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jueves, 17 de mayo de 2012

novela: un amor inolvidable capitulo 5 ultima parte



—Vivo aquí. ¿Cuál es tu excusa?
—Este pabellón siempre me gustó —demasiado tarde recor­dó con todo detalle que una vez se habían resguardado allí de una tormenta repentina; su delgado vestido de algodón estaba empapado y no había comprendido por qué Peter la estudiaba con tanto detenimiento, hasta que bajó la vista y vio que sus se­nos se delineaban con claridad debajo del delgado algodón. Esa había sido la primera vez que él la besó con verdadera pasión y amoldó sus manos a sus senos, enseñándole cosas acerca de su propia sexualidad que nunca había creído posibles. Con un es­fuerzo, apartó esos pensamientos del pasado.
—¿Disfrutaste de tu comida? —Peter la miraba, con la es­peranza de atraparla.
—Mucho —respondió ella con frialdad—. ¿Y tú, disfrutaste de la tuya?
—Desde el punto de vista financiero fue un éxito, como sin duda fue el tuyo. Dos posibles amantes descubiertos en sólo un día, pero eso es lo único que serán, Mariana... amantes. Harold no se casará con nadie que no tenga un rango social muy alto y John Howard nunca dejará a su esposa. Pero a ti siempre te han gus­tado los esposos de otras mujeres.
Podía sentir su ira, sin saber por qué estaba enfadado con ella.
—Una vez te quise a ti, Peter... ¿recuerdas?
Durante un momento, deseó no haber pronunciado esas pa­labras, pero ya era demasiado tarde y en el rostro de Peter ha­bía un gesto irónico y amargo, mientras le decía:
—Oh, sí, lo recuerdo muy bien... Sólo que desearía no recordarlo —Mariana vio que se estaba acercando a ella—. Recuerdo esto —la al­canzó antes de que pudiera evitarlo. La parte posterior de sus rodillas rozaron los cojines cuando trató de alejarse—. ¿Por qué estás tan ner­viosa, Mariana? —le preguntó con burla—. ¿Por qué el acto de la virgen tímida? Debes de haber realizado esta escena muchas veces, después de que la ensayamos aquí. ¿Cómo fue? Oh, sí... había una chica empapada del todo por la lluvia... quien, convenientemente, no usaba sostén.
—Detente —con toda deliberación él pisoteaba su recuerdo. Destruía no sólo su futuro, sino el pasado, convirtiendo lo que, por lo menos para ella, había sido hermoso, en algo mundano y despreciable. No había habido nada calculado en su respuesta hacia él, ni en su vergüenza cuando notó que la miraba.
Su pecho se agitó y apenas si pudo respirar cuando Peter la obli­gó a apoyarse en la pared para tenerla acorralada entre sus brazos.
Mariana estaba tan cerca de él que podía oler el perfume de su cuerpo y parecía que atormentarla así le resultaba excitante.. Ese pensamiento la hizo sentir náuseas y su cuerpo comenzó a tem­blar. Para tranquilizarse, Mariana se decía a sí misma que tenía la edad suficiente para poder manejar esa situación, entonces, ¿por qué no lo hacía? ¿Por qué reaccionaba como una adolescente atra­pada entre el temor y el deseo?
—¿Detenerme? —levantó las cejas—. Todavía no he comenzado, Mariana. Y además, no quieres que me detenga, ¿verdad?
Ella volvió la cabeza para no tener que mirarlo. Los dedos de él apresaron sus brazos y la atrajo hacia su cuerpo, la sacudió y le preguntó:
—¿Lo quieres?
—¿Qué se supone que debo decir, Peter? —durante un mo­mento creyó que en su voz había agonía, pero enseguida pensó que era su imaginación, recordando cómo la había lastimado y que no debería imaginarse lo que ella sentía. Reunió todo su va­lor y lo miró a los ojos—. ¿Qué deseas de mí, Peter? ¿Qué quie­res oírme decir? ¿Escuchar que te deseo?
—Sí... maldición. ¡Sí! Me lo debes, Mariana... —tenía los ojos llenos de ira. Mariana estaba estupefacta por lo que no podía respon­der. ¿Se lo debía? ¿Cómo podía esperar que ella aceptara eso?—. Me lo debes... —inclinó la cabeza y la presión de su cuerpo sobre el suyo hizo que Mariana fuera consciente de su excitación. Todo era tan inesperado e inexplicable que no sabía cómo defenderse contra él. La presión de su boca era fuerte y produjo tal respuesta en ella que hizo que él murmuraba roncos sonidos de placer.
Mariana pensó que estaba perdida y que se derretía bajo el calor de sus besos... que lo deseaba... que lo amaba...
—¿Peter?
La voz de Sarah se escuchó fuera del pabellón y la hizo vol­ver a la realidad. Se tensó y se separó de Peter. Él respiraba con dificultad y tenía las pupilas dilatadas, Mariana no sabía si por la ira o por la pasión. Tenía la edad suficiente para saber que los hombres no necesariamente amaban y respetaban cuando desea­ban. Cuando Sarah entró, se sintió enferma por su ceguera y por su desenfrenada respuesta hacia él.
—Oh, ahí estás —oyó que decía Sarah—. Te estaba buscan­do. Se suponía que hoy íbamos a salir a cenar...
—Sí, lo sé. ¿Qué progreso has logrado con Sophie hoy?
Si Mariana necesitaba que le confirmaran que no significaba nada para Peter, obtuvo dicha confirmación al ver la facilidad con que él actuaba con normalidad, mostrando una completa falta de interés hacia ella.
—No mucho.
Mariana se volvió al ver hostilidad en los ojos de Sarah. Des­pués de un momento, Sarah le dijo a Mariana:
—Parece estar muy turbada por tu presencia —luego, se di­rigió a Peter—. Si quieres mi opinión, Peter, debes librarte de ella. Sophie no progresará mientras ella esté aquí molestándola.
Mariana contuvo el aliento, esperando que Peter dijera estar de acuerdo con Sarah.
—No puedo hacerlo. Natalie la escogió como tutora de la niña...
—Dios sabe por qué lo hizo —dijo con impaciencia Sarah—. Mientras vivió nunca dijo nada bueno de ella —se volvió hacia la puerta—. Te veré después, Peter...
Sarah se fue, sin dirigirle una palabra más a Mariana, quien se preguntó por qué había ido hasta allí, si esa misma noche se ve­ría con Peter. Quizá deseaba reforzar ante ella su relación con Peter. De pronto, Mariana se sintió vulnerable e insegura. Tal vez Sarah tenía razón y ella le causaba un mal efecto a Sophie. Sus sentimientos negativos la hicieron murmurar en voz muy baja:
—Yo tampoco sé por qué Natalie me nombró tutora...
La tensión que manifestó Peter cuando ella dijo eso, la sor­prendió. Tenía la cara pálida y la piel de la cara tensa.
—Oh, vamos, Mariana —repuso con frialdad—, los dos sabe­mos con exactitud la razón...
Se volvió y se fue antes de que ella pudiera decir una palabra, pero se alegró de quedarse sola. El dolor que Peter le causaba era tan intenso que no habría podido controlarse si él permanecía allí. El sabía... sabía lo que sentía por él y por qué Natalie la había nom­brado tutora. Él lo sabía y aumentaba su tormento con toda deli­beración. ¡Con seguridad la odiaba tanto como Natalie!
Por instinto, quiso escapar y poner entre ellos toda la distan­cia que fuera posible, pero no podía hacerlo por Sophie. Tenía Que quedarse y soportar.


chicas empiecen a sacar conclusiones estan las cosas muy a la vista revisen bien el cap anterior y este hay pistas ah y lina la subo el finde xq son caps largos y esa la tengo en el mail asi cuando estoy en lo de mi amiga subo esa 

5 comentarios:

  1. JAJAJAJAJ CREOOOOOOO QUE YO YA SAQUE MIS TEORIAS QUIERO OTRO CAPITULO EEEEE AJAJAJAJ ESTA RE BUENA SOS UN AGENIAAAAAAAAAAAA

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  2. Haaaay dios cada vez entiendo menoos, no progreso nunca jajajaja xD debo ser la peorr lectoraa del mundo Pupy, no entiendo un choclo?) la novela, le pongo empeño pero NADA xD
    MAAAAS!!
    Beso,Anto

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  3. me encanta esta novela quiero masss capitulos espero que peter y lali se sincericen

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  4. Ok mil Gracias!!!

    Y si se van sacando conclusiones!!!

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  5. Esta jugando con ella ,con sus sentimientos.

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