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viernes, 18 de mayo de 2012

novela: un amor inolvidable capitulo 7 segunda parte



¿Qué habría querido decir Sophie? ¿Que no tenía papá? Ella era el mundo para Peter, quien era amable y cariñoso con la niña, tanto que a veces Mariana la envidiaba. Esa tarde, cuando estudiaba su foto­grafía, había tanto dolor en sus ojos que Mariana deseó poder calmarlo.
—Sophie, escúchame. Tienes un papá y él te quiere mucho. Sé que es así... —no obtuvo respuesta. Mariana vestía pantalones vaqueros y una camiseta deportiva, y comenzó a tener frío, ya que la casa estaba helada y húmeda. ¿Qué podría hacer? Sophie permanecía en una especie de trance. No se atrevía a moverla por la fuerza, sobre todo por su estado perturbado. Tendría que ir hasta el teléfono más cercano y llamar a Peter.
—Sophie, voy a salir para telefonear a tu papá... —parecía que no tenía sentido hablarle, pero no podía dejarla sin ninguna explicación y tal vez si le hablaba obtendría alguna respuesta—. No tardaré —abrió la puerta de la habitación—. Espérame aquí. Volveré tan pronto como pueda.
Llorando de tristeza, Mariana comenzó a bajar las escaleras y, debido a su prisa y ansiedad, olvidó el escalón podrido. Cuando su pie pisó el vacío gritó, cayó hacia adelante y sintió un dolor muy fuerte en la cabeza.
Mariana abrió los ojos y se preguntó en dónde estaba. Durante un segundo creyó que aún estaba en el pabellón del jardín... pero no, hacía demasiado frío y no había sol. Sintió calor al recordar cuando Peter le hizo el amor. Movió la cabeza, tratando de es­capar de los recuerdos, y gritó por el dolor que sintió en la sien. Se llevó la mano a la cabeza y se acordó de todo. Se había caído por la escalera. Sophie... El pánico se apoderó de ella al recor­dar a la pequeña... Por lo menos, la niña no se podía haber ido, ya que la mitad de los escalones se derrumbaron cuando Mariana se cayó y ahora había un hueco. Las luces de la planta baja esta­ban encendidas, tal vez alertaran a alguien de su presencia.
Mariana pensó que debía tratar de llegar hasta el teléfono. In­tentó ponerse de pie, pero sintió un fuerte dolor en un tobillo. ¿Se lo había roto? No estaba segura, pero después de otros dos intentos de ponerse de pie, comprendió que no podría llegar hasta su coche. Eso quería decir que ella y Sophie estarían atrapadas allí hasta que alguien las encontrara. Gracias a Dios que había encendido las luces de la planta baja. Alguien podría verlas y en­contrarlas. Sabía que era una leve esperanza, porque nadie usa­ba ese sendero, ya que no había otras casas cerca.
¿Estaría buscándolas Peter? Imágenes de ella y Sophie mu-riéndose de hambre pasaron por su mente, pero su sentido co­mún no las aceptó. Lo máximo que tendrían que esperar sería hasta el día siguiente por la mañana, cuando, con seguridad, al­guno de los trabajadores iría a revisar la casa. No era un pensa­miento muy halagüeño. Tenían una noche muy larga y solitaria por delante. Recordó a Sophie y su corazón se llenó de pánico. —Sophie... —llamó con suavidad—. Sophie... soy Mariana. ¿Puedes oírme? —no obtuvo respuesta. La llamó varias veces más, pero tampoco hubo respuesta.
El dolor que le causaba moverse, hizo que la cabeza le diera vueltas. Mariana estaba mareada y se sentía muy débil, casi no ha­bía comido en todo el día. Además, estaba agotada y aturdida por todas las tensiones que había soportado.
Durante unos momentos, Mariana sintió unas dolorosas punza­das en la cabeza; después la habitación se oscureció y empezó a dar vueltas a su alrededor. Pasó varias horas inconsciente, pero, cuando recuperó el conocimiento, estaba confusa y no compren­día por qué se sentía tan enferma. Al tratar de ordenar sus pensa­mientos, recordó que había sufrido un accidente. Imágenes de Peter atormentaban su mente. Al menos, la pequeña no se daba cuenta de su situación y no sentía el terror que se había apoderado de ella. Mariana no dejaba de preguntarse por qué había dicho Sophie que no tenía papá. ¿Qué querían decir sus palabras? ¿Cuáles eran los pensamientos que la atormentaban? ¿Por qué había ido a su casa? El agotamiento y el dolor impedían que Mariana pensara con clari­dad. Sentía como si le hubieran azotado el cuerpo. Estaba segura de haberse dado un golpe en la espalda porque le dolía mucho.
—Sophie... —la llamó con voz débil, sabiendo que no obtendría respuesta—. Sophie... —y sin poder evitarlo, Mariana se quedó dormida.

7 comentarios:

  1. dios me dejas peor nena quiero otro capitulo no sabes lo que soy con esta nove una adicta conpulsiva porfiiiiiis un capitulo mas te lo ruego linda daleeeeeeeeeeeeee te quiero
    dulce

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  2. Me encanto el capitulo!

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  3. MAS NOVE!!!!!!
    POR FAAAAAAAAA!!!!!! ☺

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  4. Hay más nove o no?? La espero ansiosa je!

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  5. PUPYY SUBIIS YA MAAAS NOVELAA, ENTRE Q NO ENTIENDO VOS ME DEJAS CON INTRIGA?? ASI NO ES NENA EH!!
    MAAAAAS!!
    Beso,Anto

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  6. Mariana sufre mucho x Sophi.

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