traductor

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German documental Spain cartas de presentación Italian xo Dutch películas un link Russian templates google Portuguese foro de coches Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

domingo, 27 de mayo de 2012

novela: salir del paraiso capitulo 28



me tomó una semana a mamá invitar al Sr. Reynolds a cenar. Me preguntó unas veinte veces más si eso estaba bien conmigo. No tuve corazón para decirle que no.
El Sr. Reynolds entra a la casa vistiendo un traje gris de tres piezas y corbata roja, como si fuera a la corte por una infracción de tráfico. En sus manos una docena de tulipanes púrpura para mi mamá y una caja de chocolates Frango para mí.
—Gracias —le digo embarazosamente cuando me entrega la caja. ¿Debo abrirla ahora, o esperar hasta más tarde... o mañana?
—Por qué no tomas asiento y te pones cómodo, Lou —dice mamá nerviosamente, sus manos jugueteando con el vestido negro y sofisticado que decidió usar—, ¿Quieres una bebida? ¿Vino... brandy... refresco?
El Sr. Reynolds sonríe, una cálida sonrisa que puedo decir es sincera. —Sorpréndeme.
Mamá se ríe, una risa dulce y suave que no he oído en años.
Cuando mamá está en la cocina, el Sr. Reynolds se vuelve hacia mí. — ¿Cómo es volver al colegio después de estar ausente durante un año?
Me encojo de hombros. —Está bien, supongo.
Él se queda mirando por la ventana. ¿Dónde está mi mamá? El reloj sobre la repisa de la chimenea hace tictac, cada segundo un recordatorio de cómo el tiempo pasa tan lentamente.
Tictac. Tictac. Tictac.
El Sr. Reynolds se frota las manos. Puedo decir que está tan ansioso como yo de que mi mamá vuelva. Tictac. Tictac. Tictac.
Quiero excusarme y esconderme en mi habitación. No creo que pueda manejar ver a mi mamá en una cita con alguien que no sea mi papá.
Justo cuando estoy a punto de ponerme de pie y excusarme, ella llega con tres bebidas y una gran sonrisa. —Martinis para nosotros, Sprite para Mariana.
El Sr. Reynolds toma el vaso de mi mamá. Sus manos se tocan un poco cuando ella se lo entrega. Sé que la alenté a invitar al Sr. Reynolds, pero él es demasiado grande, demasiado rubio, y... y no es mi papá.
Me pongo de pie.
Mamá me mira con una expresión cautelosa. —¿Adónde vas, cariño?
—A mi habitación. Olvidé llamar a Candela.
Mamá tiene esa mirada de cachorro en su cara; creo que ella sabe que estoy mintiendo.
En mi habitación abro el primer cajón de mi escritorio. En un sobre guardo el número de teléfono de mi papá. Me tiemblan las manos mientras marco su número.
Suena tres veces antes de que él conteste. —Jerry Esposito aquí.
—Um... ¿papá?
—Mariana, ¿Eres tú?
—Sí.
—¿Cómo te está yendo mi niña?
—Muy bien.
—¿Y tu pierna? La última vez que hablamos estabas teniendo un poco de problemas.
—Está mejor, creo.
Se siente bien hablar con mi papá. Escuchar su voz familiar disipa la nube negra que siempre parece cernirse sobre mí. No quiero decirle la verdad sobre mi pierna, porque sólo quiero compartir buenas noticias. Si soy positiva, entonces tal vez él no quiera olvidar que soy su hija.
—Grandioso. ¿Y la escuela?
Me trago la realidad y digo tan alegremente como puedo: —Perfecta. Estoy percibiendo todo como… —miento—. Wow —Hay silencio, pero no quiero que él cuelgue. Me siento desesperada. Él suena entusiasta, pero no estoy segura.
—¿Cómo está tu madre? finalmente dice, rompiendo el silencio.
Está teniendo actualmente una cita con su jefe en nuestra sala de estar. —Ella está bien.
—Me alegra oírlo. Te extraño, cariño.
—Yo también te extraño. ¿Cuándo puedo verte?
No importa cuántas veces me prometo que no le rogaré, fallo. Es como si algo dentro de mí se rompiera cuando pienso que él va a terminar la conversación. Quiero gritar: ¿No soy lo suficientemente buena? pero no lo hago.
—En algún momento pronto, cuando el negocio se establezca.
La nube negra regresa… He oído esas mismas palabras antes. Demasiadas veces.
—Mariana, ¿puedes hacerme un favor?
Estoy conteniendo las lágrimas, cuando digo: —¿Cuál?
—Dile a tu madre que le envié un cheque la semana pasada. Y que su abogado deje de llamar al mío. Me está costando una fortuna cada vez que llama, como ciento cincuenta por hora.
—Se lo diré.
Alguien está hablando en el fondo y puedo decir que estoy perdiendo su atención. —Tengo que tomar otra llamada, cariño. Lo siento, es importante. Te llamaré pronto.
—Está bien. Te quiero, papá.
—Yo también te quiero, Mags.
Hace clic.
Trago saliva y apoyo mi cabeza contra la pared. Por mucho que me diga que no a mí misma, estoy llorando. Me gustaría tirarme en mi cama y sollozar en mi almohada, pero probablemente mi mamá me oiría.
El teléfono suena, me asusta. Estoy todavía con el inalámbrico en mi mano. ¿Podría ser mi padre llamando de nuevo tan pronto? Él siempre dice que va a llamar pero nunca lo hace. Tal vez ha cambiado. Tal vez se dio cuenta después de oír mi voz que me extraña tanto que no puede aguantar más. — ¿Hola? —digo con entusiasmo.
Hay una vacilación en la línea, luego una grabación de voz de mujer dice: —Esto es High Spring Water Company recordándole que hay un especial en nuestros garrafones de agua de cinco galones en el mes de octubre. Si desea pedir…
Cuelgo el teléfono en medio de la grabación. Dios, me siento tan sola. No hay nadie en mi vida que remotamente entienda lo que estoy pasando.
Salvo una persona.
Mis dedos marcan el número de los Lanzani automáticamente antes de que mi cerebro pueda comprender lo que estoy haciendo. —Hola.
Es él… Peter. Ni siquiera sé qué decir. —¿Mariana? Sé que eres tú, tenemos identificador de llamadas.
Me olvidé de eso. —Hola —murmuro.
—¿Qué sucede?
Las lágrimas acuden a mis ojos. —Yo sólo... quería hablar contigo.
—¿Por qué lloras? ¿Estás herida? ¿Te caíste?
No puedo hablar porque no quiero que sepa cuán débil soy... cuánto necesito su amistad en este momento. Dios, todos estos años pensé que iba a morir si no me amaba tanto como yo lo amaba. Pero ahora me doy cuenta de lo estúpida que fui.
—Si no me contestas, iré para allá así esté tu madre allí o no —su voz es fuerte y dominante, y sé lo que eso significa.
—No, no vengas. ¿Puedes encontrarte conmigo en el Parque Paradise en diez minutos?
—Allí estaré —promete.
Uso la manga de mi camisa y me limpio los ojos. —¿Peter?
—Sí.
—Gracias.
Echo agua sobre mis ojos en el baño, le digo a mi mamá que me voy a ir con Candela, y me dirijo al parque.
Peter se acerca un minuto después vestido con jeans y una camiseta con una simple camisa abotonada sobre ella. Desacelera su paso cuando me ve y, sin una palabra, me atrae en un abrazo.
Ahora pierdo el control, directamente en su camisa. Me agarro a él cuando los sollozos comienzan y no paran. Lo dejo salir todo… la cita de mi mamá, la conversación con mi padre, mi confusión acerca de todo. Peter no se ríe, no se aleja, no habla... él sólo me permite ser yo.
Cuando me calmo, me echo hacia atrás y veo el lío que he hecho en su camisa. —Puse tu camisa toda asquerosa —digo entre resuellos.
—Olvida la camisa. ¿Qué está pasando? No pude entender una palabra de las que murmuraste en mi pecho.
Ahora estoy medio riendo y medio llorando. Él baja la mirada hacia mi mano. Lo hago, también. Lentamente extiende su mano y toma mis dedos en los suyos. Dios mío, cómo he soñado con nosotros tomados de las manos desde hace tantos años. Toma mi mano en la suya y nos vamos caminando por la calle juntos. Levanto la vista hacia sus ojos. Generalmente son sombríos y melancólicos, pero ahora veo una calidez que nunca había notado antes. Me lleva al viejo roble. Ambos nos sentamos, luego se recuesta contra el árbol a mi lado y deja ir mi mano. —Muy bien, ahora habla.
Es fácil porque no tengo que mirarlo, sólo tengo que dejar salir todas las cosas que van mal en mi vida. Tomo una respiración profunda. Voy a tratar de decirlo todo sin ponerme histérica otra vez. —Mi mamá tiene una cita, con su jefe e hijo de la Sra. Reynolds. Creo que a mi mamá le gusta, pero no sé si estoy lista para que ella empiece a salir. Sé que es egoísta, pero mi papá prácticamente me ignoró desde el divorcio. Se volvió a casar, ya sabes. Y creo que su esposa quiere un hijo, como si él no tuviera ya una. Para colmo, mi doctor me dijo que debía jugar al tenis de nuevo, y cada vez que pienso en ello mi garganta comienza a estrangularse y tengo que recordar respirar... y luego te llamo porque eres el único con el que siento que puedo hablar. Lo cual es ridículo porque ¡eres tú!
Peter juega con un pedazo de hierba que arrancó del suelo. —¿Crees que tu mamá sería feliz con ese tipo, el jefe? —pregunta.
Vuelvo a pensar en la forma en que mamá se rió en el Festival de otoño y lo nerviosa que estaba esta noche. —Sí, lo creo. Pero esa es la parte que me asusta. Es como poner fin a un capítulo en su vida y empezar de nuevo. Una madre soltera, novios... tantas cosas han cambiado.
—Estás haciendo demasiado hincapié en lo que podría ser. Haz algo para quitar de tu mente pensamientos de lo que nunca podría suceder.
—¿Cómo qué?
—Tomar una raqueta.
—Eso no es gracioso —le digo, ya tensándome y queriendo huir.
—No estoy tratando de ser gracioso, Mariana —lo escucho suspirar, una respiración baja que sale lenta—. ¿Puedo ver tus cicatrices?
Oh, Dios mío. —No. Sacudo mi cabeza febrilmente mientras sigo mirando al suelo. Y me doy cuenta que mi respiración acaba de hacerse más pesada.
—Por favor, no enloquezcas.
—No lo hago.
—Lo haces. Fui a la cárcel por algo que te hice y no tengo ni idea de cómo se ve.
Vuelvo mi cabeza y me quedo mirando sus ojos, más oscuros y más intensos de cómo jamás los he visto. —¿Por qué me miras así?
—¿Recuerdas el accidente? —pregunta, totalmente centrado en mi respuesta.
Niego con mi cabeza.
—¿No recuerdas nada? ¿Nuestra conversación antes del accidente, a mí golpeándote con el coche? ¿Nada en absoluto?
—No. Es un gran vacío. Sólo sé lo que la gente me dijo.
Él parpadea, luego mira hacia otro lado. —Peleamos, tú y yo.
—¿Sobre qué?
Él emite una risa breve y cínica. —Luna.
Estoy tratando de respirar de manera uniforme para no darle un indicio de que recuerdo. Cada palabra que él me escupió cuando le dije que lo amaba. Es la única parte de esa noche que está muy clara para mí. El resto se ha quedado atascado en una nube de niebla. —No recuerdo —miento.
—Dijiste que estaba engañándome, que la viste con algún otro chico pero no quisiste decirme quién. Tenías razón, sabes —dice—. Estaba con Agustin  antes de que yo entrara a la cárcel —está mirándome otra vez, y esta vez no puedo apartar la mirada—. También dijiste que me amabas.
Trago, todavía hipnotizada por sus ojos. Esos ojos que nunca me dieron más que un vistazo hace un año están ardiendo en los míos. —No recuerdo —susurro.
—Mariana… —toma mi mano entre las suyas y coloca la palma de mi mano contra su mejilla áspera por todo un día de rastrojo. Vuelve su cabeza y besa la parte interna y sensible de mi palma, con sus ojos manteniendo mi mirada—. Debería haber hecho esto hace un año.
Mi corazón enloquece cuando él se inclina y roza sus labios con los míos.

ultimo cap del dia espero que les guste un beso enormeee cuaquier pregunta pueden comunicarse con migo asiendo clik en el pajarito ese es mi tw o en mi  ask

5 comentarios:

  1. Definitivamente espectacular...

    Solo falta esperar la reaccion de mariana que es en verdad lo que mas espero ver

    ResponderEliminar
  2. NOOOOOOOOOOOOO PUPY NO ME PODES DEJAR ASI NO SABES COMOOOO ME DEJASTE DIOOOOS NO PODRE DORMIR

    ResponderEliminar
  3. Beso Laliter? naa... no puedo esperar!!
    Mas Novee
    @sarapinyana

    ResponderEliminar
  4. El único k la comprende,y la escucha es Peter.

    ResponderEliminar