—¿Por qué no? Antes te gustaba... Una vez me dijiste que era el único que
te llama Mariana y que escuchar mi voz pronunciando tu nombre te hacía perder
la cabeza.
Mariana recordó que sí le había dicho eso, y que, aunque a él le hizo mucha
gracia, desde aquel día siempre que estaban solos, Peter murmuraba su nombre contra
su piel y saboreaba la respuesta instantánea de ella.
Peter deslizó la bata de sus hombros y, a pesar de que a Mariana le hubiera
gustado sostenerla, la dejó caer. Se dijo que sería indigno luchar y que la
mejor manera de resistir era no responder. Su bikini no era muy pequeño, pero
se sintió muy incómoda, cuando él se puso a mirarla. Peter murmuró acariciando
su cuello:
—Siempre tuviste un cuerpo hermoso, Mariana —ella apretó los dientes para
no responder. Odió a Peter cuando éste rió, mientras su boca se deslizaba por
la piel de Mariana hasta llegar a su cuello.
El deseo la atormentaba. Sería muy fácil besar su boca, acariciarle el
cabello y abrazarlo con fuerza, pero no cedería. Peter añadió:
—La misma Mariana de siempre —continuaba acariciando sus hombros—. No te
importa atormentarte con tal de no ceder. Sabes que me deseas y yo también lo
sé...
—No es cierto —respondió sin pensarlo. Él se rió, triunfante.
—Eso está mejor. Al fin muestras una emoción real. Mientes, Mariana. Me
deseas. Todo tu cuerpo lo dice —la acarició lentamente hasta que la hizo
gemir—. Lo ves, Mariana —su mano se movió hasta sus senos y Mariana cerró los
ojos. No quería abrirlos, pero algo la forzó a hacerlo. No quería ver su mano
sobre sus senos, pero se sintió obligada a hacerlo. Bajo el delgado algodón de
su bikini, sus excitados pezones mostraban su pasión. Sentía que la tensión
era insoportable—. Me deseas —insistió con voz ronca—, y aunque tal vez me
condene por ello, yo también siento lo mismo.
—No... —su gemido pareció haber despertado algo primitivo en él, ya que la
atrajo con fuerza y la oprimió contra su pecho, amoldándole su cuerpo contra
el suyo.
—Sí... sí... Mariana... Siente cuánto te deseo. Tú me deseas de la misma
manera... sé que así es.
No pudo resistir más. El calor de su cuerpo la obligó a responder. Sabía
que era una tonta al dejarse llevar por el deseo, pero al sentir cómo la
deseaba él, algo despertó en su interior que no pudo controlar.
Mariana escuchó entre sueños su propio gemido cuando Peter le desató la
parte superior del bikini. Sintió su respiración agitada y vio el brillo de
sus ojos cuando la apartó para estudiar la perfección de sus senos. Él se quitó
la chaqueta y, con impaciencia, luchó para quitarse la corbata. Sus movimientos
hicieron eco en Mariana y sintió cómo la pasión la envolvía.
Ella nunca había posado desnuda para ningún fotógrafo y al ver la evidente
excitación de Peter, al mismo tiempo sintió vergüenza y frenesí.
Él comenzó a desabrocharse la camisa, pero abandonó la tarea para tomarla
en sus brazos y, con voz ronca, decirle sobre el hombro:
—Quítamela, Mariana. Creo que me volveré loco si no te toco.
Al colocar las manos sobre los botones, ella sintió que el calor de su
piel la quemaba. Mariana experimentó una intensa necesidad de sentir ese calor
directamente contra su cuerpo. No sabía quién de los dos temblaba más. Mientras
trataba de concentrarse en la tarea de desabrocharle la camisa, la boca de Peter
acariciaba su garganta y sus hombros. El placer la hizo estremecerse cuando
terminó con el último botón y tiró de la camisa para sacarla del pantalón. Su
cuerpo era más duro y fuerte de lo que Mariana recordaba. Sintió la tentación
de pasar los dedos sobre el vello oscuro que cubría su pecho.
Mariana detuvo sus caricias al escuchar su respiración anhelante y el
placer invadió su cuerpo cuando Peter amoldó su pecho contra el suyo. Cuando él
se movió, Mariana gimió y comenzó a
besarlo enloquecida haciendo que Peter gimiera de placer.
—Mariana —su voz se perdió bajo un beso apasionado, sus bocas se fundieron
en una y un torbellino de deseo los envolvió.
Peter deslizó las manos por su cuerpo y Mariana sintió la deliberada
caricia de sus fuertes músculos contra los suyos. Lo escuchó murmurar:
—Sí... Mariana. Sí... bésame... —produjo ardientes sonidos de placer cuando
ella lo obedeció. Sus palabras hicieron que su pasión aumentara y lo besó y
acarició hasta que la barrera de su cinturón la detuvo. Peter la levantó y la
llevó hasta el sofá que estaba contra la pared—. Mariana... ¡Cómo me
atormentas! —la observó y ella se estremeció bajo su exploración.
Lo deseaba con tanta intensidad que no le importaba saber que después
sufriría, ya que tendría algo que soñar y recordar. Recordaría que lo había excitado
hasta el punto de hacerlo estremecer de placer. También sabía que si ahora lo
detenía, él no trataría de forzarla, ya habían superado esa etapa.
Esto era lo que deberían haber compartido siete años antes, por eso no
había podido olvidarlo. Los dedos de Mariana tocaron su cintura, mientras le
besaba. La respiración de él fue explosiva, se inclinó y le besó los senos.
Deslizó los labios por su cuerpo y sus dedos desataron la parte inferior de su
bikini. Durante un instante se sintió cohibida y levantó la cabeza, tratando de
murmurar una protesta instintiva, pero las palabras murieron sin ser
pronunciadas cuando lo miró a los ojos y se estremeció por la pasión que vio
brillar en ellos.
—Eres tan, tan hermosa... —pronunció las palabras despacio y le quitó el
bikini. Mariana cerró los ojos—. Mariana... —la acarició con intimidad—.
Tócame, Mariana... —le dijo con voz ronca—. Tócame... bésame... como yo te beso
y te toco...
Mariana obedeció como un autómata. La respuesta de Peter a sus caricias era
evidente. El cuerpo de Mariana respondía de igual manera.
—Peter... por favor... te quiero.. Yo... —Peter notó su inquietud y al
temer que se retirara, los ojos se le llenaron de lágrimas. Y se acostó contra
ella.
—Yo también te quiero —sus palabras fueron confirmadas por sus acciones y Mariana
ya no sintió temor y respondió a ciegas a su pasión. Durante un instante Mariana
sintió un breve espasmo de dolor; los dedos de Peter la oprimieron. Y al abrir
los ojos, lo encontró mirándola incrédulo. Mariana había olvidado que él no
sabía que todavía era virgen, y creyendo que se iba a retirar, lo abrazó y besó
con pasión hasta que él le respondió con la misma intensidad. Mariana gimió...
de placer, no de dolor, pero el sonido fue apagado por la boca de Peter que la
besó con fervor, haciéndole sentir toda su pasión. Mariana pronunció su nombre
con pasión y sintió una gran satisfacción al saber que lo había complacido. De
pronto sintió que todo giraba a su alrededor y comprendió, asombrada, que iba a
desmayarse... Peter acababa de hacerle el amor y ella iba a desmayarse. Sintió
que la oscuridad la invadía. Oyó que él pronunciaba su nombre, pero no tenía
fuerzas para responderle. Al abrir los ojos, Mariana pensó que su desmayo había
durado sólo unos minutos, pero se encontró con que Peter estaba inclinado
sobre ella, ya vestido, y le decía:
—Mariana... —su voz era áspera y la expresión de sus ojos fría, por lo que
ella se estremeció. La había cubierto con su bata y apreció la breve
protección—. Mariana... tenemos que hablar... Ni una palabra de amor; pero,
¿qué esperaba? —No... no... —el pánico se apoderó de su voz y trató de ocultarlo.
Se sentó, tapándose con la bata. Cuando Peter se movió para ayudarla, ella se
apartó como si su contacto quemara. Él dejó caer los brazos y se alejó, con la
boca tensa. —Mariana...
—No... No, no digas nada. No quiero oírlo —se puso de
pie y se dirigió a la puerta. Había olvidado que estaba cerrada con llave y,
con impotencia, la golpeó con el puño, mientras las lágrimas rodaban por sus
mejillas—. Déjame salir de aquí —le dijo medio histérica, sin saber la causa de
su llanto o por qué sentía ese impulso de huir, sólo
sabía que tenía que alejarse... que tenía que huir de la presencia de Peter...
—Mariana... No voy a tocarte —le dio la espalda mientras abría la puerta.
Ella se apresuró a salir y no se detuvo hasta que llegó a su habitación. No
sabía lo que había provocado su huida y ahora que su deseo estaba apaciguado,
sentía amargura y vergüenza. Amaba a Peter, pero él no la amaba y, peor aún...
sabía lo que ella sentía... con seguridad así era... sabía la razón por la que
había permanecido virgen... y la razón por la que con tanta impaciencia había
perdido hoy su virginidad. Sintió que la vergüenza le quemaba la piel. Si
pudiera desaparecer, si no tuviera que enfrentarse a él otra vez... pero tenía
que pensar en Sophie. No podía alejarse de la niña ahora, ya que su futuro y
su salud eran más importantes que su orgullo egoísta. Natalie no la había nombrado
tutora por amor, pero ella haría todo lo posible para cumplir bien su papel.
Tendría que enfrentarse con Peter y soportar su burla, pero le pedía a Dios que
no fuera enseguida, ya que todavía no era capaz de vencerle.
maratonnn solo si hay varias firmas disfruten del capi besossss
Mas nove............
ResponderEliminarhaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay no lo puedo creer pero me quedo la duda si isieron el amor o se desmayo antes de hacerlo quiero mas novela la nove cada vez se va a aclarando
ResponderEliminargrande cap sos una genia... quiero massss....
ResponderEliminarme encanta la nove quiero mas capi
ResponderEliminarMaas noveelaa1 me encnataa
ResponderEliminarPeter me parece bastante orgulloso y rencoroso,depues k ella le entrega su virginidad ,se muestra frio de nuevo,un caradura.
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