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viernes, 18 de mayo de 2012

novela un amor inolvidable capitulo 7 primera parte



LAS sombras empezaban a cubrir el jardín cuando Mariana se despertó. Escuchó que daban un portazo abajo y se puso tensa, con los ojos fijos en la puerta cerrada de su habita­ción. Cuando Peter entró, se resguardó bajo las sábanas.
—Mariana —su voz era aguda—. Sophie ha desaparecido —la ansiedad que vio en sus ojos borró cualquier sospecha de que es­tuviera actuando—. La señora Lancaster le dio el té a la hora de costumbre y después Sophie se fue a leer a su cuarto; pero cuando el ama de llaves subió para acostarla, no la encontró.
—Te ayudaré a buscarla.
Mariana evitó mirarlo a los ojos, cuando se levantó de la cama.
—Ya la he buscado por toda la casa y en el jardín. Tendré que llamar a la policía —anunció Peter y salió, antes de que ella pudiera decir nada. Temía enfrentarse a él, pero ahora su mutua preocupación por Sophie borraba su vergüenza.
Después de vestirse, Mariana salió del cuarto y mientras bajaba las escaleras, escuchó el final de una conversación telefónica.
—Sí, entiendo cómo te sientes, Sarah —oyó que decía Peter—, pero es obvio que no te puedo llevar a cenar esta noche... Sí...sí —parecía enfadado y Mariana comprendió que la otra mujer no se preocupaba por Sophie. Después de todo, era hija de Peter y pensaba que Sarah debía mostrar más interés por ella, si de ver­dad amaba a Peter.
Ansiosa de ocuparse de algo, Mariana salió al jardín. Era muy grande y en algunas partes había plantas muy altas, en donde la niña podría ocultarse, pero Peter le había dicho que ya la había buscado allí. Caminó por el sendero hasta que llegó al camino. Sintió temor al pensar lo que podría haberle ocurrido a la pe­queña. Frunció la frente al recordar la reacción de Sophie cuan­do vio al doctor John Howard. Ni siquiera había tenido tiempo de decir a Peter que la niña había tarareado una canción. Vol­vió a la casa y encontró a Peter encerrado en su estudio; le daba la espalda y estudiaba una fotografía que tenía en las manos. Mariana reconoció que era la que siempre estaba sobre su escritorio y en la que aparecían Natalie y Sophie. En su interior sentía mucho dolor, pero luchó para parecer tranquila cuando se acercó a él.
La agonía que había visto en la cara de Peter, desapareció cuando la miró. Luego colocó la fotografía en su sitio.
—Tal vez no sea importante, pero Sophie se puso muy ner­viosa cuando vio a John esta tarde. Él me explicó...
—¿Lo hizo? —se rió con amargura—. La Mariana que yo re­cuerdo no hubiera... ¡Oh, por amor de Dios! ¿Qué objeto tie­ne...? Sí, es importante. Con seguridad hasta tú puedes recono­cerlo... Dios mío, cuando pienso lo que puede haberle sucedido... —Mariana se preguntó aterrada si Peter la estaba culpando de la desaparición de Sophie. Sus siguientes palabras confirmaron sus temores—. Sarah me previno para que no permitiera que te que­daras y comienzo a pensar que tenía razón —pasó junto a ella sin decir nada más y Mariana miró con pena cómo se alejaba.
¿Habría huido Sophie por la visita de John Howard? ¿Quizá creyó que volvería a estar rodeada de médicos? ¿Más visitas al hospital, que, según la señora Lancaster, Sophie odiaba? ¿A dón­de habría ido? El recuerdo de su libro en manos de Sophie la ator­mentaba. ¡Su casa! ¡Era imposible que Sophie se hubiera ido allí! Ella no se hubiera atrevido a caminar sola más de tres kilóme­tros. Alguien la habría visto.
Sin duda Peter le diría que era ridículo pensar algo semejan­te- Pero si tenía razón... Sólo había una forma de averiguarlo.
Cogió las llaves del coche y se fue. Diez minutos después iba er su coche en dirección a su casa. Ya era de noche y al imaginarse a Sophie andando sola por ese angosto sendero, comenzó a llorar de angustia.
La casa estaba a oscuras. Al bajarse del coche se dijo que una tonta y que estaba perdiendo un tiempo precioso, ya que habría sido mejor buscar cerca de la casa.
La puerta no estaba cerrada con llave y recordó que la había dejado así, pensando en que pronto irían los obreros para hacer las reparaciones. Escuchó el ruido que hacían unos ratones y los pelos se le pusieron de punta. Estremecida, encendió la luz.
—Sophie... —por supuesto que la pequeña no estaba allí... Una rápida inspección de la cocina y el comedor confirmaron su sospecha. Sólo le faltaba revisar la parte de arriba. La escale­ra crujió bajo su peso y recordó el mal estado en que se encon­traba. No se había molestado en encender la luz y se maldijo en voz baja cuando cedió un escalón. Era evidente que la madera estaba podrida y Mariana hizo un gesto de desagrado al imaginar lo que iba a costar arreglarla.
Al final de la escalera volvió a llamar a Sophie. Silencio... De pronto, oyó un sonido muy tenue y, temblorosa, se apresuró a llegar a su antigua habitación. Se detuvo en seco al ver el pe­queño cuerpo acurrucado sobre su cama.
—Sophie... —su alivio se volvió temor cuando se acercó a la cama y descubrió lo fría que estaba la pequeña: sus ojos la miraban sin verla—. Sophie, soy yo, Mariana... —le dijo con sua­vidad. ¿Qué le había sucedido a la niña que la empujó a ir allí?—-Te voy a llevar a casa con papá. Ven, vamos...
El cuerpo de la pequeña estaba tenso y rígido, tanto que Mariana tuvo miedo de moverla. Sus ojos parecían vacíos y eso fue lo que la atemorizó. ¿Qué hacer? No se atrevía a mover a Sophie a la fuer­za, por temor a aumentar su trauma, y no quería dejarla sola... Si al menos hubiera un teléfono en la casa... Mariana recordó que había uno al final del sendero. Tardaría sólo unos minutos en llegar allí...
¿podría dejar sola a Sophie? Mientras estos pensamientos pasa­ban por su mente, trataba de parecer tranquila.
—Hemos estado preocupados por ti —esperaba ver alguna respuesta en los ojos de la niña. Rezó para que Sophie respon­diera y no tener que dejarla sola, sino llevarla en brazos hasta la casa de Peter... Si le hubiera dicho sus sospechas... si no hu­biera temido su burla y hubiese confiado en sus instintos. No te­nía sentido pensar en lo que debía haber hecho—. Por favor, mí­rame, Sophie. Déjame que te lleve a casa con papá.
—Yo no tengo papá... ella me dijo que no... —el sonido de su vocecita ronca la impresionó. Sophie había hablado.
—Sophie, cariño... —la abrazó, murmurando palabras de aliento y mojando el cabello rubio con las lágrimas, pero Sophie no respondía.

8 comentarios:

  1. la nove es hermosa.. sos una genia escribiendo sube masss

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  2. maaaas novee me encnataa

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  3. Mas nove estoy cada vez mas encantada

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  4. Creo. Que falta el. Cap 7 más nove

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  5. Me encanta espero más nove

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  6. me super mega ultran encanto el capitulo por favor uno mas dale te quiero y lo saes pupy te ruego otrooooooo

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  7. Peter un obcecado,se deja influenciar x lo k le dicen y no en sus propios sentimientos.

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