitud estallaba en gemidos. —Lo
siento, hombre, me lo perdí. —estaba pensando en alguien en quien no tengo derecho a pensar.
Sacudiendo
su cabeza, Tristan apunto a la pantalla.
—Lo
juro, Guerrera necesita algo de pegamento en sus manos para que así pueda
mantener el agarre del balón. Es el tercer balón que pierde.
—El
cuarto —los corrigió Drew.
No
le prestaba atención al juego hoy.
Atrape
a Agustin mirando hacia la puerta y
señalando a quien quiera que acabara de entrar al restaurante. Me doy la
vuelta. Es Luna. Seguida por Hanna, Maria, Candela y Rocio. No creo que sus
alegres porras fueran muy bien con este lugar. Pero entonces, a lo mejor sí.
—¿Qué
están haciendo las chicas aquí? —le preguntó un frustrado Tristan a Agustin ,
quien obviamente las invito.
—¿No
podemos cambiar las reglas solo por esta vez? Luna realmente quería venir.
—Ugh,
me voy a enfermar —dijo Drew, fingiendo arcadas—. Ella te tiene por las
pelotas, hombre. ¿Cuándo te darás cuenta?
Drew,
el idiota autoproclamado de nuestro grupo, por primera vez en su vida tenía
razón. Justo cuando estaba a punto de proclamar a Drew un suspicaz genio, las
chicas llegan a la mesa. Luna usando jeans ajustados y un suéter de los Osos.
El suéter de Agustin , el mismo que recordaba verle usando cada domingo.
Agustin
está mirando a su novia trofeo, y me
está haciendo enfermar también. Porque así era como yo me veía cuando estaba
saliendo con ella, y todos agradecían que una chica como ella me honrara
eligiéndome como su novio. Que alguien me dispare.
—¿Podemos
unirnos a ustedes? —pregunto Luna, pero mientras las palabras se deslizaban de
su boca ya estaba tomando la silla al lado de Agustin y le hacía señas a las chicas para que
acercaran silla, también. Seriamente, esta era una gran violación al código “no se permiten
chicas en los partidos del domingo”. Pude
ver que Tristan y Drew no estaban felices por la invasión de chicas. La razón
por la cual la regla había sido creada en primer lugar era que todos estábamos
de acuerdo en que las chicas (al menos las de nuestro grupo, también conocidas
como las que estaban sentadas en nuestra mesa justo ahora) no están interesadas
en ver el juego. Están interesadas en romper nuestra concentración. Es como un
reto, de ver si pueden distraernos del futbol.
—Hey,
Peter —dice Candela mientras coloca su silla a mi lado—. ¿En qué andas? Antes
de que pueda responder, la camarera se acerca a nuestra mesa para deslizar nuestra
comida y preguntarles a las chicas que quieren ordenar.
—¿Qué
tipo de ensaladas tienen? —pregunto Maria.
La
camarera sofoco una risa.
—Nada
de ensaladas. Tenemos hamburguesas, sándwiches de pollo, alitas y papas fritas.
Escoge.
Maria
se sorprendió por las opciones. Lo note por la forma en que miraba a la
camarera con horror. Este lugar era todo cerveza/alcohol para la
multitud
―mayor de veintiún años‖. La comida era en lo que menos pensábamos.
—Tomare
solo una Coca-Cola dietética —finalmente dijo.
Todas
las chicas pidieron Coca-Cola dietética. Nada más. Tristan volteo sus ojos.
—¡Espera! —dice Rocio, llamando de nuevo a la camarera—. Comeré una
hamburguesa. Sin queso, solo así.
—Una
hamburguesa sola, cinco Coca-Colas dietéticas —repitió la camarera antes de
retirarse.
—Comeré
una hamburguesa, también —dice Candela pinchándola—. Sola, como la de ella.
—Dos
hamburguesas, cinco Coca-Colas dietéticas.
Maria
levanto sus cejas.
Candela
se encogió de hombros.
—¿Qué?
No almorcé, estoy muerta de hambre. Además, no creo en eso de no-carbohidratos,
Maria.
Drew
se puso en pie de un salto y alzo sus manos.
—Está
bien, si ustedes chicas quieren estar con nosotros, será bajo unas cuantas
reglas. No hablaran sobre ensaladas, y ni siquiera quiero escuchar la palabra ―carbohidratos‖. Si no vinieron aquí para hablar de los Osos o Futbol, o
para recordar el año 1985, permanezcan en silencio. Y por el amor de Dios, si
no saben ni porque lo hacen, espero que no aplaudan. ¿Lo captan? Las cejas de Luna
estaban fruncidas.
—¿Qué
paso en 1985? Drew, lamento decírtelo pero ni siquiera habíamos nacido.
Mientras Drew se golpeaba la frente en señal de frustración, un avergonzado Agustin
cubrió la boca de Luna.
—Ese
fue el último año en que los Osos ganaron el Super Bowl —le informo Agustin .
Él quito su mano de la boca de Luna.
—Sabes
lo que es el Super Bowl, ¿no? —pregunta Drew, sentándose al final.
—Por
supuesto que lo sabe —comenta Agustin , luego acerca a Luna y mantiene su brazo
sobre sus hombros.
El
resto del partido se cumplió con el silencio por parte de las chicas y abucheos
y gritos del resto de la gente en el restaurante. Cuando se me ocurrió echarle
un vistazo a Luna y a Agustin durante un
comercial, su mirada estaba en mi mientras le susurraba algo a Agustin en el oído que lo hacía sonreír
maliciosamente.
Juro
que también la vi lamiendo el lóbulo de su oreja.
Disgustado,
me levante y me dirigí al lavabo. Después de hacer pis, me lavo las manos y me
inclino sobre el lavabo mientras miro mi reflejo en el espejo. Soy un maldito
desastre, incapaz de solo enfriarme y pasar un rato con mis amigos.
Especialmente no con las chicas aquí. Especialmente no con Luna aquí. Me pone
los nervios de punta, recordándome el pasado. El accidente. Mariana.
La
puerta del baño de hombres se abre y con seguridad Luna entra por ella. No me
sorprende.
—Tu
novio te seguirá hasta aquí —le digo.
Deambula
cerca de mí, tan cerca que puedo oler su fuerte perfume mezclado con brillo
labial de cereza. Demasiado exagerado.
—No
lo hará. Piensa que estás enfadado, así que le dije que hablaría contigo.
Confía en nosotros.
—Es
un idiota.
—También
piensa que estas celoso. ¿Lo estás?
—Oh,
sí —le digo. Ella quiere escucharlo, así que le doy lo que quiere. Es un juego
que le gusta jugar. Estoy cansado de sus juegos, pero es la única forma de
soportarla.
—Has
sido difícil de alcanzar, JP —dice tratando de sonar mandona.
—Pensé
que teníamos un acuerdo.
La única relación que quiero es la que ya
tengo, con Mariana. Puede no ser pública, pero es autentica.
Lo
molesto es, que no sé lo que sabe Luna. Cada vez que estamos juntos, sugiere
saber más del accidente que los demás. ¿Pero que si no es así, que si esta
aprovechándose de mí? Estábamos muy apegados esa noche y ella es
fácil.
Tal vez mi ex ha estado jugando conmigo todo este tiempo y soy un tonto igual
que Agustin .
No
importa lo mucho que lo quiera, no puedo arriesgarme a perderla.
Desliza
sus uñas color rojo furioso sobre mi camiseta como una araña, deteniéndose
cuando alcanza mi hombro. Entonces se inclina hacia adelante.
—Eres
como una droga, Peter. No puedo detenerme.
Ella
está floreciendo en la persuasión. No yo. Lo que le gusta es probablemente que
alguien podía entrar en cualquier momento y encontrarnos así de cerca. Es el
factor riesgo el que le daba adrenalina.
—¿Entonces
porque estabas succionando la oreja de otro tipo? —no sé porque le pregunte. No
es que me importara. Puse mi mano en su cintura, listo para alejarla si se
acercaba mas. Estaba cansado de ser su peón.
—Solo
quería obtener una reacción de ti. Funciono. Desde hace un par de semanas no me
das nada, ninguna emoción o aliento. Agustin cree que estas con Mariana Esposito. ¿No es
ridículo?
Justo
cuando estaba a punto de responder, la puerta se abre. Drew entra, viéndonos a Luna
y a mí, parados cerca, tocándonos el uno al otro en lo que podría verse como un
abrazo. No es lo que parece, pero se ve mal.
—Ni
siquiera preguntare —dice Drew, luego se dirige a los urinales. Antes de que él
deslice su cierre abajo, vuelve la cabeza a Luna—. ¿Te importaría hacer eso en
otro lugar?
—No
es nada que no haya visto antes —le dice Luna a Drew mientras se aleja un paso
de mi, rompiendo todo contacto.
Drew
suelta una breve carcajada.
—Sí,
bueno, tú puedes haber hecho rondas con mis amigos, pero no has puesto las
manos en mí.
—Por
lo que he oído, una mano sería suficiente —le disparo Luna.
—Suficiente
—digo—. Luna, vuelve con Agustin . Drew, vete ya a orinar.
Herida
porque no la defendí, salió corriendo del baño de hombres, pero no sin antes
murmurarle:
—Idiota
—en su camino, a lo cual Drew respondió:
—Zorra.
Drew
termino, entonces mientras lavaba sus manos dijo:
—¿Peter,
crees que acostarte con Luna es la respuesta? Escucha, deja que Agustin tenga a la perra y se la pase a alguien más.
—Es
un poco más complicado que eso —Drew hizo un sonido de reprobación, al igual
que la Sra. Reynolds.
—Tú
lo estás haciendo complicado —eso me golpeo.
Por
segunda vez hoy, Drew tenía razón. Estaba dejando que Luna me manipulara en vez
de al revés. No necesitaba complacerla. Solo podía dejarla continuar la
persecución sin darle la oportunidad de tirar a matar. Wow, había estado haciendo todo mal, no puedo
creer que la solución sea tan simple. Saco
mi billetera y le doy a Drew veinte dólares.
—Mira,
paga mi cuenta. Me voy de aquí.
—No
tienes que irte. No le diré a Agustin lo
que tú y Luna estaban haciendo.
—En
este momento, ni siquiera me importa —digo, entonces deje el baño de hombres y
me dirigí a la puerta trasera.
Haa se viene lalitera full
ResponderEliminarMe intriga un poco saber si lali y euge se van a reconciliar
haaaaaaaaaaaaaaaay si va con lali me muero subi otro mas hermosa te lo pido es increible luna zorraaa ¬¬ vos una genia total
ResponderEliminarpodes por el amor de dios subir otro
ResponderEliminarmagi
X fin cae en lo k mas le conviene,Drew tuvo k abrirle los ojos del todo.
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