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martes, 22 de mayo de 2012

novela: un amor inolvidable capitulo 10 segunda parte



Mariana se ruborizó.
—Tal vez prefiero mi independencia y no sentirme ligada a ningún hombre.
—Pero no negarás que es posible que algún día llegues a sen­tirte «ligada» a un hombre, como tú dices.
—Es posible —sonrió—, pero no probable.
Mariana contuvo el aliento, esperando ver su reacción y se sin­tió aliviada al oír que la señora Lancaster lo llamaba.
—Dame a Sophie —Mariana extendió los brazos hacia la niña. Cuando él se la pasó, sus manos se tocaron y ella se estremeció.
En cuanto él salió, Mariana corrió hacia la puerta y la cerró con llave. Ahora podía estar tranquila.
Tan pronto como pudiera, se iría de Little Martin y se lleva­ría a Sophie. Peter comprendería que eso era lo mejor, tenía que comprenderlo. Sarah estaría de acuerdo con ella.
Fue reconfortante despertarse y sentir el cuerpecito de Sop­hie acurrucado contra ella. Cuando la señora Lancaster llamó a la puerta, Mariana se turbó un poco porque no podría evitar que se diera cuenta de que se había encerrado con llave.
—Peter dijo que las dejara dormir —llevaba una bandeja con té—. Acaba de irse a la fábrica, pero volverá pronto. Va a llevar a Sophie al hospital de Marton a las once.
Mariana decidió aprovechar que Peter no estaba para llamar a su agente. Él podría aconsejarle la mejor firma de abogados que podría contratar. Sintió miedo al pensar que Sophie podía po­nerse en contra suya por alejarla de Peter. Esperaba que no fue­ra así.
La pequeña habló mucho durante el desayuno.
—Nunca creí que llegaría el día en que no quisiera oír hablar a Sophie, pero en este momento... —dijo riendo la señora Lan­caster, que en ese momento recogía el desayuno.
—Parece que ha recobrado la voz con mucho vigor —dijo Mariana, mientras metía los platos en el lavavajillas—. Siento ha­berla asustado ayer. No sé por qué Sophie pensó que me había ido. Sólo salí a comer con... con alguien.
—Oh, está bien. En realidad, fue Peter quien pensó que se había ido. Parecía capaz de asesinar a alguien cuando volvió y se encontró con que no estaba. Si Sophie no hubiera estado aquí en la cocina conmigo cuando él entró diciendo que se había mar­chado, a ella no se le habría ocurrido pensarlo. Por supuesto que se sintió desilusionada cuando volvimos de hacer las compras y no la encontró.

—Debí dejar una nota.
—Bueno, ya pasó todo.
Mariana decidió no estar presente cuando Peter llegara para llevar a Sophie al hospital. Deseaba ir con ellos, pero él no se lo había pedido y, además, no estaba segura de poder soportar su compañía.
A pesar de lo que había planeado, Mariana no pudo hablar con su agente, porque las líneas estaban saturadas. Tendría que es­perar hasta el día siguiente.
Hacía las seis de la tarde, Mariana oyó llegar el coche de Peter y bajó corriendo a recibirlos.
—El doctor Hartwell ha dicho que yo era un milagro —le con­tó Sophie con orgullo—, y que mi voz no se parecía a la de un ratón.
—También ha dicho que tienes que descansar —le recordó Peter.
—Yo la llevaré arriba —se ofreció Mariana.
Al mirar a Peter, Mariana notó arrugas de cansancio y pena al­rededor de sus ojos. Siempre le había parecido fuerte y vulnera­ble y le sorprendió ver a un hombre agotado y débil. Deseó acer­carse a él, colocar su cabeza sobre su pecho y consolarlo. Para combatir esa debilidad momentánea, cogió la mano de Sophie.
Cuando llegaron a la habitación de la pequeña, Sophie le pi­dió que le leyera un cuento porque no estaba nada cansada; pero a los diez minutos se quedó profundamente dormida.
Mariana se asustó al ver que Peter estaba de pie en la puerta, observándolas. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? Su corazón latió con fuerza. Se puso de pie.
—Te preocupas por ella, ¿verdad? ¿Qué se siente al saber a qué has renunciado?
—Sólo tengo veintiséis años, Peter. Aún me queda mucho tiempo para tener un hijo, si quiero tenerlo.
—Primero tienes que encontrar a un hombre —pronunció las palabras de manera casi insultante. Mariana no quiso recordarle que en la actualidad una mujer sin pareja podía tener un hijo gracias a la inseminación artificial. Pero respondió:
—No es necesario, tú...
—¿Yo qué? —entendió mal su comentario—. ¿Puedo haberte dejado embarazada? Si así es, no te quedarás con él. Ningún hijo mío va a ser educado por...
—¿Por quién? —le gritó, tan enfadada como él—. ¿Por al­guna mujer cuya prima fue una ninfómana? ¿Qué sucede, Peter? ¿Temes que yo haya heredado las mismas tendencias que Natalie, que pueda corromper a mi propio hijo?
Apenas si podía comprender su propio dolor, sólo sabía que había surgido al ver la ira en los ojos de Peter, cuando pensó que podía haber concebido un hijo suyo. ¿La despreciaba tan­to? Recordó a Sophie, la miró y confirmó que la pequeña aún dormía. Pasó junto a Peter y, con paso firme, se dirigió a su habitación. Se dejó caer en la cama con ganas de llorar, pero no pudo hacerlo.
Cuando la puerta se abrió y Peter entró, apenas si pudo creer lo que sus ojos veían.
—Huyes otra vez, Mariana —su voz se oía extraña, ronca, como si le costara trabajo pronunciar las palabras—. Bueno, esta vez no podrás huir. Sólo contéstame con sinceridad, ¿nunca te arre­pentiste de lo que hiciste? ¿Nunca deseaste, durante un segun­do, no haber puesto tu preciosa carrera primero? ¿Por qué vol­viste, Mariana?
—Tú sabes por qué... Soy la tutora de Sophie.
—Y eso te hizo volver, un lazo muy tenue con una niña que nunca habías visto. Esa no es la Mariana que yo conozco. Ella nun­ca permitió que los sentimientos la apartaran de su meta.
—¡Eso no es verdad!
—¿No lo es? Entonces, ¿por qué me dejaste sin una sola pa­labra de pesar?.
—¿Después de todos estos años, sigues dolido por eso? —Mariana apenas podía creer lo que oía. Jamás pensó que fuera tan egocén­trico. No la había amado, había planeado casarse con otra y aho­ra, después de seis años, expresaba una gran amargura porque se fue sin decirle cuánto sufría—. Me sorprende que aún lo recuerdes.
—Oh, lo recuerdo muy bien... así como recuerdo cada hora de la pesadilla que ha sido mi vida desde entonces. ¿Sabes lo que fue estar casado con Natalie, preguntándome a cada momento lo que haría? Cuando Sophie tenía seis semanas, Natalie trató de asfixiarla —Mariana se puso blanca—. Oh, sí, nunca amó a Sop­hie, nunca la quiso. Yo tenía que vigilarla como un halcón, y des­pués hubo hombres... nunca un hombre sólo, hasta...
—Hasta que conoció a John. Ayer comí con él y me contó todo. Yo no soy Natalie, Peter —dijo con suavidad, viendo sus pensamientos reflejados en sus ojos—. La noche del accidente, Sophie habló y quise contárselo a John; pero él me dijo mucho más de lo que esperaba oír —deseó con desesperación pregun­tarle por qué se casó con Natalie, pero no tenía derecho—. De­bes saber que quiero que Sophie venga a vivir conmigo.
El furioso sonido que salió de la boca de Peter hizo callar a Mariana.
—Tú crees que puedes llevarte todo, ¿no es así? Pues no ten­drás a Sophie.
—No es tu hija y Sarah no la quiere.
—¿Sarah? ¿Y qué tiene ella que ver en todo esto?
—Oh, vamos, Peter —se enfadó—. Sarah me ha contado que os vais a casar. Según ella, Natalie se suicidó porque le pediste el divorcio. Ella no quiere a Sophie, tú debes saberlo. Tendrás otros hijos, pero Sophie lleva mi sangre. Puedo darle mucho y
la amo.


el prox es el ultimo besoooooo

8 comentarios:

  1. Aaaaaah quiero más noveee

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  2. :O QUIEROO EL FINAAL!! Coomoo odio q Lali le creea a esa taradaaaa!!
    MAAAAAS!!
    Beso,Anto

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  3. masssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  4. noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  5. massssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  6. noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  7. Bien Mariana,k el compruebe lo equivocado k esta,yk los dos sufrieron x las mentiras d Natali.Pobre Sophi,fue la mas perjudicada d la loca d su madre.

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