—No. Creo que sé lo que hizo que Sophie desapareciera dé esa manera, pero
no comprendo por qué fue a esa casa. Yo creía que ni siquiera sabía que
existía. Después de que te fuiste, Natalie no volvió a visitar a su madre y
cuando la casa quedó vacía...
—Estás equivocado, Peter. Natalie había ido a la casa últimamente. La
primera vez que entré, después de mi llegada, pude oler su inconfundible
perfume. Y Sophie debía ir con ella, porque tiene algunos libros míos que sólo
ha podido coger de allí. Estoy segura de que Natalie nunca habría pensado en
llevárselos.
—No, nunca hubo amor entre vosotras.
—No comprendo por qué Natalie iba a la casa. Siempre dijo que la odiaba,
incluso cuando éramos pequeñas —Mariana se sorprendió al ver una expresión de
amargura en el rostro de Peter.
—¿No lo comprendes? Creí que sería obvio. Aunque, en vista de los últimos
acontecimientos, quizá te estoy juzgando mal otra vez. Sospecho que Natalie
usaba tu casa para encontrarse con sus amantes.
Mariana se sorprendió tanto que se quedó sin palabras. No sabía qué le
sorprendía más: lo que Peter había sugerido o su aparente falta de interés por
las traiciones de Natalie.
—¿No te importaba? —murmuró, sin darse cuenta de que expresaba sus
pensamientos—. Tú no...
—¿La amaba? —torció la boca—. Natalie y yo hicimos un trato, Mariana, y el
amor no estaba incluido en él.
Pasaron varios segundos antes de que Mariana comprendiera la verdad. Peter
se había casado con Natalie porque le iba a dar un hijo. Mariana debía sentir
lástima por su prima, pero no pudo" evitar una agradable sensación de
alivio. Ahora sabía que Peter nunca había amado a Natalie... aunque le había
hecho el amor, al mismo tiempo que la enamoraba a ella... Quizá no había amado
a Natalie, pero tampoco a ella... era una verdad innegable.
—Sophie parecía muy molesta por la presencia de John — Mariana rompió el
silencio, diciendo lo primero que pasó por su mente.
—Sí... sí. ¿Qué te hizo buscar en tu casa y por qué no me dijiste a dónde
ibas? —Peter le hizo esa pregunta en el mismo momento en que entraba una
enfermera, para decirle a Mariana que ya podía irse.
—Era sólo una débil esperanza... Me daba vergüenza decirlo... casi ni yo
misma lo creía...
—Y por eso, casi... —se detuvo y se volvió. Mariana comprendió que estaba
furioso con ella y que tenía razones para estarlo, ya que había puesto en
peligro la vida de Sophie.
La enfermera le pidió a Peter que saliera de la habitación para que Mariana
se vistiera.
—¿Estás segura de que te encuentras bien? —le preguntó Peter cuando ella
salió al pasillo.
Mariana se preguntó si de verdad tendría tan mal aspecto o si Peter le
había dicho eso porque prefería que permaneciera en el hospital.
—Estoy bien. Tan pronto como haga los arreglos necesarios, me iré...
—Hablaremos de eso después —la llevaba hacia el coche—. El doctor Stafford
quiere hacerte una revisión dentro de dos semanas. Si yo fuera tú, ahora no
haría ningún preparativo para irme.
—No me ha
dicho nada.
—¿No? —parecía aburrido con la charla. Se inclinó sobre ella y le aseguró
el cinturón de seguridad.
—No soy una niña —se quejó Mariana; sabía que era infantil, pero el roce de
los dedos de Peter era una agonía que aún no podía soportar, ya que le hacía
recordar sus caricias.
—¿Y qué pasa con Sophie? ¿Qué le ha pasado a tu sentimiento de
responsabilidad? ¿Ya no sientes ninguna responsabilidad hacia ella? ¿O todo
era una pose, Mariana? Una forma de acercarte a mí...
—4No! Amo a Sophie —dijo temblorosa—, pero no creo estar ayudándola.
—La misma Mariana de antes. Siempre quisiste resultados al instante.
Sophie necesita tiempo, Mariana... tiempo para adaptarse a la muerte de
Natalie... Te ama. Si te vas ahora, puedes causarle un daño irreparable.
¿Por qué le decía todo eso? No era posible que quisiera que se quedara...
Ya se lo había dicho... se lo había demostrado... a menos que... Peter era un
hombre muy sensual... tal vez quería convertirla en su amante. ¿Alguien a
quien usar hasta que se cansara de ella?
—Si me quedo, será estrictamente como tutora de Sophie — pronunció las
palabras sin pensarlo y Peter detuvo el coche con un brusco y estridente
frenazo. Por fortuna, estaban en un camino vecinal, pensó Mariana. La furia
amarga que vio en sus ojos cuando él soltó el volante y la asió por los
hombros, la hizo estremecerse.
—¿Y qué demonios significa eso?
—No me toques —Mariana sabía que estaba en peligro, que si Peter no la
soltaba, pronto le confesaría su amor por él, y le pediría mucho más que el
contacto con sus dedos—. Déjame ir, no soporto que me toques —mintió con voz
ronca. La cara de Peter parecía sin vida, sólo brillaban sus ojos mientras la
miraba. La soltó despacio y se reclinó en su asiento.
—No te preocupes, Mariana —le dijo con sarcasmo—. Tengo cosas más
importantes en que pensar que hacerte el amor. Me confundes. Eres una mujer con
muchas contradicciones.
—No pretendo que me entiendas, Peter...
—Creo que comienzo a comprender por qué Lucas y tú continuáis siendo
amigos. ¿Qué sucedió, Mariana? ¿Esperabas que se casara contigo y él perdió el
interés?
—Nunca quise casarme con Lucas.
—No... Olvidé que tu carrera era lo más importante... y él fue el vehículo
que empleaste para lograrlo...
—Sí, tienes razón —su corazón latía con fuerza. Durante un momento olvidó
la mentira que había inventado para salvar su orgullo. Tenía que evitar que Peter
adivinara lo mucho que la había lastimado su traición.
Durante el resto del viaje permanecieron en silencio. Mariana suspiró
aliviada cuando llegaron a la casa. El tobillo aún le dolía un poco y
necesitaba subir la escalera con precaución. Se detuvo un momento para reunir
fuerzas antes de empezar a subir, pero en ese momento Peter la cogió en brazos.
—Peter, bájame. Yo puedo hacerlo...
—¿Para qué molestarte? Así subirás más rápido.
—No soy una inválida —protestó; pero él la llevó hasta su habitación y la
depositó en la cama.
—Quizá no, pero has estado ingresada unos días en el hospital. Stafford
dijo que teníamos que asegurarnos de que descansaras —aún permanecía inclinado
sobre ella y Mariana sentía enormes deseos de tocarlo... de sentir su boca
contra la suya... Tal vez algo en su expresión le comunicó a Peter sus deseos,
porque notó un cambio en su expresión—. Mariana... —la forma en que pronunció
su nombre, hizo que el corazón le diera un vuelco. Se dijo que lo necesitaba,
que lo quería. Él le cogió la cara y le acarició la boca.
—¡Peter! —la imperiosa llamada de Sarah hizo que Mariana volviera a la
realidad. Se apartó de él como si fuera fuego—. Necesito hablar contigo acerca
de Sophie —le dirigió a Mariana una mirada venenosa—. Ya la has traído.
En la voz de Sarah se podía saber muy bien lo que pensaba al respecto.
Cuando salieron de su habitación, Mariana recordó que no le había dicho a Peter
que Sophie había hablado. Ya habría otras ocasiones y tal vez sería mejor
discutirlo primero con John. Él la creería, mientras que Peter pensaría que se
lo había inventado para demostrar que su presencia era benéfica para Sophie y
así poder quedarse más tiempo cerca de él. Pero, en apariencia, Peter quería
que se quedara... Aturdida por sus pensamientos, Mariana cerró los ojos y se
quedó dormida.
me super encanta quiero que lali le confiese por dioooos quiero mas novela linda
ResponderEliminarte quierooo
dulce
maaaaasssss
ResponderEliminarquiero massssssssssssss
ResponderEliminarplis seguila quiero mas novela @pau_lu
ResponderEliminarVa a velar sus sueños,al menos eso espero.La ama tanto como al principio en su juventud,sino no estaria asi d ironico y sarcastico,siempre intentando sacarle informacion sobre su vida.
ResponderEliminar