vi
a Peter hoy en la escuela. Los rumores están corriendo desenfrenados sobre los
moretones en su rostro. Ninguno de los rumores es cierto.
Después
de la escuela tomo el autobús para ir a casa de la Sra. Reynolds. Camino por el
pasillo hasta donde Peter está sentado. Él no mira hacia arriba. Tomo asiento
junto a su lado como lo hice ayer.
Esta
vez no anda detrás de mí después de que dejamos la parada del autobús a la casa
de la Sra. Reynolds. Caminamos lado a lado, como si hubiera un acuerdo tácito
entre los dos. Yo soy la única (además de Vic y sus amigos matones) que sabe
cómo obtuvo Peter sus moretones. La pelea de ayer me dio miedo. ¿Peter se metió en la pelea porque Vic me
insultó? Independientemente de las razones
que fueran, éramos nosotros contra ellos. Peter y yo estábamos en el mismo
equipo y no teníamos oportunidad de ganar.
Es
por eso que corrí detrás de un árbol y llamé al 911 desde mi celular, para
protegerlo/protegernos, porque él nunca sería capaz de luchar contra tres
chicos solo, y Dios sabe que mi bolso de libros barato no podía aguantar mucho
más, y nunca he sido capaz de aguantar una pelea de todos modos. La pelea está
terminada, pero sus efectos posteriores no se han detenido.
Así
que ahora es otro día de trabajo, juntos en casa de la señora Reynolds, pero
no.
Peter
aun sigue mis condiciones: él no me habla mientras trabaja en el kiosco y yo
planto más narcisos.
Tarareo
canciones mientras trabajo. A veces la señora Reynolds tararea conmigo, hasta
que comienza a cantar las palabras de las canciones a gritos tan fuerte que
dejo de trabajar y abro y cierro mis ojos ante esta señora de edad que no le
importa lo que la gente piense de ella.
Es realmente alucinante.
Cuando
la señora Reynolds comienza a cabecear, camino dentro de la casa y me sirvo un
vaso de agua. Antes de salir de la cocina, sirvo uno para Peter también. En
silencio, lo dejo en una de las tablas de madera junto a él.
De
vuelta en el interior preparo un pequeño refrigerio, recuerdo que me olvidé de
traer el plato de galletas desde el ático la semana pasada. Subo los dos tramos
de escaleras hasta el ático y recojo el plato.
La
puerta se cierra y grito. Peter está de pie en el ático conmigo, el vaso de
agua en sus manos. —¡Oh Dios Mío!
—No
voy a hacerte daño, Mariana. Solo quería darte las gracias por el agua y…
bueno, yo sé que no es fácil trabajar juntos, pero de verdad aprecio que no me
eches a patadas.
—No
puedes salir —dije.
—¿Por
qué no?
—Porque
la puerta se bloquea automáticamente.
Peter
mira el tapón de la puerta y solo lo saca del camino. —Estás bromeando,
¿verdad?
Sacudo
la cabeza lentamente. Estoy tratando de no entrar en pánico sobre la realidad
de estar encerrada con Peter Lanzani en un ático. Respira, Mariana. Inhala. Exhala. Inhala.
Exhala.
Peter
intenta girar la perilla, luego trata una acción de
girar-la-perilla-mientras-que-empuja-la-puerta. —Mierda —se gira hacia mí—. Tú
y yo. En la misma habitación. Esto se supone que no debe pasar.
—Ya
lo sé —digo.
—Podríamos
gritarle a la señora Reynolds. Está durmiendo afuera, pero…
—Ella
nunca nos oirá desde aquí. Su audición es marginal si estás a 3 metros de
distancia. Cuando se despierte le gritaremos y entonces ella nos oirá.
—¿Entonces
estás diciendo que estamos atrapados aquí?
Asiento
con la cabeza otra vez.
—Mierda.
—Ya
has dicho eso —le informo. Peter empieza a pasear mientras lleva las manos
sobre su corte de pelo.
—Si
bueno, esto apesta. Estar encerrado se está convirtiendo en el tema de mi vida
—murmura—. ¿Cuánto tiempo antes de que ella se despierte?
Me
encojo de hombros. —Podría ser una media hora, pero a veces duerme durante una
hora o más, como ayer.
Tomando
una respiración profunda, él se sienta en el centro del piso se apoya contra el
baúl de la Sra. Reynolds. —Es mejor si tomas asiento —dice.
—Tengo
miedo a las arañas.
—¿Aún?
—¿Te
acuerdas de eso sobre mí?
—¿Cómo
podría olvidarlo? Tú y Eugenia solían hacerme su asesino de arañas personal
—dice. Lo miro extrañada—. Siéntate —ordena—. Le estoy dando a la señora dos
horas para liberarnos y entonces echaré la puerta abajo.
Ninguno
de los dos dijo nada durante un tiempo. El único sonido es nuestra respiración
y los escalofriantes golpes y crujidos de la vieja casa.
—¿Fue
aterrador estar en la cárcel? —le pregunto, rompiendo el silencio.
—Algunas
veces.
—¿Cómo
cuando? ¿Qué te hicieron?
Me
doy la vuelta y lo miro. Su expresión es cautelosa. —Tú sabes, eres la primera
que pregunta por detalles.
—Admitiré
que he escuchado rumores. Sospecho que la mayoría de ellos no son ciertos.
—¿Qué
has oído?
Hundo
mi labio, nerviosa por ser la primera en decírselo. —Vamos a ver… que tenías un
novio en la cárcel… que te uniste a una pandilla… que intentaste escapar y te
incomunicaron… que le pegaste a un tipo que después necesitó ser hospitalizado…
¿Debería continuar?
—¿Tú
crees algo de eso?
—No.
¿Por qué? ¿Son verdad?
Él
inclina la cabeza hacia atrás contra el baúl y deja escapar un largo suspiro.
—Yo estuve en una pelea, y estuve incomunicado por eso. —pone las manos sobre
sus ojos—. Estuve incomunicado durante treinta y seis
horas.
Dios, de todas las personas, no puedo creer que esté hablando contigo, sobre
esto.
—¿Te
dieron agua y comida?
Él
se ríe. —Sí, sigues recibiendo las comidas. Pero estás durmiendo en una losa de
cemento y un colchón de espuma de una pulgada por encima de eso. Un retrete de
acero inoxidable es tu única compañía.
—Por
lo menos estabas solo —le digo—. Yo tuve que esperar por alguien que trajera un
tazón de plástico para ir al baño mientras estuve en el hospital. Entonces tuve
que sentarme allí mientras ellos me limpiaban. Era tan degradante.
—¿Los
médicos dicen si alguna vez caminarás sin cojear?
—No
saben. Tengo que ir a la terapia física dos veces a la semana hasta que me vaya
a España.
—¿España?
Le
explico por qué estoy trabajando en casa de la señora Reynolds todos los días y
de mi sueño de dejar Paradise para poder escapar del pasado.
—No
podía esperar para volver a casa —admite—. Regresar aquí significaba que era
libre de estar encerrado.
—Eso
es porque eres Peter Lanzani. La gente siempre te aceptará. Lo único que me
impidió ser una perdedora antes fue el tenis y Eugenia. Ahora que he perdido
tanto, no tengo nada, excepto miradas humillantes y comentarios que la gente
dice y que no quiero oír.
Peter
se para y pasea por el ático otra vez —El volver a casa apesta. Pero dejar
Paradise seria una manera de escabullirse.
—Para
mí —le digo—. Dejar Paradise significa libertad. Me siento encerrada solo por
vivir en este pueblo donde todo el mundo me recuerda lo perdedora que soy
ahora.
Peter
se agacha, su cara rígida delante de la mía. —Tú no eres una perdedora.
Maldición, Mariana, siempre sabias lo que querías e ibas por ello.
Yo
le digo la verdad. —Ya no es así. Cuando me golpeaste, una parte de mí murió.
listo por hoy espero que les haya gustado la maraton hasta mañana besossss
NOOOOOOOOOO ÚN CAPI MAAÁAAAAS
ResponderEliminarNOOOOOOOOOO UN CAPI MAS PARZ QE SEAN 25 DALEEEEEEEEEEEEEEEEEE MI AMOR UNO MAS
ResponderEliminarDULCE TE AMAA
MAS NOVELA DALEEEEEEEEEEEEEEEEEE ESTA RE BUENA
ResponderEliminarMAGI
Otro mas no cae mal.... Esto se pone interesante
ResponderEliminarK mala!,yo me uno a las demas, quiero mas caps,aunque te has re portado ,pero nos dejas con ganas d mas.Sabia k si hablaban bien,estarian mejor,pero ya sabiamos k a Mariana antes del accidente le gustaba Peter,ahora dice k no,francamente ,no la creo,y Peter me parece k si sentia algo x Mariana ,pero ni el mismo lo sabia.
ResponderEliminarEstuvo buenisimo el cap! Me encanto.
ResponderEliminarMas Novee
me encantaron los capitulos
ResponderEliminarme esta gustando mucho esta noveee!