¿Qué habría querido decir Sophie? ¿Que no tenía papá? Ella era el mundo
para Peter, quien era amable y cariñoso con la niña, tanto que a veces Mariana
la envidiaba. Esa tarde, cuando estudiaba su fotografía, había tanto dolor en
sus ojos que Mariana deseó poder calmarlo.
—Sophie, escúchame. Tienes un papá y él te quiere mucho. Sé que es así...
—no obtuvo respuesta. Mariana vestía pantalones vaqueros y una camiseta
deportiva, y comenzó a tener frío, ya que la casa estaba helada y húmeda. ¿Qué
podría hacer? Sophie permanecía en una especie de trance. No se atrevía a
moverla por la fuerza, sobre todo por su estado perturbado. Tendría que ir
hasta el teléfono más cercano y llamar a Peter.
—Sophie, voy a salir para telefonear a tu papá... —parecía que no tenía
sentido hablarle, pero no podía dejarla sin ninguna explicación y tal vez si le
hablaba obtendría alguna respuesta—. No tardaré —abrió la puerta de la
habitación—. Espérame aquí. Volveré tan pronto como pueda.
Llorando de tristeza, Mariana comenzó a bajar las escaleras y, debido a su
prisa y ansiedad, olvidó el escalón podrido. Cuando su pie pisó el vacío gritó,
cayó hacia adelante y sintió un dolor muy fuerte en la cabeza.
Mariana abrió los ojos y se preguntó en dónde estaba. Durante un segundo
creyó que aún estaba en el pabellón del jardín... pero no, hacía demasiado frío
y no había sol. Sintió calor al recordar cuando Peter le hizo el amor. Movió la
cabeza, tratando de escapar de los recuerdos, y gritó por el dolor que sintió
en la sien. Se llevó la mano a la cabeza y se acordó de todo. Se había caído
por la escalera. Sophie... El pánico se apoderó de ella al recordar a la
pequeña... Por lo menos, la niña no se podía haber ido, ya que la mitad de los
escalones se derrumbaron cuando Mariana se cayó y ahora había un hueco. Las
luces de la planta baja estaban encendidas, tal vez alertaran a alguien de su
presencia.
Mariana pensó que debía tratar de llegar hasta el teléfono. Intentó
ponerse de pie, pero sintió un fuerte dolor en un tobillo. ¿Se lo había roto?
No estaba segura, pero después de otros dos intentos de ponerse de pie,
comprendió que no podría llegar hasta su coche. Eso quería decir que ella y
Sophie estarían atrapadas allí hasta que alguien las encontrara. Gracias a Dios
que había encendido las luces de la planta baja. Alguien podría verlas y encontrarlas.
Sabía que era una leve esperanza, porque nadie usaba ese sendero, ya que no
había otras casas cerca.
¿Estaría buscándolas Peter? Imágenes de ella y Sophie mu-riéndose de hambre
pasaron por su mente, pero su sentido común no las aceptó. Lo máximo que
tendrían que esperar sería hasta el día siguiente por la mañana, cuando, con
seguridad, alguno de los trabajadores iría a revisar la casa. No era un pensamiento
muy halagüeño. Tenían una noche muy larga y solitaria por delante. Recordó a
Sophie y su corazón se llenó de pánico. —Sophie... —llamó con suavidad—.
Sophie... soy Mariana. ¿Puedes oírme? —no obtuvo respuesta. La llamó varias
veces más, pero tampoco hubo respuesta.
El dolor que le causaba moverse, hizo que la cabeza le diera vueltas. Mariana
estaba mareada y se sentía muy débil, casi no había comido en todo el día.
Además, estaba agotada y aturdida por todas las tensiones que había soportado.
Durante unos momentos, Mariana sintió unas dolorosas punzadas en la
cabeza; después la habitación se oscureció y empezó a dar vueltas a su
alrededor. Pasó varias horas inconsciente, pero, cuando recuperó el
conocimiento, estaba confusa y no comprendía por qué se sentía tan enferma. Al
tratar de ordenar sus pensamientos, recordó que había sufrido un accidente.
Imágenes de Peter atormentaban su mente. Al menos, la pequeña no se daba cuenta
de su situación y no sentía el terror que se había apoderado de ella. Mariana
no dejaba de preguntarse por qué había dicho Sophie que no tenía papá. ¿Qué
querían decir sus palabras? ¿Cuáles eran los pensamientos que la atormentaban?
¿Por qué había ido a su casa? El agotamiento y el dolor impedían que Mariana
pensara con claridad. Sentía como si le hubieran azotado el cuerpo. Estaba
segura de haberse dado un golpe en la espalda porque le dolía mucho.
—Sophie... —la llamó con voz débil, sabiendo que no obtendría respuesta—.
Sophie... —y sin poder evitarlo, Mariana se quedó dormida.
dios me dejas peor nena quiero otro capitulo no sabes lo que soy con esta nove una adicta conpulsiva porfiiiiiis un capitulo mas te lo ruego linda daleeeeeeeeeeeeee te quiero
ResponderEliminardulce
quiero mas noveeee
ResponderEliminarMe encanto el capitulo!
ResponderEliminarMAS NOVE!!!!!!
ResponderEliminarPOR FAAAAAAAAA!!!!!! ☺
Hay más nove o no?? La espero ansiosa je!
ResponderEliminarPUPYY SUBIIS YA MAAAS NOVELAA, ENTRE Q NO ENTIENDO VOS ME DEJAS CON INTRIGA?? ASI NO ES NENA EH!!
ResponderEliminarMAAAAAS!!
Beso,Anto
Mariana sufre mucho x Sophi.
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