LAS sombras empezaban a cubrir el jardín cuando Mariana se despertó.
Escuchó que daban un portazo abajo y se puso tensa, con los ojos fijos en la
puerta cerrada de su habitación. Cuando Peter entró, se resguardó bajo las sábanas.
—Mariana —su voz era aguda—. Sophie ha desaparecido —la ansiedad que vio en
sus ojos borró cualquier sospecha de que estuviera actuando—. La señora
Lancaster le dio el té a la hora de costumbre y después Sophie se fue a leer a
su cuarto; pero cuando el ama de llaves subió para acostarla, no la encontró.
—Te ayudaré a buscarla.
Mariana evitó mirarlo a los ojos, cuando se levantó de la cama.
—Ya la he buscado por toda la casa y en el jardín. Tendré que llamar a la
policía —anunció Peter y salió, antes de que ella pudiera decir nada. Temía
enfrentarse a él, pero ahora su mutua preocupación por Sophie borraba su
vergüenza.
Después de vestirse, Mariana salió del cuarto y mientras bajaba las
escaleras, escuchó el final de una conversación telefónica.
—Sí, entiendo cómo te sientes, Sarah —oyó que decía Peter—, pero es obvio
que no te puedo llevar a cenar esta noche... Sí...sí —parecía enfadado y Mariana
comprendió que la otra mujer no se preocupaba por Sophie. Después de todo, era
hija de Peter y pensaba que Sarah debía mostrar más interés por ella, si de verdad
amaba a Peter.
Ansiosa de ocuparse de algo, Mariana salió al jardín.
Era muy grande y en algunas partes había plantas muy altas, en
donde la niña podría ocultarse, pero Peter le había dicho que ya la había
buscado allí. Caminó por el sendero hasta que llegó al camino. Sintió temor al
pensar lo que podría haberle ocurrido a la pequeña. Frunció la frente al
recordar la reacción de Sophie cuando vio al doctor John Howard. Ni siquiera
había tenido tiempo de decir a Peter que la niña había tarareado una canción.
Volvió a la casa y encontró a Peter encerrado en su estudio; le daba la
espalda y estudiaba una fotografía que tenía en las manos. Mariana reconoció
que era la que siempre estaba sobre su escritorio y en la que aparecían Natalie
y Sophie. En su interior sentía mucho dolor, pero luchó para parecer tranquila
cuando se acercó a él.
La agonía que había visto en la cara de Peter, desapareció cuando la miró.
Luego colocó la fotografía en su sitio.
—Tal vez no sea importante, pero Sophie se puso muy nerviosa cuando vio a
John esta tarde. Él me explicó...
—¿Lo hizo? —se rió con amargura—. La Mariana que yo recuerdo no hubiera...
¡Oh, por amor de Dios! ¿Qué objeto tiene...? Sí, es importante. Con seguridad
hasta tú puedes reconocerlo... Dios mío, cuando pienso lo que puede haberle
sucedido... —Mariana se preguntó aterrada si Peter la estaba culpando de la
desaparición de Sophie. Sus siguientes palabras confirmaron sus temores—. Sarah
me previno para que no permitiera que te quedaras y comienzo a pensar que
tenía razón —pasó junto a ella sin decir nada más y Mariana miró con pena cómo
se alejaba.
¿Habría huido Sophie por la visita de John Howard? ¿Quizá creyó que
volvería a estar rodeada de médicos? ¿Más visitas al hospital, que, según la
señora Lancaster, Sophie odiaba? ¿A dónde habría ido? El recuerdo de su libro
en manos de Sophie la atormentaba. ¡Su casa! ¡Era imposible que Sophie se
hubiera ido allí! Ella no se hubiera atrevido a caminar sola más de tres kilómetros.
Alguien la habría visto.
Sin duda Peter le diría que era ridículo pensar algo semejante- Pero si
tenía razón... Sólo había una forma de averiguarlo.
Cogió las llaves del coche y se fue. Diez minutos después iba er su coche
en dirección a su casa. Ya era de noche y al imaginarse a Sophie andando sola
por ese angosto sendero, comenzó a llorar de angustia.
La casa estaba a oscuras. Al bajarse del coche se dijo que una tonta y que
estaba perdiendo un tiempo precioso, ya que habría sido mejor buscar cerca de
la casa.
La puerta no estaba cerrada con llave y recordó que la había dejado así,
pensando en que pronto irían los obreros para hacer las reparaciones. Escuchó
el ruido que hacían unos ratones y los pelos se le pusieron de punta.
Estremecida, encendió la luz.
—Sophie... —por supuesto que la pequeña no estaba allí... Una rápida
inspección de la cocina y el comedor confirmaron su sospecha. Sólo le faltaba
revisar la parte de arriba. La escalera crujió bajo su peso y recordó el mal
estado en que se encontraba. No se había molestado en encender la luz y se
maldijo en voz baja cuando cedió un escalón. Era evidente que la madera estaba
podrida y Mariana hizo un gesto de desagrado al imaginar lo que iba a costar
arreglarla.
Al final de la escalera volvió a llamar a Sophie. Silencio... De pronto,
oyó un sonido muy tenue y, temblorosa, se apresuró a llegar a su antigua
habitación. Se detuvo en seco al ver el pequeño cuerpo acurrucado sobre su
cama.
—Sophie... —su alivio se volvió temor cuando se acercó a la cama y
descubrió lo fría que estaba la pequeña: sus ojos la miraban sin verla—.
Sophie, soy yo, Mariana... —le dijo con suavidad. ¿Qué le había sucedido a la
niña que la empujó a ir allí?—-Te voy a llevar a casa con papá. Ven, vamos...
El cuerpo de la pequeña estaba tenso y rígido, tanto que Mariana tuvo miedo
de moverla. Sus ojos parecían vacíos y eso fue lo que la atemorizó. ¿Qué hacer?
No se atrevía a mover a Sophie a la fuerza, por temor a aumentar su trauma, y
no quería dejarla sola... Si al menos hubiera un teléfono en la casa... Mariana
recordó que había uno al final del sendero. Tardaría sólo unos minutos en
llegar allí...
¿podría dejar sola a Sophie? Mientras estos pensamientos pasaban por su
mente, trataba de parecer tranquila.
—Hemos estado preocupados por ti —esperaba ver alguna respuesta en los ojos
de la niña. Rezó para que Sophie respondiera y no tener que dejarla sola, sino
llevarla en brazos hasta la casa de Peter... Si le hubiera dicho sus
sospechas... si no hubiera temido su burla y hubiese confiado en sus
instintos. No tenía sentido pensar en lo que debía haber hecho—. Por favor, mírame,
Sophie. Déjame que te lleve a casa con papá.
—Yo no tengo papá... ella me dijo que no... —el sonido de su vocecita ronca
la impresionó. Sophie había hablado.
—Sophie, cariño... —la abrazó, murmurando palabras de aliento y mojando el
cabello rubio con las lágrimas, pero Sophie no respondía.
la nove es hermosa.. sos una genia escribiendo sube masss
ResponderEliminarmaaaas novee me encnataa
ResponderEliminarMas nove estoy cada vez mas encantada
ResponderEliminarme encanta mas nove
ResponderEliminarCreo. Que falta el. Cap 7 más nove
ResponderEliminarMe encanta espero más nove
ResponderEliminarme super mega ultran encanto el capitulo por favor uno mas dale te quiero y lo saes pupy te ruego otrooooooo
ResponderEliminarPeter un obcecado,se deja influenciar x lo k le dicen y no en sus propios sentimientos.
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